Hace unos días Mikahail Khodarenok, un analista de la televisión estatal rusa, excoronel del ejército y hasta hace poco estratega militar del Kremlin, ha descrito con realismo y cierto pesimismo las dificultades no esperadas de la invasión rusa. Dibujó un escenario de claro empeoramiento de la situación para Rusia, negó que la moral de combate ucraniano estaba “cerca de la crisis” y que según su opinión Ucrania dentro de poco tendrá más de 1 millón de soldados debidamente entrenados y dispuestos a “derramar sangre por su patria”. Reconoció que “el mundo entero está en nuestra contra”. Aseguró que “estamos en un aislamiento geopolítico”. Reivindicó algo que ya se veía, la fuerza de la convicción en la capacidad de lucha. No lo expresó, pero se entiende que los ejércitos rusos están fuertemente desmotivados. Está claro que el éxito de la invasión de la península de Crimea en 2015 ha animado esta segunda invasión y, lo que es peor, hubiera podido generar otras invasiones en la línea de la loca idea de Putin de reconstruir dentro de Rusia los territorios que llegó a tener la extinta URSS, si esta última agresión armada hubiese sido rápida y exitosa.
Ayer Biden apoyó el rápido ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN, dijo que cumplían con los requisitos. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, pretende que el proceso de entrada se concrete en semanas. Para que se pueda admitir a un nuevo país debe ser aceptado por la totalidad de sus 30 miembros, actualmente Turquía ha reiterado su negativa por considerar que ambos países en distintas ocasiones según el criterio del presidente turco Recep Tayyip Erdogan han apoyado a organizaciones terroristas que actúan en suelo turco. Es complicado en todo tipo de organizaciones y más si son numerosas como es el caso de la OTAN con 30 miembros y la Unión Europea 27 miembros, exigir para determinadas decisiones el voto por unanimidad por la existencia del derecho a veto de todos sus miembros. En estos momentos tanto las medidas de cortar el suministro de hidrocarburos con Rusia están bloqueadas por el veto de Víctor Orban, presidente de Hungría, y el veto de entrada de los dos países nórdicos en la OTAN ejercido por Turquía. No puede ser y no debe ser que el veto de un miembro en cada caso bloqueé dos de los pasos más importantes con relación a la invasión de Ucrania.
Pienso que al final ambos vetos se negociarán.
De hecho, la OTAN, Suecia y Finlandia han ofrecido garantías a Turquía de que recibirán “garantías de seguridad” si levantan el veto a su incorporación como miembros. El presidente turco ha declarado “la solidaridad dentro de la alianza, tanto en términos de seguridad de los países miembros de la organización como de seguridad colectiva, es su principal valor… todavía apoya la política de puertas abiertas de la OTAN”. De todas maneras, siempre hay alternativas complementarias en ambos casos tanto para el apoyo de la OTAN a Finlandia y Suecia como del corte de hidrocarburos con Rusia de todos o casi todos los países de la Unión Europea. Hoy día 88 de la invasión Dianius Kreivys, ministro de Energía de Lituania, ha anunciado que desde hoy domingo no comprará gas, petróleo y electricidad a los rusos.
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, tanto los aviones, helicópteros, tanques y barcos han perdido su eficacia en la lucha armada frente a los misiles, drones e inteligencia. El dominio de la inteligencia es total por parte de Ucrania gracias a la tecnología, información y armamento aportado por Occidente. Los misiles más modernos y avanzados son igualmente los de Ucrania aportados por Occidente igual que los drones, además de ser fáciles y rápidamente transportables a Ucrania. De vez en cuando leo en los medios de comunicación informaciones falsas, pero generalizadas que sin duda no tienen ni lógica ni coherencia, pero eso sí que de alguna manera benefician a Rusia. Me refiero a la noticia de que a Occidente se le estaban acabando los misiles. Una información falsa y absurda.
A Ucrania no ha llegado más que una cantidad exigua de misiles que posiblemente no sea ni el 1% de los existentes en Occidente. La capacidad de fabricar misiles por parte de los países de la OTAN es prácticamente ilimitada. Los que sí pueden llegar a tener ese problema son los rusos que tienen el problema añadido de los componentes, el dinero y de amigos tecnológicos que le aporten ayuda. Como hemos mencionado reiterativamente la supuesta potencia militar de Rusia solo existe en su propaganda, en sus campañas de desinformación y entre sus amigos colaboracionistas a los que ahora se han sumado unos pocos a un documento, ¡Paz ya! En vez de pedir la inmediata retirada de las tropas rusas de Ucrania. Fue firmado por Noam Chomsky, Jeremy Corbyn, Rafael Correa, dirigentes de Podemos de España como Ione Belarra y Pablo Iglesias y el alcalde de Valencia, Joan Ribó, entre otros colaboracionistas.
El proceso es sencillo Rusia ha invadido un país modesto y sin capacidad de defensa como Ucrania, lo ha hecho de forma violenta y agresiva, destrozando el país y sus infraestructuras, asesinando civiles incluyendo ancianos, enfermos y niños y violando mujeres. ¿Por qué no piden la retirada del ejército ruso de Ucrania y que luego se hable del castigo a los culpables de crímenes de guerra y de lesa humanidad por parte de Rusia?, y del pago de indemnizaciones por su destrucción, víctimas y muertos. En resumen, que exijan castigo y compensaciones a los violadores e indemnizaciones a las víctimas. Pregunto a estos firmantes: ¿Es que pretenden que mientras un violador actúe contra sus víctimas, negocien entre ellos? Lo lógico es detener la violación y después exigir responsabilidades penales al violador y compensaciones a las víctimas y reparación de todo lo destruido con las indemnizaciones correspondientes. Si tienen un mínimo de integridad ética que retiren su carta y hagan una nueva exigiendo lo que es realmente justo.
Por otra parte, la amenaza de Tercera Guerra Mundial y bombas nucleares son de Putin y de sus hombres de confianza.
Todos los firmantes de esta última vergonzosa carta son de izquierda radical en el límite o fuera del límite de la pirámide de libertad, es decir, en el límite de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
En mi anterior capítulo pienso que puse al descubierto al eslabón perdido entre la extrema izquierda y la extrema derecha que es Putin. Apoyar a Putin es en cierta medida reconocer como una cierta compatibilidad y convergencia ideológica entre ambos extremos. La realidad es que las teorías comunistas han muerto y solo quedan las del tipo de Putin, Xi Jinping y de países dictatoriales, tramposos y gobiernos con su origen algunos de izquierdas y otros de derechas totalitarias, que se han convertido en híper capitalistas, imperialistas y nacionalistas. Conceptos que según mi criterio son más bien de extrema derecha pero que ellos se clasifiquen como quieran. Están fuera del sistema democrático, son liberticidas y transgresores de casi todos los derechos humanos. Son más bien filonazis o filofascistas porque el comunismo ha desaparecido como ideología política por ineficiencia política, económica y de gestión.
La invasión va para largo, no tenemos más remedio que prepararnos para el futuro, sobre todo para que estas cosas no puedan volver a suceder. Dejar que los violadores se salgan con la suya y que los demás compremos tiempo solo sirve para dañar el mundo a más velocidad y encontrarnos con mayores problemas incluso a corto plazo.
Uno de los casos que más ilusión me hace es activar con fuerza y medios la urgente transición energética, nos ayudará al desenlace de la invasión de Ucrania, a la ecología y la lucha contra el cambio climático, a la democratización e independencia en el suministro de energía y en cierta medida en él debilitamiento de gran parte de los países dictatoriales, tramposos y gamberros.
En estos momentos y espero que me dure mucho, me siento orgulloso de nuestros líderes mundiales Biden y Von der Leyen.
Esta última ha presentado el plan energético europeo consistente en acelerar el desarrollo y despliegue de fuentes renovables, ahorro eléctrico y la diversificación energética. El plan denominado REPOWER EU pone en marcha la urgente transición energética. Para ello propone acelerar el pacto verde, subir la eficiencia energética, el despliegue de energías renovables y el aumento temporal del uso del carbón. Esta última medida es negativa por su contaminación, pero necesaria parcialmente para la transición y su rápida ejecución.