OPINIÓN

 Otras vidas

por Alfredo Cedeño Alfredo Cedeño

Sabemos que al morir nuestro cuerpo terminará convertido en polvo, ello luego de ser pasto de los gusanos y atravesar un largo proceso de descomposición; también ocurre cuando unos, tal vez urgidos por llegar al final, optan por la ahora muy en boga incineración. También puede ocurrir que, tal como los faraones, o Lenin, o Stalin, o Evita Perón, o Mao, se opte por ser embalsamado.  Sin embargo, hay sus excepciones como es la de aquellos fenómenos, relacionados en su mayoría a la Iglesia Católica, ocurridos en los cuerpos de san Juan de la Cruz, cuyo organismo conserva, luego de cuatro siglos, flexibilidad; también permanecen incorruptibles san Bernardino de Siena, san Juan Bosco, santa Catalina de Siena, san Diego de Alcalá, san Francisco Javier, san Juan Nepomuceno Neumann, san Juan María Vianney, santa Rita de Casia y san Vicente de Paúl, por citar algunos.

La incertidumbre en lo que hay después del último sueño es infinita. Hay una enorme cantidad de suposiciones, teorías y demás cosas conexas en torno a qué pasa con el alma, la mente, la conciencia, la energía, o como quiera usted definir nuestro hálito vital. Una de las tantas especulaciones tiene que ver con la religión hinduista en la que existe la reencarnación, supone dicha propuesta que luego de muerto regresamos a la vida a purgar los llamados karmas, o cuentas pendientes que nos quedaron; cuentas que pueden ser muy abultadas porque, según afirman sus acólitos, ellas son acumulativas hasta tanto no saldes tus cuentas con el Universo. Atentos con lo siguiente: dicho renacer en este mundo no implica que sea en un cuerpo humano. El ya citado karma debe ser resuelto para lograr la liberación del ciclo de vidas en este mundo material y alcanzar el Nirvana o Paraíso.

Hay cualquier cantidad de ejemplos de dichas reencarnaciones y recurren a la comparación física para respaldarlo. Por ejemplo, se asegura que Anthony Hopkins es el calco de Sócrates, Sylvester Stallone del papa Gregorio IX y Leonardo DiCaprio de la damisela Judy Zipper. Como pueden ver, hay de todo y para todos. En Venezuela también ha habido mucha tela para cortar, hay quienes afirman que más que reencarnación son procesos de la madre naturaleza que no tiene límites para manifestar su bondad y su maldad. Respecto a esta última una que recuerdo mucho es la supuesta paternidad del sátrapa Juan Vicente Gómez del no menos sanguinario déspota soviético Stalin. La tesis en cuestión asevera que la madre del patizambo georgiano había sido  maromera en un circo que visitó Colombia y allí el tachirense había plantado su simiente en ella; las comparaciones, fotos en mano, de la semejanza física entre ambos engendros producían sesudos análisis de la huella homicida que calzaban uno y otro.

En esta búsqueda desesperada, urgente, vital, por entender nuestro drama ya comienzo a escarbar en los planos esotéricos y genéticos. ¿Será que Goebbels reencarnó, por nombrar un  par, en los ministros Villegas y Rodríguez? ¿O será que sus abuelos, o abuelas, tienen ascendencia germana y no nos hemos enterado de ello? Veo la habilidad prodigiosa del régimen y sus operadores para manipular las emociones de manera increíble. Usted observa y ve cómo hacen subir desaforadamente las expectativas, para luego sumergirlas en una sima tan oscura como la perversidad de sus creadores y ejecutores.

La payasada de la invasión y la no menor puesta en escena de la gasolina me lo confirman. A la par de todo ello ocurren cosas que incrementan la velocidad de este carrusel desquiciado en que nos mantienen estos hijos de su madre. Vemos a Franklin Durán, otrora hombre del régimen y quien prefirió pagar tres años de prisión en una cárcel de Estados Unidos a revelar los nexos rojos con la célebre maleta de dólares de Antonini Wilson ser alojado en El Helicoide. Pero como la sevicia roja es transversal vemos en Lara a la “juez” Ana Tovar encarcelar a un muchacho, Luis Pérez, con síndrome de Down; él cometió el horrísono delito de cacerolear a la pesadilla roja. Por otro lado, y ya me saltarán los corifeos y plañideras de la mal llamada oposición, la alternativa gubernamental a este infierno sigue sumida en el misterio y la escasa claridad. ¡Ay de aquel que ose pedirles rinda cuentas! ¿Será que estamos desahuciados y ni la vía de la reencarnación nos otorgará consuelo?

© Alfredo Cedeño

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