Sacerdote, helenista y epistemólogo, Alfonso Ortega Carmona (Murcia, 1929-Alemania, 2018) fue un influyente catedrático emérito, pero también decano en la Universidad de Salamanca. El admirable doctor en Filosofía y Filología me envió, d. a. 80/s. XX, uno de sus más consultados libros, de indiscutible vigencia: Retórica [Editado en Madrid, bajo el sello de la citada institución académica, el año 1989]. Enjundioso, discernió que «[…] en Europa el arte de hablar bien ha sido siempre el instrumento más importante de la cultura y de la formación del hombre…» [Ob. cit.,p. 11].
Se cree que Aristóteles (Estagira, 384-322) la legitimó utilizándola metodológicamente, para instruir: cuestionar sucesos sociales y políticos de Grecia, e igual prodigar sus ideas al vulgo. Es indiscutible que la «Retórica» fortalece en pueblos donde la democracia impera, y sucumbe ante regímenes totalitarios.
En este tiempo y realidad, muchos indeseables del ámbito político presumen –íntima e infame- que no es cosa distinta adonde hechizar: fase superior de la –para ellos- necesaria dosis de mentira, demagogia o histrionismo.
Cierto es que la auténtica praxis democrática no es ni la oficialización del discurso timador ni la coacción del librepensamiento. Leamos lo que piensa Ortega Carmona.
«[…]Sin la facultad de hablar libremente, exponiendo el propio parecer para la mejor decisión y deliberación acerca del bien común, no puede existir verdadera democracia [Idem., p. 17]
Aristóteles pasó a la Historia considerado como el más admirable de los discípulos de Platón. Inicialmente, se había dedicado al estudio e investigación de la Biología. Durante aproximadamente veinte años, asistió a la Escuela Platónica. Luego de la muerte de su maestro [año 347], marchó de Atenas para convertirse en asesor e instructor del Príncipe Alejandro de Macedonia.
Regresó, más tarde, para fundar lo que trascendió bajo el nombre de Liceo: claustro donde inmortalizaría sus ideas filosóficas. La Política comenzaba ser considerada como una de las nuevas ciencias: «[…] debía ocuparse de las formas de gobierno reales, a la vez que las ideales, y debía enseñar el arte de gobernar y organizar estados, cualquiera que fuese su forma, del modo que se desease…» –afirma George Sabine, en su Historia de la Teoría Política («Fondo de Cultura Económica», Bogotá, Colombia, 1976, p. 77). Es probable que cuanto en aquellos días se definía mecánica políticano fuere sino la «Retórica», método de praxis de una disciplina cada vez más compleja y propensa ser malintencionadamente utilizada. En Atenas, los filósofos fueron los primeros políticos profesionales porque estuvieron más cerca del poder que quienes ejercían actividades no intelectuales, aun cuando vinculadas agobiernos. Esos pensadores fueron los primeros en platicar sobre la factibilidad de abolir la Propiedad Privada y Familia (moción que Platóndefendía).
Ellos impulsaban leyes, eran consultados para la redacción de normas, decretos o para eliminarlas. Con praxis retóricaformulabancríticas: hacia una postura específica o acontecimiento inducido por los hombres. Aristóteles difería de su maestro en cuanto a su percepción del Estado Ideal y, frente a ello, formularía –respetuoso- su argumentación personal. Lo hacía con técnicas, lucidez e información científica.
En mi opinión, Retórica es debate público de ideas opuestas: morales, filosóficas, políticas o de cualquier otra disciplina del conocimiento humano (1) Sesudo, Alfonso Ortega Carmona dilucidó perfecto e infirió «[…]que la mayoría de las decisiones políticas, dentro de las instituciones democráticas, son, a su vez, resultado de un debate en el que la propuesta y defensa de los mejores argumentos corre también la suerte de las mas brillante y persuasiva exposición» [Cfr., p. 17]. Imprescindible para los (defensores o acusadores) «oradores»-«exponentes» en juicios y mitin o meeting, añado. Don Alfonso lo asevera: ya en los textos clásicos La Odisea e Ilíada se advierte respecto por el «arte de hablar en público», lo que habría precedido la intencionalidad aristotélica de exaltar ese virtuosismo.
La importancia de dominar el discurso, la argumentación y hasta la gestualidad determinaría el éxito político de un personaje. En esa etapa iniciática de la práctica retórica, la investigación, ponderación y coherencia fueron cruciales y conducirían a un extraordinario pensador (Sócrates) a inventar la Mayéutica(2):
«[…]Muchos retóricos antiguos vieron ya en Homeroal padre de la Retórica, y, con frecuencia, citaron ejemplos suyos para la confirmación de técnicas persuasivas. Bastaría recordar que tres cuartas partes de la Ilíada, un poema de guerra, están constituidas por conversaciones y discursos…» [Ob. cit., p. 20].
En aquellos días, la preponderancia de la Retórica influiría [todavía, en diversos aspectos de la vida universitaria e intelectual posmoderna] en el establecimiento de los tribunales del pueblo: organismos mediante los cuales [dícese] los griegos eliminaron la corrupción judicial.
Si meditamos un poco, descubrimos que en los actuales «juicios orales» [ya en tardía práctica en lo que denomino ultimomundano] el talento discursivo de los abogados suele salvar de la Pena de Muerte a los reos acusados de haber cometido delitos graves.
Los tribunales del pueblo en la Antigüedad eran integrados por numerosas personas, lo que obligaba a defensores y acusados afinar sus intervenciones. Lo sostengo:blindar su oratoria. Curioso quePlatón [pese a su notable reputación filosófica] no pudo evitar que a su amigo Sócrates lo condenaranmorir bajo la absurda acusación «[…] de haberse ocupado, en exceso, de la investigación de lo subterráneo y celestial, convertir en fortísimo el argumento débil y enseñar cómo» (Platón: Defensa de Sócrates, Edición de «Aguilar», Madrid, España, 1973. P. 21). El filósofo «delincuente» no lograría salvarse tras utilizar la Mayéutica con la cual, asombrosamente, deslumbraba e iluminaba las mentes de sus discípulos. Y confundía a sus detractores con lucubraciones que los develaban como los auténticos culpables.
La Mayéutica se basaba en la incesante interrogación que, por instantes, lucía inquisición. Hubo algo inusitado que, en una de las innumerables y acomodaticias reformas del Código Procesal Penal del país en el cual infaustamente nací y que, por ejemplo, luce mediocre reminiscencia de las leyes que imperaban en la Grecia Antigua. Aquí se ha establecido en los juicios orales [no se sabe por cuánto tiempo ni por virtud de cuáles legisladores desquiciados o ebrios] lo siguiente: la selección por sorteo de jurados o escabinos, sin la necesaria formación jurídica o conocimiento de la Constitución y leyes.Individuos que, aparte, no muestran voluntad personal, razonable curiosidad ni sensibilidad humana. La determinación o fortaleza intelectual para indagar detalles relacionados con casos penales para decidir quién es inocente o culpable de haber cometido el [los] delito [s] que se le [s] imputan.
Sospecha Ortega Carmona que la aparición de la «Retórica» sería contemporánea a la decadencia de la «Sofística», de la cual se inferiría fue la primera Ilustración Europea:
«[…]Su concepción-antítesis de la verdad, vida y Hombre, dará lugar a otra profunda revisión filosófica en Platón y Aristóteles, influidos por Sócrates. El clima espiritual que precede a la Sofística alienta una fe inquebrantable en poderes sobrehumanos que rigen, sin posibilidades de protesta, los destinos y todo fenómeno cósmico…» [Ibídem., p. 23]
Quienes propugnan el empleo del mitin o meeting [en declive por repugnante] cometen vanos esfuerzos de oratoria para mantener atento al imbecilizado enjambre que los escucha. Los políticos de la Antigüedad no gritaban porque se dirigían a pequeños grupos de personas cultas, y por ser intelectuales. Sabios, portadores de la verdad.
Virtud a políticos sin instrucción filosófica, la «Retórica» degeneró en formas intimidatorias: amenazantes, mensajes apocalípticos y de trasfondo vulgar: envileció con la vindicta, agitación bélica y tremendismo. Los oficiantes de intervenciones públicas justifican su mediocridad bajo el alegato según el cual, en pro de la supervivencia de «actos de masa», el mensaje debe estar despojado de intelectualismos (3)
NOTAS
(1) Definición personal que inserté casi al final de mi libro Dictados contrarrevolucionarios («Edición de la Universidad de Los Andes», Mérida, Venezuela, 2008. p. 201).
(2) Cuando me instruí sobre esa fascinante práctica discursiva, experimenté una inconmensurable felicidad: de modo empírico, yo hacía tiempo que la ejecutaba.
(3) STUART MILL, John, dijo en su Diario«[…] que todo empeño intelectual, o, en cualquier caso, todo empeño científico cae bajo el popular estigma de ser insensible» [p. 45]. También infirió que«[…] ser popular es adular a todas las personas diciéndoles que son lo que más desean ser» [Supra., p. 45. «Alianza Cien», Madrid, España, 1996]
@jurescritor