OPINIÓN

Oposición valerosa 

por William Anseume William Anseume

Muchos denuestan de la oposición; a veces hasta tienen en ello una pizca -no más- de razón. Pocos reconocen, como debemos reconocer, así no lo queramos, los logros. Se entiende el argumento, falaz, de que en más de dos décadas no se ha logrado derribar del poder a la camarilla más o menos mínima que se enquistó en él. Digo falaz porque no se ha dejado de intentar, nunca, a todo costo. La oposición no está, ni ha estado, entregada. La oposición no ha podido, eso es muy otra cosa. La pregunta sencilla nos puede orientar la respuesta compleja. ¿Por qué? Surgirán los calamitosos fustigadores a señalar que por vendida, o por fofa. Ese continuo señalamiento abona permanentemente, nutre, el discurso del régimen del terror: la oposición no sirve.

Pues no. La confusión primigenia que no ha dejado de extenderse en torno a jugar democráticamente contra un régimen despótico se ha venido superando. No se resuelve, como hemos apreciado, en dos años. Entender la toma del país con sustento no solo en el estamento militar sino con base en ellos e innumerables grupos al margen de la ley: narcotraficantes, guerrilleros colombianos, pandilleros, manejadores de trenes, pranes, fundamentalistas de varias naciones, otros terroristas, no ha sido sencillo. Es un poder secuestrado, que ha actuado sin escrúpulo alguno para comprar a quienes haya que comprar, para matar o apresar a quienes haya que neutralizar, para prevalecer. Pero, aún así, también la oposición ha prevalecido. ¿O no? ¿No está allí en busca de trazar un rumbo liberador? Allí está.

Esto a pesar de las acciones en contra ejecutadas desde Miraflores, en conjunción con países nada democráticos: Cuba, Irán, Rusia, China. A pesar de las, en oportunidades, desconcertantes posiciones asumidas por quienes deberían respaldar a la oposición enfrentada a ese monstruo inmenso, me refiero a la Comunidad Europea, suponemos que ahora un tanto más clara, Estados Unidos y Canadá. La oposición sigue allí colgada de lo único que le queda como espacio político para encarar los desmanes: la Asamblea Nacional electa en 2015. Con todos los despropósitos que pueda haber cometido, allí está. Se puede ver actuando semanalmente, con diputados en peligroso ejercicio de sus funciones. La oposición está en la calle, a pesar de todo. Y es atacada. Desde luego. Y es perseguida, desde luego. Pero cuando los ataques provienen de nosotros mismos en un plan que orquesta el régimen de dar aliento permanente a la antipolítica, es cuando se juega con el enemigo. No son adversarios, son enemigos, como ellos han previsto y actuado.

¿De dónde surgió la idea tan antidemocrática, tan antipolítica, del oscuro «pensamiento único»? ¿De la oposición? ¿De quién ha sido el planteamiento del partido único que pretendió arrollar partiditos para acoplarlos a su unicidad? ¿De la oposición? El discurso totalitario ha sido sustentado y puesto en marcha desde el poder tomado. Mal hacemos en insuflarlo. El régimen ha comprado conciencias descaradamente. Pero no todas. El batallar por la libertad sigue en las regiones, en la capital, a todo evento. El avasallamiento calculado desde el poder no se ha podido concretar. ¿Por qué? La idea de exterminio sobre los partidos no se ha logrado. Al contrario, han surgido otros, nacidos en despotismo, como Encuentro Ciudadano, muy recientemente. Sin embargo, la persecución sobre Voluntad Popular fue, ha sido, implacable. Ahora la emprenden contra Bandera Roja, contra el Partido Comunista, de esos que no se acoplaron a la unicidad. La oposición sigue allí aunque la han querido desaparecer. ¿O no? Mucho dirigente político anda por fuera, exiliado. Mucho dirigente político adentro se siente coartado en su accionar, limitado económicamente, perseguido. ¿Qué nos dijo Telefónica? Nos indicó que nos ha espiado permanentemente a millones de venezolanos por orden del régimen. Y la oposición allí.

¿Tiene espacios para presentar sus planes la oposición? De verdad: no los tiene. Los medios, en general, han sido tomados, comprados, o cerrados. Los demás padecen un implacable cerco, junto a sus dueños, junto a los periodistas. ¿Eso no se reconoce? A mí me parece digno de reconocer. Que haya una oposición visible, seleccionable, en medio de todo este panorama, estamos en la obligación de reconocerlo. Por ahí andan Juan Guaidó, los adecos que quedan, los de Voluntad Popular que han persistido, Convergencia, Proyecto Venezuela, el Copei que queda, los bamboleantes de Primero Justicia, Delsa Solórzano. ¿No se ven? Operan en una Asamblea que ha querido ser destruida sin que lo hayan logrado. Sería un error y una inmensa canallada no ver.

La juntura de la oposición seria, que ha luchado y pervivido, a pesar del desmedido abuso que ha tratado de aplastarla, dará al traste con quienes tienen secuestrada a la nación. Valerosa ha sido, persistente. Y ese valor, esa persistencia es preciso cacarearlos, usando los cuatro vientos y más. Están allí, desde la oposición, luchando por una salida a este despropósito generalizado e inédito que padecemos. Incomparable con ningún otro anterior. Dejemos de pedir imposibles. Sumemos a trabajar con ellos por la liberación. Lo demás sería sentarse sobre el facilísimo de la antipolítica, entregarse. La elección primaria dará el campanazo que la ciudadanía necesita para activarse. La antipolítica es el discurso del régimen. Quien le abone ya sabemos de que pata cojea.