Los dos escenarios eran idénticos. ¿Por qué entonces en 2019 soltaron a Ovidio y en 2023 sí lo detuvieron?
El 17 de octubre de 2019, fuerzas federales rodearon la casa del hijo del Chapo Guzmán en Culiacán, Sinaloa, y lo detuvieron. La respuesta del heredero del Cártel de Sinaloa fue el caos: más de 4 horas de balaceras, quemas, bloqueos, amenazas contra la población civil y contra las familias de los militares.
El pasado jueves, 5 de enero de 2023, en un operativo de fuerzas federales y estatales detuvieron a Ovidio otra vez. La respuesta del heredero del Cártel de Sinaloa fue el mismo caos: al menos 12 horas de balaceras. Hubo 19 bloqueos y agresiones armadas. Tiroteos en las calles, se pidió a la población civil no salir de sus casas, se cancelaron las clases, un grupo armado tomó el aeropuerto de Culiacán, se reportó que fue alcanzado por una bala gran calibre un avión de Aeroméxico en tierra con pasajeros a bordo que tuvieron que resguardarse porque quedaron en medio del tiroteo.
El 17 de octubre de 2019, según el parte oficial que filtró el hackeo de Guacamaya y revelamos en Latinus, a las 19:30 horas de ese día “se recibió la orden por parte del C. presidente de la República del cese del operativo para detener a Ovidio Guzmán López, al tomar la decisión con personal del Gabinete de Seguridad, con el fin de que se cesen los desmanes, y las Fuerzas Operativas se replieguen”. Lo soltaron. En la conferencia mañanera se dijo que el saldo fue de ocho personas muertas: un civil, cinco agresores, un interno de un penal y un guardia nacional.
El jueves a la 1:00 de la tarde, las autoridades confirmaron la detención y el traslado de Ovidio Guzmán a la Ciudad de México. Para esa hora, las balaceras en Culiacán llevaban más de 7 horas sin cesar. No estaba nada bajo control. Dicho por el propio gabinete de seguridad, las fuerzas armadas recibieron agresiones directas ante las que se defendieron Al cierre de esta columna, no sabemos el saldo fatal.
¿Qué cambió de octubre de 2019 a la madrugada de ayer? Nada.
Si en 2019 el argumento para detener el operativo fue no poner en mayor riesgo a la población civil (como ha repetido el presidente cada vez que le echan en cara su tibieza en ese primer “Culiacanazo”), ¿por qué esta vez dejó correr el operativo, puso en riesgo a la población civil y no soltó a Ovidio?
Porque el lunes aterriza en México el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En la política no existen las coincidencias. Y la cabeza de Ovidio puede ser una ofrenda de paz. Lo han hecho por décadas los presidentes mexicanos. AMLO no se sale de ese viejo guion. ¿Y por qué le importa Ovidio a Estados Unidos? Porque tiene una orden de aprehensión contra él desde 2019. Incluso ofrecían 5 millones de dólares por información que llevara a su captura.
¿Por qué ahorita? Porque en el último año se han roto todos los récords de muertes por sobredosis de fentanilo, y Ovidio es reconocido en México y Estados Unidos por controlar ese tráfico ilegal. Para Biden, el trofeo de llevarlo en extradición sería hasta electoralmente muy valioso. Y haría más fácil olvidar los insultos, sanar las heridas y cerrar los ojos frente a los abusos de López Obrador.
SACIAMORBOS. El operativo fue otra vez un desastre. Exhibe una ineptitud rampante. Pero tener a un peligroso criminal tras las rejas es un logro para el presidente de México. Y si así va a ser, pues inviten a Biden más seguido.
Artículo publicado por el diario El Universal de México