Es señalar lo que piensa quien suscribe sobre cualquier tema. No para sembrar ideas, eso es propaganda, ni para hacerlo cambiar de forma de pensar, se conoce como imposición. Opinar es informar sobre qué y cómo pienso, sin pretender convencer que lo hago mejor, sería pedantería, jactancia y petulancia.
Opinar es apertura del alma y espíritu, exhibir el pensamiento como derecho a pensar lo que parezca para el disfrute de su derecho a enterarse de lo desee y quiera. De cómo cavilan los demás, tener su propia opinión y forma de pensar; que puede ser la mía, la del enemigo, de quien detesto, admiro, o la del desconocido.
Es pensar -de acuerdo conmigo- sobre cualquier realidad, entorno que puede o no ser el suyo, el de los demás, percibir y analizar de acuerdo a la formación, convicciones y derecho a manifestar lo que reflexiono, pienso e interpreto, y que sean otros quienes decidan si les parece bien o mal; si están de acuerdo parcial, total o no, con enterarse de lo que pienso porque tiene derecho a ello, aceptarlo, rechazarlo, difundirlo y compararlo con acotaciones, sentires, ponencias.
No es tan simple como expresar, explicar lo que sé, es decir cómo descifro eso que sé. Un párroco de una iglesia, pastor en un centro protestante, exponen sus conocimientos, lo que saben e incluso piensan de cómo vivir de acuerdo con lo aprendido o en el lado contrario. Una religión no es asunto de opiniones, es cuestión de fe, obedecer lo que Dios, Jehová, Alá, ordena se piense, haga y prohíba de forma detallada, lo que no se debe hacer ni opinar, a menos que sea filtrado por el sacerdote, rabino, mullah, pastor. Sentirse militante de una religión no es opinar, es esperanza, fe, anhelo. Todas han caído en el exceso de estar convencidos sus intérpretes, todos deben pensar y obedecer de la misma manera. Sucedió en el cristianismo por siglos. Ocurre a los musulmanes, tan violentos hoy como lo fue el cristianismo en tiempos medievales e incluso cuando los españoles exportaron el catolicismo en América. No fue opinión de los españoles sino imposición a indígenas y a ellos mismos, como hacen hoy los musulmanes en sus países y en los que controlan a tiros, como talibanes en Afganistán o árabes en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y otros países -algo que, por cierto, ya no hacen los judíos en Israel, que defienden con voluntad, armas y tecnología su derecho a ser judíos sin embargo, permiten otras religiones, y diferentes formas de pensar.
La religión genera certeza, convencimiento, convicción y la exige, no opino que Cristo existió, lo creo, y la fe es un valor humano.
Opina cualquiera, muchos logran expresar opiniones a través de los medios de comunicación. Es tradición mundial dedicar espacios para permitir que algunas personas expongan su pensamiento. La opinión del medio suele estar en el editorial, que es la toma de posición y de quienes lo hacen posible.
La opinión está prohibida, no se permite, de hecho se castiga en las tiranías que sólo aceptan y difunden una única forma de pensar hacia un objetivo. Incluso la democracia establece objetivos. No es la opinión del Presidente o tirano, es la forma de pensar, actuar para avanzar hacia el objetivo. Por eso los políticos se equivocan, confunden sus objetivos de poder con opinión; y para progresar necesitan que la mayoría -todos es la máxima aspiración- tengan la misma opinión que ellos, Y eso, es coacción, obediencia y mandato, jamás opinión.
@ArmandoMartini