OPINIÓN

Oportunidad perdida

por Omar González Omar González

Muchos, entre los afectos al régimen venezolano e, incluso, entre quienes no acompañan al sistema, creen que la guerra en Ucrania y la necesidad de Estados Unidos y Europa de un nuevo proveedor de petróleo es una oportunidad para Petróleos de Venezuela, a ellos hay que decirles que están “completamente equivocados”.

Lo explico, a simple vista el análisis parece sencillo. Los grandes consumidores de combustible –Estados Unidos, Alemania, Italia, España, Francia– decidieron no seguir comprándole ni petróleo, ni carbón ni gas a la Federación Rusa, frente a ellos sería fácil suponer que estos titanes del consumo pondrían su mirada en otros países productores de esta materia prima.

Tal vez, si seguimos la reflexión, Estados Unidos y Europa no apuesten mucho al Medio Oriente, pues esta zona sigue siendo conflictiva y las relaciones con, por ejemplo, Irán son pésimas. Entonces podríamos pensar que la solución para estas naciones está en América Latina.

Y ¿cuáles son los países productores de crudo en este lado del mundo? México, Colombia, y, sin duda alguna, Venezuela.

Venezuela, en teoría, es un proveedor de experiencia por muchas décadas en el negocio petrolero. Y cabría pensar que sería la primera opción de los consumidores, pero hay un detalle: no hay cómo producir petróleo en nuestro país.

Sí, así como lo leen. De acuerdo con los estudios de las grandes potencias tendrían –debido al veto a Rusia– un déficit de 3 millones de barriles diarios de petróleo y en otros tiempos Venezuela hubiera sido el país perfecto para suministrar gran parte de esos barriles.

No obstante, Pdvsa no tiene ni siquiera la capacidad operativa para satisfacer el mercado nacional de gasolina. La inoperatividad de las refinerías, la paralización de los taladros petroleros y el destartalamiento de Petróleos de Venezuela es total y espantoso.

Es por ello que es impensable que Pdvsa pueda aprovechar la oportunidad que le brinda la guerra entre Rusia y Ucrania, pues el país no tiene los medios ni la capacidad para cubrir la demanda.

Y, a pesar de ello, la necesidad de las potencias es tal que abren una válvula de escape al régimen con tal de obtener algo de ese combustible que ellos necesitan. Pero no es suficiente ni para las apetencias de los grandes ni para el gusto de quienes se benefician domésticamente del negocio petrolero.

Entonces, la realidad frente a nosotros acaba con las esperanzas de aquellos incapaces y corruptos «enchufados» que ya salivaban con la llegada de nuevos petrodólares; dejaron de frotarse las manos los vivos de siempre que pensaban que les iba a llegar un nuevo tiempo para ellos hacer un nuevo agosto. Se les cayeron las alas a todos ellos.

Ahora bien, la oportunidad –como hemos visto– ya no existe; y seguir hablando del tema sería burlarse de la necesidad de millones de venezolanos que andan desesperados por la aguda crisis que vive el país.

Olvídense. No vendrá un tsunami de dólares por el petróleo, esto es impensable e irrealizable, mientras el socialismo esté en el poder. De esto debemos estar todos claros, aquí la única solución a la grave crisis es un cambio de gobierno, la llegada de una administración nacional que sí le interese la producción y el cambio económico de Venezuela.

La República solo verá un nuevo tiempo de bonanza cuando dejemos de pensar como socialistas y pongamos al país en dirección del bienestar, el progreso y el desarrollo que solo el liberalismo le otorga a las sociedades, así de simple.

Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.