Las Academias Nacionales siguen indetenibles su contribución al país. En medio de la turbiedad, son un aliciente de pensamiento y acción. Esto debemos agradecerlo encarecidamente todos los ciudadanos venezolanos.
Me honra la amistad de José Alberto Olivar. No es nueva. Son varios, largos, años de lucha en y desde la Universidad Simón Bolívar, donde nos conocimos. Ahora ingresó a la Academia de la Historia en calidad de Individuo de Número. Destacada función con reconocimiento mutuo, de él y de la propia Academia.
No puedo dejar de expresar mi sorpresa por su brillante discurso de incorporación. Habíamos hablado largo, muchos días antes de su lectura de este miércoles. Estaba prácticamente decidido a expresarse sobre las vías de penetración en el país. Sus palabras en el histórico recinto me conmovieron, me sorprendieron, por su actualidad política insoslayable en tan crudos momentos de nuestras vivencias cotidianas.
El de Olivar fue un acto político, más que académico. Allí nos congregamos para aplaudirlo más de cien personas. Su verbo sigue resonando en el palacio. Dedicó su alocución a la actualidad política del país, sin mencionarla siquiera. Tampoco esquivándola. Aprovechó para ello un engavetado y minúsculo texto revitalizado por él, intitulado El presidente (Madrid, 1891). Donde su autor, Rafael Fernando Seijas, disecciona la dictadura de Antonio Guzmán Blanco. En referencia a ellos, el libro, el autor y Guzmán, expresa Olivar: «Los estragos de la recurrente violencia política», «aunque fuera a costa de métodos autoritarios», «Su obra como gobernante y las tropelías de las que hizo gala», entre otras junturas de vocablos decidores de lo nuestro.
Los concurrentes nos sentimos motivados, más allá de la absurda tentativa del autor decimonónico de contrariar alguna máxima irrefutable de Maquiavelo, a buscar y leer de primera mano el opúsculo de Seijas. Sin embargo, como lo expresó en su contestación el otro académico, Edgardo Mondolfi, la reactivación escrituraria del libro del XIX está en la corajuda lectura que de él realiza el profesor de la USB.
Así pues, humildemente, recomiendo la lectura tan significativa del discurso de incorporación a la Academia de la Historia de José Alberto Olivar, e invito a que corramos, como él nos invita, a precisar nuestra realidad actual en El presidente de Seijas. Muy grato momento indeleble en el Palacio de las Academias este miércoles.