Las oportunidades son circunstancias que aparecen para hacer propicias las decisiones que pueden resultar favorables. La procrastinación es todo lo que se hace para no aprovechar las oportunidades. Cada uno de nosotros hemos tenido enfrente oportunidades, algunas hemos aprovechado y otras no, corriendo con las consecuencias de la acción o la inacción. Así pasa con las familias, las organizaciones, las comunidades, los países y el mundo. Así tengamos a la mano los avisos, las advertencias, las señales y hasta los expertos que analizan unas cosas y las otras, con frecuencia una oportunidad se pierde.
Algunas oportunidades son fortuitas, casualidades que aparecen por allí y aprovecharlas depende de si uno, o la familia, organización o el país, se entera o no de esa circunstancia. Nadie se dio cuenta hasta que pasó y se perdió. Pero existen oportunidades advertidas que se dejan pasar y allí está la procrastinación. Desde pequeño se le dice a la gente que hay que estudiar y portarse bien para que se le abran buenas oportunidades, pero hay muchos que pudiéndolo ni estudian ni se portan bien, luego lloran por su mala suerte.
Lamentablemente, así pasa no solamente con individuos. Hay comunidades humanas, desde pequeñas hasta gigantescas, que se dedican a estudiar sus oportunidades, las estrategias para aprovecharlas, documentan su “visión” e invierten fortunas en eso, pero en la cotidianidad marchan aplazando las decisiones que los pueden llevar a mejorar, generalmente por causa de la procrastinación. Entre estas causas está la rutina, la indisciplina, la pereza, la sordera que significa aquí no saber escuchar ni saber conversar, el miedo, el apuro, las distracciones, la codicia, la arrogancia, la desconfianza o el exceso de confianza, y muchas otras.
A veces se asocia la oportunidad con una crisis, por ejemplo, un dolor es una advertencia que algo anda mal en mi organismo, lo que me da la oportunidad de revisar mi salud y mejorar mis hábitos. Una inundación o crecida de un cause puede ser tomada como una señal de la necesidad de atender debidamente una cuenca y la oportunidad de adelantar proyectos de desarrollo sostenible en la localidad. Así estas señales y avisos pasan desde temas domésticos hasta los temas del calentamiento del planeta, las crisis energéticas, la política local y global.
Todo el mundo sabe que la deforestación sea donde sea no es buena, sin embargo, seguimos talando árboles y no sembramos los que deberíamos sembrar. Sabemos que la basura es problema complejo, pero es una oportunidad para consumir menos, reciclar más y producir menos desechos, pero seguimos consumiendo masivamente, sobre todo los productos de consumo masivo que son los principales contaminantes del mundo. Sabemos que la comida chatarra es mala para la salud, para el ambiente y para todos, menos para la codicia de los grandes productores de esa “comida”. Y ese conocimiento nos da la oportunidad de comer sano, pero la comida chatarra es la que más se consume en el mundo.
El calentamiento global nos da la oportunidad de sustituir las fuentes de energía más contaminantes y costosas por fuentes naturales que no son dañinas, como la energía hidráulica, la solar, la eólica y otras. Estas energías pueden ser más locales, más baratas y hacer que todos sean menos dependientes de los grandes consorcios y sus intereses, pero justo por eso se aplazan las decisiones adecuadas. La codicia y los intereses corporativos son la causa de la procrastinación. Y vemos las trágicas consecuencias.
Sabemos que las malas juntas nos perjudican, lo que nos da la oportunidad de escoger mejor a los amigos. Pero ya vemos lo que nos pasa, a nivel doméstico y planetario. Nos encanta retratarnos con personajes que todo el mundo, inclusive ellos mismos, saben que son tóxicos. Y allí están los resultados.
No me digan que el mundo no ha tenido la oportunidad de cambiar el modelo alimentario absurdo de producir proteínas vegetales, en especial cereales como trigo y maíz, para convertirlas en proteínas animales más contaminantes. No me digan que no tuvo oportunidad de revertir la dependencia energética de fuentes caras y contaminantes como el petróleo y el gas, por fuentes naturales como el agua, el sol y el viento.
No me digan que el mundo no tuvo las oportunidades, puestas en evidencia muchas veces por las pretensiones de Putin, de evitar esta sangrienta invasión a Ucrania, que no se sabe hasta dónde va a llegar. Las oportunidades se presentaron y se dejaron pasar.
No me digan que nadie sabe lo que pasa en Afganistán, Cuba, Corea del Norte, Tayikistán, Chad, Ruanda, China, Eritrea, Haití, Guinea Ecuatorial, Irán, Siria, Nicaragua o Venezuela, entre muchos otros países; aquí tiene el mundo la oportunidad de ver cómo sin libertad ni democracia es imposible tener un desarrollo humano sostenible. Pero el mundo no quiere actuar, o no puede por muchos factores que tienen que ver con la procrastinación.
Finalmente, todo el mundo sabe que el poder acumulado de bombas nucleares puede acabar varias veces con toda la humanidad, en apenas minutos. Las oportunidades de terminar con esta carrera hacia la muerte han existido y existen. ¿Quién da el primer paso? Son muchos los intereses.
Pareciera que a estas alturas la humanidad no tiene remedio.