OPINIÓN

¿Oro negro o excremento del diablo?

por Oscar Arnal Oscar Arnal

Las crónicas de indias señalan que cuando los naturales de Cubagua observaron, a mediados del siglo XVI, un líquido negro que flotaba sobre el mar lo denominaron “el excremento del diablo”. Así aparece el petróleo, y es muchos años después, en el siglo XX, cuando comienza la explotación del también llamado “oro negro”, que tiene ya más de cien años.

En sus albores el Derecho Romano estableció que todo lo que estaba debajo de la tierra pertenecía al dueño del terreno. Consagra el principio de anexión. Cuando el imperio se extendió de manera impresionante decretaron que para los romanos esto seguía siendo así, pero lo que se encontrara debajo del terreno en los territorios conquistados debía ser del pueblo romano y administrado por el Estado. En Inglaterra se acoge el principio original de que todo lo que aparece debajo del suelo es de los particulares y ese derecho anglosajón pasa a las trece colonias que luego forman los Estados Unidos de América. El país del norte lo pueblan en principio los cuáqueros y los pilgrims (peregrinos), que son unos perseguidos religiosos y políticos, que se van para siempre a fundar un nuevo país o la Nueva Inglaterra (New England). Lo contrario sucede con la conquista española. Los españoles vienen con la idea de llevarle todas las riquezas del subsuelo a la Corona, que adoptó el criterio de que toda la riqueza del subsuelo les pertenecía. Con la independencia, Bolívar decreta en Quito en 1828, que ahora en vez de ser estas riquezas del subsuelo de la corona española, pertenecen al Estado de la Gran Colombia. Esto a pesar de ser él mismo el dueño de las minas de Aroa. Con la llegada de la producción petrolera, Juan Vicente Gómez instituye que estas riquezas del subsuelo son inalienables y siempre del Estado, con lo cual prohíbe el traspaso de estas tierras que son propiedad de la nación. Lo que hizo Gómez fue hacer hipérbole del principio de que toda riqueza del subsuelo era de la nación. Estado que administraba como si fuera su finca personal, de manera que todo en definitiva era suyo. Lo más que se permitió Gómez fue dar unas concesiones a sus acólitos por tiempo muy limitado. Gómez le dio el poder a las compañías petroleras de hacer las leyes sobre el crudo y estas también prefirieron lidiar con uno solo (Gómez) que con una cantidad de particulares, que como concesionarios pretendían cada uno una negociación diferente. En Estados Unidos el modelo que se adoptó fue el contrario, los particulares eran los dueños del petróleo, lo que hizo que se descentralizara la riqueza petrolera y el Estado no aglutinó todos los recursos. En Inglaterra, sobre los años de 1930, los laboristas estatizaron las minas y el petróleo y la economía empezó a colapsar hasta que llegó Margaret Thacher y revirtió todo a los principios originales. Hasta la estatal British Petroleum fue privatizada. En Venezuela CAP I nacionaliza el petróleo, revirtiendo las concesiones de las compañías petroleras antes de su vencimiento y concentrando todas las infraestructuras en la estatal Pdvsa. Cuando se produjo la primera gran subida de los precios durante su gestión, ingresaron al Estado central tantos recursos, que empezaron a distorsionar una economía que no estaba preparada para su administración. El Estado se hizo mucho más grande y se metió en los proyectos llamados “elefantes blancos” o improductivos que iban a generar pérdidas a la nación. La llamada “Venezuela Saudita”, el “Ta’ barato dame dos” y “la Venezuela mayamera” fueron las consecuencias de la llamada “enfermedad holandesa”, donde una moneda se sobrevalora y todo lo que viene del exterior se compra mucho más barato, haciendo al país nada competitivo. La montaña rusa de los precios petroleros hizo mucho daño a un país no preparado para administrar una riqueza que no se había ganado con su esfuerzo. Al bajar los precios durante el segundo gobierno del presidente Caldera se dio inicio a “la apertura petrolera”, que significó darle condiciones a las empresas extranjeras para volver a invertir en Venezuela. De cualquier manera, la empresa petrolera nacional se manejó con profesionalismo y alejada de la política hasta que llegó el chavismo. En pocos años se botó de la estatal a más de 20.000 trabajadores muy bien entrenados y se politizó la empresa, a tal punto de que su presidente se ufanó de tener una Pdvsa “roja rojita”. Se reformó la ley de la apertura imponiendo condiciones poco competitivas a la inversión extranjera, tan necesaria. El presidente Caldera sobre el final de su mandato creó un fondo de estabilización al estilo noruego que Chávez hizo pedazos en poco tiempo. Al también desmontarse los controles institucionales, el saqueo se hizo generalizado y no se tuvo ni siquiera con qué pagar los bonos y deudas petroleras. La reflexión viene al caso porque si le hubiéramos dejado el petróleo a los dueños de los terrenos y hubiéramos adoptado el modelo de Texas, y dejado un fondo como el noruego, otro gallo cantaría. Hoy el petróleo, en vez de haber sido el oro negro, es el excremento de un diablo que representa un Estado ineficiente y corrupto que tiene muerta de hambre a Venezuela. La última encuesta de las universidades sobre la pobreza la sitúa en 94,5%. El reto es salir de la Venezuela rentista hacia la productiva y competitiva. Para ello el cambio de gobierno es imperativo…

@OscarArnal

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