OPINIÓN

Ofrenda a quienes resistieron

por Hamid Ramos Hamid Ramos

Perdonando demasiado a quienes cometen faltas se hace una injusticia a quienes no las cometen”

Baltasar Castiglione

En junio de 2020 la pandemia tenía de rodillas al pueblo venezolano, de pronto, en pleno confinamiento, el TSJ resuelve una abominación jurídica: el máximo tribunal rojo sentencia el cese de sus funciones a las autoridades legítimas de los principales partidos venezolanos y le adjudica dichas posiciones a unos militantes sumisos al régimen, domesticados mediante sobornos. Fueron horas desgarradoras para muchos que sentían haber quedado en el aire. Los periodistas solían preguntarle a Henry Ramos si había llorado por la traición y él respondió que se le habían secado los lacrimales. Quienes continuaron bajo su conducción, fueron tentados pero no sucumbieron ante la infamia. En ese tiempo, la crisis había arreciado y sin embargo tuvieron la gallardía de ser fieles a sus convicciones. A ellos, un aplauso de pie.

Por otro lado, la oposición mimada del PSUV accedió a recursos para hacer política, para superar apuros personales e incluso participaron y obtuvieron cargos desprovistos de poder en los comicios de 2020. Ocuparon curules en los que nunca le hicieron oposición al gobierno sino a los compañeros que acababan de estafar. Esos diputados llegaron al exceso de alzar las manos en señal de aprobación para la persecución de sus excompañeros. Junto con los cuerpos de seguridad del Estado tomaron las casas del partido. Algunos se atrevieron a buscar el encarcelamiento de quienes hasta hace poco eran compañeros de toldas políticas, mediante denuncias en los organismos rojos.

Hoy se entiende que la política correcta debe ser amplia y permitir el trabajo de quienes quieran fortalecer a las organizaciones. También comprendemos la principal motivación del regreso de esos compañeros: no van a desperdiciar esfuerzos en candidatos sin opción y de este lado pueden ser parte de un proyecto factible; sin embargo, creo que no sobrarían las explicaciones y la contrición ante los agraviados. No se trata de un acto donde se edifique el ego; se trata de dignificar a personas como la diputada Addy Valero, quien sacrificó su propia vida por no doblegarse al alacranato; se trata de reivindicar a los compañeros que fueron lesionados física, moral y legalmente; se trata de reconocer que no existe el perdón sin arrepentimiento y hasta ahora, tal compunción no ha sido expresada, al menos públicamente.

Lógicamente, debemos apoquinar la unidad; sin embargo, sería un disparate maltratar a los compañeros que han permanecido incólumes ante la abyección y, por otro lado, pavimentar el camino de los conversos hacia funciones de dirigencia. Hoy, cuando nos arrejuntamos con los que se devuelven, quiero hacer un humilde reconocimiento al valor y el carácter de aquellos que se quedaron de manera desinteresada; quienes no viven de ordeñar la política y quienes ponen por delante sus principios a sus intereses temporales.

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