Como suele ocurrir, obtener información sobre los asuntos internos de China constituye una tarea realmente difícil y lo relacionado con el covid-19 no ha sido una excepción. Sin embargo, hoy conocemos que su gobierno de ese país, a principios del año 2020, enfrentaba dos retos muy importantes: controlar una enfermedad desconocida, aparecida en la ciudad de Wuhan, que empezaba a expandirse en su población y evitar que, a través de las redes sociales, el mundo conociera lo que estaba ocurriendo. A este respecto, un intelectual de origen chino, Joy Y. Zhang, publicó en Inglaterra, un ensayo titulado: “Implicaciones de la censura en China durante la crisis del covid-19”, en el cual explica que “el silencio del gobierno chino de la existencia de una gripe, similar al SARS, a finales de 2019, fue un factor muy importante que facilitó la propagación del covid-19. La severa censura establecida por sus autoridades no debe sorprender, pues ha sido una prioridad política en China, desde el año 2004, con el fin de crear «una sociedad armoniosa»”. Según Wikipedia, el gobierno chino notificó a la OMS la existencia del covid-19 en diciembre de 2019, pero esa no es la percepción mundial. Según los datos que supuestamente aportó solo había 102.036 contagiados y 4.636 fallecidos. Sin duda, una información imposible de aceptar.
El impacto del covid-19 en la economía china, durante el año 2020, fue de una magnitud realmente grave: según una investigación de la consultora Trivium, para el 16 de marzo de 2020, la economía china operaba al 69,5% de la producción nacional, con una caída en la inversión de activos físicos, en el consumo y en la de producción industrial de 24,5%, 20,5% y 13,5%, respectivamente. La industria manufacturera, para febrero de 2020, se situó en el nivel de producción más bajo desde el año 2005. Pese a esas informaciones negativas, sus autoridades económicas afirmaron que “las consecuencias de la epidemia serían a corto plazo y con seguridad controladas”, anunciando el establecimiento de medidas de estímulo para enfrentar el impacto de la pandemia. El presidente Xi Jinping aseguró que “se ganó la batalla contra el virus en la ciudad de Wuhan y en la provincia de Hubei. China crecerá al 6,1%”. En verdad, la economía solo alcanzó el 5,8% de crecimiento durante ese año. En este sentido, Robint Brant, corresponsal de la BBC, considera que China continúa creciendo a tasas que, ahora mismo, son inimaginables para otros países afectados por el covid-19. Las draconianas medidas de bloqueo para controlar el virus, combinados con algunos estímulos gubernamentales, parecieran haber funcionado bien”.
Además, las rígidas medidas de control social aplicadas por el régimen chino, las cuales limitan ampliamente la libertad de sus ciudadanos, le permitieron a Xi Jinping consolidar su poder en el Partido Comunista y, en general, incrementar el férreo control sobre la sociedad china. Su bandera, fue una frase de fuerte nacionalismo: “La pandemia del Coronavirus ha dejado un mensaje claro: Occidente está en el ocaso mientras China se levanta como sol naciente”. Bonnie Glaser, directora del Proyecto de Poder Chino del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, en entrevista para BBC Mundo, considera que: “El relativo éxito obtenido por Xi Jinping en el control del covid-19 ha sido presentado en China como evidencia de la superioridad del sistema chino sobre los sistemas democráticos de Occidente. Xi Jinping, es el único líder chino, en la historia reciente, que ha vuelto a rodearse del aura mítica que en el país todavía conceden a Mao Tse-tung. Si bien el proceso en que Xi Jinping logró concentrar el poder se inició antes de la pandemia, no hay duda de que el coronavirus le ha servido para consolidarlo”. Lo cierto es que el control de la pandemia le ha permitido al gobierno chino desarrollar una eficaz campaña de propaganda que ha fortalecido el liderazgo del presidente Xi Jinping y el predominio del Partido Comunista.
La celebración virtual de la Asamblea del Partido Comunista, a principios de marzo, fue el primer gran espacio político donde el gobierno chino celebró públicamente el control logrado sobre la pandemia. El diario Global Times informó que los delegados reconocieron públicamente la guía de Xi Jinping, sin la cual China no hubiera logrado “superar a Occidente” en su combate contra el virus. El presidente Xi Jinping se refirió a la superioridad de su país en el control del covid-19: “Los jóvenes chinos pueden ahora mantenerse erguidos y sentirse orgullosos cuando vayan el extranjero, a diferencia de lo que ocurría en el pasado”. Pero, no olvidemos, la verdad es que el covid-19 se inició en Wuhan y como afirma Susan Shirt, presidenta del Centro de Estudios sobre China en el siglo XXI de la Universidad de California: “Hubo una especie de rebelión online cuando en esa ciudad se conocieron numerosas denuncias que apuntaban a que el gobierno estaba encubriendo los primeros brotes y había censurado a médicos y periodistas que intentaron alertar al mundo de lo que estaba ocurriendo. En esos momentos Xi Jinping y el partido se volvieron muy impopulares en China”. Esta realidad no trajo manifestaciones de protesta, pero el descontento empezó a sentirse socialmente.
Jim Rickards, uno de los analistas financieros más leído en Estados Unidos, en un interesante artículo titulado “No caigas en el mito chino”, resume la situación del régimen de Xi Jinping: “El Tigre Asiático no solo necesita proporcionar empleos, bienes y servicios a sus ciudadanos. También debe garantizar la supervivencia del régimen del Partido Comunista de China. De lo contrario, Xi Jinping se enfrenta a una posible crisis existencial”. Su estabilidad se mantendrá mientras el régimen chino logre proporcionar empleos y un mejor nivel de vida para su pueblo. La crisis social, que podría generar la pandemia del covid-19, puede comprometer esa estabilidad. China presenta complejos problemas económicos muy difíciles de enfrentar. La inversión mundial ha empezado a reorientarse en Asia, moviéndose de China hacia Vietnam, Taiwán, Corea del Sur y Singapur. De ocurrir ese cambio, pasarán años para regresar. La pesada deuda China es difícil de aliviar. Solo sería posible mediante la deflación o la inflación. Dos caminos que requieren una incuestionable legitimidad política que el actual régimen chino no tiene. Estas verdades hay que hacerlas públicas en Occidente a objeto de que lleguen al pueblo chino para que no se deje engañar por la campaña de propaganda que mantiene el régimen de Xi Jinping y la nomenclatura del Partido Comunista.