En «Una ética» José Rafael Herrera dice: «La única red social que bien merece llamar la atención de todos es la que terminará apresando y poniendo fin a la tiranía. Esa inmensa red social y política de la resistencia tiene que estar tejida con los hilos de la ética del compromiso y la solidaridad, de la constancia y el desempeño de los ciudadanos». Partiendo de este sencillo, pero comprometedor concepto podemos mirar lo ocurrido el 21N.
Se trataba esencialmente, de utilizar la campaña electoral para organizar la ciudadanía, aceitar las maquinarias de movilización ciudadana, acumular fuerzas, avanzar en la construcción de una sólida estructura electoral, presionar en la lucha por condiciones electorales dignas, e intentar también ganar espacios geográficos (en este caso gobernaciones y alcaldías) para poder proteger a la ciudadanía, tal como el siempre acertado Ángel Oropeza nos recuerda.
La pregunta puede ser ¿era ese el fin de los que participaron en la contienda? O simplemente fue una encarnizada pelea de perros por pedazos de poder, validación de tesis (abstencionismo-divisionismo-antiunidad) envenenado con la perversa capacidad de maniobra de la dictadura.
El tema del poder puede verse desde varias ópticas, apoderarse de un espacio para gobernar o demostrar a quién obedece el electorado. A los que incitaban a votar o los que conminaban a quedarse en casa porque las condiciones no estaban dadas.Pareciera que el régimen superó a sus oponentes, observó sus juegos y simplemente azuzó las diferencias y los temores. Muy claros fueron los recordatorios de Maduro y Delcy Rodríguez: Votar es reconocer la Asamblea Nacional y legitimar al presidente. Esta declaración debe haber causado estragos entre los opositores, que cayeron en la trampa, se agarraron de este argumento para quedarse en sus casas, un reto burdo pero efectivo.
Sin embargo, algo fuerte se movió, la oposición avanzó fuerte en las alcaldías, los espacios que están más cerca del ciudadano. Hasta un extremo que algunos analistas preguntan: ¿Cómo votas por un alcalde de la oposición, al cual conoces, sabes cómo actúa, lo respaldas y después en algunos casos apoyas un gobernador que te ha castigado con su conducta?
La oposición operó en muchos casos a favor del régimen, a quién se le ocurre desplazar a Roberto Patiño por Guanipa, un total desconocido por los caraqueños. Cómo imponen un candidato de la manito que le resta a Lady Gómez la posibilidad de seguir gobernando en Táchira. Cómo dejaron suelto a Florido y no llamaron a botón a Uzcátegui, que siempre repetía que iba ganando en las encuestas, pero nadie sabía cuáles eran. Además, la Fuerza Vecinal muestra muchos hilos sueltos: ¿quiénes la lideran?, ¿por qué tanto apalancamiento financiero.? Tan útil fue para el régimen que Rodríguez ya pidió incorporarlos al diálogo en México.
Pensando como ciudadana común, veo que las elecciones mostraron que el régimen es una minoría absoluta, sin duda que los abstencionistas (cerca de 60% de los electores) indudablemente son contrarios y entre los 6 millones de migrantes, escasos o ninguno hubiese decidido votar por un gobierno que los obligó a huir para sobrevivir.
Conclusión, las elecciones fueron el resultado de la habilidad para maniobrar del régimen, de la heterogeneidad negativa de la oposición y lo fácil que era posicionarse en la conducta disidente cómoda ─no voy a votar porque las condiciones no están dadas, no voy a legitimar─, acostémonos a esperar que una dictadura te la ponga fácil.
Si esta niebla se disipa le toca ahora a los que incitaron la abstención, plantear una salida coherente y rápida, distinta al trillado: sigamos luchando, vamos a un nuevo 16J. Elijamos un nuevo liderazgo. A los que actuaron para dividir, parados sobre fantasías numéricas, que reflexionen. Ecarri anunciaba buenas nuevas en Libertador, cuando nos llegó la peor noticia, que era de esperar ante la falta de realismo político: Meléndez alcalde.
La partida tiene que jugarse con los mochos, mancos, tuertos y todas las categorías de personas que ya entendieron que la única salida posible es derrotar electoralmente al régimen. El liderazgo tiene que recomponerse con acciones, en la mesa de trabajo, no en confrontaciones hipotéticas. Le pregunto a los abstencionistas y divisionistas: ¿les regocijó el mapa rojito? Una cruel versión de un país en manos de una banda de farsantes, cínicos, que al día siguiente de las elecciones trajeron un mariachi pirata para festejar su triunfo, pagado con el dinero de hospitales, escuelas, infantes sin medicinas y desnutridos.
Es comprometernos en una ética democrática, parar las involuciones estúpidas y trabajar para lograr la mayor cantidad de bienestar para todos. ¡Por favor!