La noble idea de la unión de los países americanos se presentó por primera vez en Londres al Gabinete Inglés, con los “Planes de Gobierno”, que Francisco de Miranda publicara el 2 de mayo de 1801 con el título: “Proyecto de Gobierno Provisional y Proyecto de Gobierno Federal”, proponiendo una integración de Hispanoamérica una vez lograda la independencia de los países del dominio europeo. (Carmen Bohórquez, Universidad del Zulia, Francisco de Miranda: La construcción política de una patria continental, 1999).
Las raíces del ideal del panamericanismo se han implantado desde su concepción en básicamente dos circunstancias: la primera de naturaleza geográfica; la segunda de naturaleza histórica. La primera circunstancia era evidente en sí misma y respondía a la realidad de este inmenso continente, abrazado por dos océanos y rico en recursos naturales, en etnias y en culturas. La segunda circunstancia de naturaleza histórica, converge en la memoria de la existencia de pueblos nativos diferentes con similares concepciones espirituales tanto de la vida como de la naturaleza, en un continente descubierto y conquistado por diferentes naciones pero coincidentes en procedimientos e intenciones. Las desemejanzas de la América anglosajona y la América ibérica se consideraban inferiores a las voluntades que deseaban la integración y unificación.
Fue realmente el Libertador quien vislumbró la grandeza de una América sólidamente unida, y fue quien sentó las bases de lo que hoy llamamos Panamericanismo; y llegó hasta proponer la creación de una gigantesca Confederación de Naciones Americanas. Para él América era una, sencilla y grande. Con profética visión anunció el advenimiento de un orden mundial, y predijo que algún día no solo América sería una, sino que todas las naciones del mundo acabarían por adoptar un solo gobierno.
Entusiasmado por el ideal panamericanista El Libertador Simón Bolívar presentó, el 6 de septiembre de 1815, en forma de misiva enviada a Henry Cullen en Kingston, la conocida “Carta de Jamaica”, justificando la independencia y posterior unidad de todos los países de América. (Luis Quintanilla, Panamericanismo e internacionalismo, Colección JSTOR, 1947).
Nueve años después, el 7 de diciembre de 1824, y como Presidente de La Gran Colombia, El Libertador invita a los gobiernos latinoamericanos al “Congreso de Panamá”, que se llevó a cabo en 1826, culminando el 15 de julio con la firma del “Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua”, entre las Repúblicas de La Gran Colombia (hoy Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá), la República Federal de Centro América (hoy Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica), Perú y Estados Unidos Mexicanos. Sin duda el más significativo acuerdo de unión regional para entonces. No tardaron en surgir reacciones de apoyo en los demás países. Casi inmediatamente los argentinos José Artigas y Bernardo Monteagudo, así como en Centroamérica el hondureño José Cecilio del Valle, fueron ecos de las ideas y pensamientos de unión y cooperación general entre todos los países americanos.
El ideal integracionista de la unión de los países hispanoamericanos siguió latente y mucho después, el 12 de diciembre de 1889, el político y escritor modernista cubano José Martí pronuncia un discurso en la Sociedad Literaria Hispano-Americana de Nueva York, ante los delegados latinoamericanos a la Conferencia. El texto conocido como “Madre América” daría origen a un ensayo filosófico y político conocido como “Nuestra América”, publicado en 1891 en la “Revista Ilustrada” de Nueva York. Este ensayo representó una clara manifestación unificadora hispanoamericana, estableciendo una posición latinoamericanista frente al panamericanismo.
Es importante destacar que conforme a estas expresiones y la necesidad política del momento, en 1890 se creó la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, producto de la Primera Conferencia de Estados Americanos reunida en Washington. En 1910 esta misma agrupación se convirtió en Unión Panamericana y en 1948 adoptó el nombre de Organización de los Estados Americanos (OEA), y ha sido desde entonces, tal vez la de mayor importancia que integra a la totalidad de los países americanos, organismo supranacional que agrupa a los 35 Estados con el objetivo de ser espacio de foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de toda América. Esta Organización seleccionó el día 14 de abril de cada año para conmemorar el Día del Panamericanismo que se celebra en Venezuela, por Decreto Presidencial, desde 1930. (CNDH México, http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/214280)
Adicionalmente, y con claras intenciones de construir relaciones más fuertes entre las naciones y los pueblos del continente, en el seno de la OEA se extendieron los convenios y las colaboraciones en una serie de áreas como, por ejemplo, en la salud con la Organización Panamericana de la Salud (OPS); en geografía e historia con el Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH); en derechos de la mujer con la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM); en los derechos y cuidados de la infancia con el Instituto Panamericano de Protección a la Infancia (IPPI); en las políticas indígenas con el Instituto Indigenista Interamericano (III); en agricultura con el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA); en la defensa continental colectiva con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR); en ayuda económica con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); y deportiva con la Organización Deportiva Panamericana (Odepa). Asimismo hay otros concernientes a los preceptos diplomáticos y políticos como el Código de Derecho Internacional Privado (CDIP), la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), y la Carta Democrática Interamericana (CDI). (http://www.oas.org/es/acerca/nuestra_estructura.asp)
Doctrina Monroe
El rol de los Estados Unidos de América ha sido determinante para los pobres resultados logrados hasta ahora. Por parte de Estados Unidos surgió en 1823 la Doctrina Monroe, una serie de principios de la política exterior norteamericana presentada por el presidente James Monroe al Congreso el 2 de diciembre de ese año, donde se establece que “el continente americano no puede ser en adelante objeto de colonización por parte de las potencias europeas…”, asimismo “… cualquier intervención europea en los destinos de los países americanos se considera agravio directo a los Estados Unidos que ameritaría una respuesta inmediata y contundente”. Se popularizó la célebre frase “América para los americanos”. Gracias a este precepto, en el siglo XIX se realizaron invasiones de USA en Argentina, Canadá, Chile, Cuba, México, Nicaragua y Uruguay. https://www.caracteristicas.co/doctrina-monroe/#ixzz6vtFPUrfr
En 1904 y debido al bloqueo naval de Venezuela por parte de potencias europeas, fue reformulada la Doctrina Monroe por el presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt a través del Corolario de Roosevelt, en el que se determina que si un país europeo amenazaba o ponía en peligro a los ciudadanos o empresas estadounidenses en algún país americano, el gobierno norteamericano estaba obligado a intervenir ese país.
A partir de entonces se han realizado intervenciones e invasiones de Estados Unidos en Guatemala, Granada, Haití, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, lo cual ha demostrado que la idea del panamericanismo para los Estados Unidos, basado en sus intereses hegemónicos en la región, difiere de la concepción panamericanista de la mayoría de los países latinoamericanos que persiguen la integración económica y sociopolítica. Esto originó el surgimiento de relaciones más íntimas entre los países latinoamericanos en un sentimiento de latinoamericanismo.
Las relaciones políticas y económicas entre los países de la región latinoamericana se han fortalecido con numerosos tratados y acuerdos realizados a lo largo del siglo XX, algunos son: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), compuesta por 32 de los 33 países de América Latina; Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), con 28 países miembros; Organización Latinoamericana de Energía (Olade), con 27 países miembros; Parlamento Latinoamericano (Parlatino), con 23 países miembros; Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), con 13 países miembros; y otros acuerdos y convenios, alrededor de 14, de corte subregional que agrupan a menor número de países miembros.
En la actualidad, infortunadamente no es posible afirmar que existe el panamericanismo imaginado por el Libertador. Muy lejos estamos de alcanzar aquella loable y valiosa Confederación de Naciones Americanas. Las desacertadas actuaciones y los erráticos procesos de integración no han logrado los objetivos de unión previstos desde el inicio debido básicamente a dos factores. El primero y más importante es la política imperialista de los Estados Unidos, diferenciadora con base en el esquema norte-sur, de intenciones integracionistas pero con claros propósitos de contar con aliados que respondan a sus intereses. El segundo lamentablemente se adjudica a los gobiernos locales, que bien sea por los diferentes tipos políticos e ideológicos, sistemas y modelos, históricamente aún no ha habido coincidencias para la verdadera e integral unificación, salvo los acuerdos y convenios mencionados anteriormente, que además adolecen de imperfecciones, bien sea por su fragilidad o por la ineficacia en los momentos más críticos.
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