El diccionario de la real Academia Española suministra dos significados para el optimismo. El primero es: «la inclinación o tendencia a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable». La segunda es: «doctrina que atribuye al universo la mayor perfección posible».

También, y a juzgar por la letra de aquella famosa canción compuesta por Carlos Baute en 1995, el optimismo puede esgrimirse como una razón sobre la cual se fundamenta una decisión. A modo de ejemplo: «Yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista».

Claro, la canción fue compuesta en 1995 pero el abismo en el que hundieron a nuestro país a partir de 1999, no solo ocasionó que Baute se fuera de Venezuela: lo han hecho también más de 7,7 millones de venezolanos según el portal de la Acnur (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados).

En el caso de Baute, sus abuelos huyeron de Cuba cuando Fidel Castro llegó al poder, razón por la cual le aplica el antecedente vivencial relacionado con las malas experiencias y resumido en aquel famoso refrán de “A quien le picó Macagua, bejuco le para el pelo”.

Aclaro que cuando digo «abismo» me refiero, por ejemplo, a que Venezuela perdió casi que el 80% de su PIB real entre 2013 y el presente, quedando en la historia como la depresión económica mundial más importante de los últimos 30 años.

Este punto del optimismo no es una nimiedad. Es tan importante que lo aborda el Informe de Coyuntura Venezuela de octubre 2023, de 81 páginas, dado a conocer el pasado 18 de octubre por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES).

El abordaje lo materializa mediante la utilización de las Encuestas de Coyuntura Industrial de Conindustria (en este caso las correspondientes a los trimestres I y II de 2023) en la «Sección Economía real: sector manufacturero» y abarca las páginas 38 a la 43. No es la primera vez que el Informe de Coyuntura del IIES se apoya en las encuestas de Conindustria: lo ha hecho desde el informe correspondiente al mes de junio de 2021.

Sin embargo y por mi parte -y para El Nacional– he escrito siete artículos comentando las cifras y las expectativas de los industriales reflejadas por Conindustria en sus encuestas de coyuntura y tres de esos siete artículos fueron publicados antes de junio de 2021. En efecto, allí están: «Las propuestas de Conindustria» (septiembre de 2020), «La undécima observación» (diciembre de 2020) y «Felicidad y miseria» (abril de 2021).

Con relación al optimismo de los industriales venezolanos, el/la analista que escribe la mencionada sección de economía real sector manufacturero, se hace preguntas que luego responde (¡Al igual que lo hago yo en cada uno de los tres artículos mencionados!): ¿Refleja lo reportado en el Gráfico 20 un optimismo bien sustentado por algún evento en particular?, o ¿es acaso simple optimismo?, ¿Cuán optimista son los industriales?

Transcribo fielmente a continuación, la conclusión del Informe de Coyuntura Venezuela de octubre 2023 del IIES sobre el optimismo de los industriales: «Por lo anterior podemos deducir que los industriales realmente estiman una moderada mejoría; pero no una dinámica expansiva de profundidad. Sin embargo, cualesquiera sean los motivos que animan a los industriales a esperar las mencionadas mejoras (utilidades de fin de año, aumentos en la producción petrolera, gastos por campaña electoral, etc.), los indicadores preliminares de la evolución del tercer trimestre (2023) no parecen indicar una importante recuperación».

Por cierto y de paso, dicha conclusión está en perfecta sintonía con la de mi artículo para El Nacional, también basado en las encuestas de Coyuntura de Conindustria, publicado el pasado mes de marzo de 2023 (siete meses antes) y que se tituló “Eppure non è fisso”.

Sobre el segundo significado asignado por la Real Academia Española para optimismo les estaré escribiendo la semana que viene.

 


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