Es así que alza su vuelo
el ave ciclotímica
y bate sus alas cansadas
y apesadumbradas hacia
ignotos parajes más benignos
o, -si prefieres- menos polutos
El ave rota por dentro que me habita
en los confines de mi esquizo incurable
alza su vuelo al filo de la medianoche
tal vez su último vuelo, quién
ha de saberlo, pues nadie entre las
brillantes nubes de alas de pájaros
cantarinos que cruzan el espacio prístino
e inmensurable siempre hay un pájaro
enfermo que acaricia el fin de su antiguo canto
por su propio vuelo; quiero decir, su último, definitivo
Discreto y melancólico se aparta triste y silencioso
y se rezaga involuntario, sin quejumbre, quedamente
en la cúspide de un risco de altas montañas para,
en soledad, lanzarse ansioso contra los acantilados
del fin del mundo. Y ya no hubo tiempo para el amanecer
ni para atisbar el alba…