El régimen instaurado en Venezuela confía en que con una ley como la aprobada el último día del mes pasado por la Asamblea Nacional espuria; avalada esta semana por el TSJ espurio, los empresarios nacionales e internacionales correrán a sus brazos a invertir -entregar- sus capitales. «Yo te aviso chirulí», dicen ante efectos como estos en varias regiones de nuestro país. Lo primero que se puede notar ante semejante planteamiento, rayano en la ridiculez interna hacia afuera, es que la ley es tan ilegítima como su mecanismo de aprobación y los entes involucrados. Al darle el visto bueno de la AN esa y del TSJ ese, acrece el visto malo del mundo.
Luego, la desesperada búsqueda de recursos económicos frescos por parte del régimen del terror no puede andar peor encaminada. ¿Cómo se les ocurre? Entregar toda la responsabilidad en Nicolás Maduro. Como si hubiera sido en algo responsable como no sea de los delitos que lo acusan en Estados Unidos y en la Corte Penal Internacional por los que tendrá que responder si lo encuentran culpable, o del desastre económico generado en el país. Ese que nos tiene en el segundo lugar del hambre en América Latina según la FAO, y tercero en el mundo en desplazados. ¿Cuántas responsabilidades económicas no le han entregado para sostenernos en esta catástrofe financiera, económica en general, en la que nos encontramos hace tantos años? ¿No le otorgaron habilitantes y otras leyes por el estilo para la supuesta superación de la debacle económica en la que nos tiene sumergidos sin atisbo alguno de salida? ¿Qué paso con la Ley Antibloqueo? ¿Está bloqueada? Pues, parece que ante el tan buen desempeño, ya no la Asamblea Constituyente que no constituyó sino que hizo que legisló, sino esta que legisla quien sabe para qué, le da la potestad de decretar a el las zonas económicas especiales que considere convenientes. Así como de decidir el quién será el superintendente para las zonas, así como designar el Consejo Directivo de la superintendencia. Es otra entrega de este nuevo plan económico que ya, por este olor que despide, a azufre, a nada bueno, se entiende el despeñadero. Control no del Estado como parece sugerir el paso burlesco por la AN esa y el TSJ ese, sino un totalitarismo personalista, manejado por una sola persona, un Yo El Supremo, junto a su familia cercana. ¿Quién apuesta por eso?
Antes de aprobar la ley, si los supuestos diputados hubieran sido medianamente dados a estudiar el tema, a clarificar los hechos para la generación de un instrumento orgánico en procura del desarrollo económico del país, se hubieran apercibido de la situación de las zonas económicas que están en funcionamiento en el país sin ley alguna que las avale, por lo menos no esta. ¿Qué pasa por ejemplo con la ZEE de Paraguaná o la de los Valles del Tuy? ¿Son productivas? ¿Han generado empleos decentes? ¿Han arrojado cifras astronómicas de ingreso de capital que han permitido acrecer el erario público en tal magnitud que propician vislumbrar un verdadero desarrollo económico del país dentro de diez años, con la aprobación de la ley y su puesta en práctica? Nada se sabe de ellas, ni siquiera si de verdad se encuentran en un mediano funcionamiento, aunque sea. Con la alharaca que armarían si algo les saliera bien, ya lo supiéramos. Pero no. Como en todo lo atinente a cifras oficiales: impera el misterio y la ocultación. La verdad es que no existen. Y de existir es como si no existieran. Como no existe o es como si no existiera cualquier empresa del Estado. La mejor es Pdvsa. «Calcula tú», me diría un amigo.
La bancarrota de esas zonas está cantada. Justamente los países en donde mejor ha funcionado el esquema de las ZEE son aquellos donde han permitido su libertad de funcionamiento sin intervención directa del Estado, gobierno o régimen. Con manos privadas llevando el control. Tampoco es que sean la panacea absoluta. El hecho de que a China le ha ido bien no significa que no haya habido con ellas expropiaciones y desplazamientos personales, humanos, para su implantación. Los países más autoritarios expropian y se adueñan de espacios y de capitales, así como someten a maltratos al personal. No todas significan precisamente libertad económica. Esa misma que aquí con estos sátrapas no habrá. ¿No saben los empresarios los enormes riesgos que corre su capital en esas manos? ¿Les devolverán los impuestos como dice la ley? «Sí, Luis». Estos maulas no son capaces de pagar su afiliación a la Organización de Naciones Unidas ni para votar por Rusia. No han pagado a la Organización Panamericana de la Salud, razón por la que no tenemos vacunas que protejan, o sea, ni les importa para nada realmente la salud de los ciudadanos. ¿No han pagado a entes universitarios como cajas de ahorro, asociaciones de profesores, o sindicatos, o los institutos de previsión lo que le descuentan hace meses a los profesores o empleados y si van a pagar en devolución los impuestos que genere la actividad en las ZEE como dice la ley? No me vengan.
Más que en China, ya que nos somos la potencia china, revisemos los fracasos en Perú, en Nigeria, en Sri Lanka o en la India con las zonas económicas especiales. Aunque ahora existe una inusual escalada de búsqueda de petróleo y gas que no sea ruso para Europa y Estados Unidos y nos pone esta terrible circunstancia de la invasión a Ucrania en una situación privilegiada, como bien lo saben nuestros amigos del norte, no hay como obtener con suficiencia ese gas y ese petróleo por los desvaríos económicos de estos irresponsables que manejan el Estado, precisamente; los que hundieron la producción en general venezolana y las posibilidades del desarrollo económico. Otro aspecto a considerar podemos situarlo en que aquellas zonas económicas del mundo en que se solidificó el fracaso estuvieron signadas por la desproporcionada corrupción. Ustedes dirán. Este indicador resulta mortal para su implantación en la Venezuela actual, la Venezuela guiada por seres que la han llevado al cuarto lugar en corrupción en el mundo, solo por debajo de Siria, Somalia y Sudán del Sur.
¿Expiarán sus culpas con las ZEE? Sabemos que no. Andan en búsqueda de algún o algunos ignaros a los que les sobre real para que se los quiten sin beneficio alguno. La libertad económica, la libertad empresarial no han llegado a Venezuela. Maduro y sus aspiraciones totalitarias con su grupete del terror, de malandros, siguen allí y el mundo lo sabe. Esa peligrosa ley, por suerte, no pasará del papel y la celebración de su aprobación. Si avanzan con ella serán más destructivos. Correrán grandes riesgos: los empresarios, los trabajadores, el ambiente y el país. Las arcas familiares esperan por la ejecución de la ley. Pero no precisamente las arcas de las familias venezolanas, ni el Estado venezolano para alguna feliz realización.