La avanzada kirchnerista contra el presidente Alberto Fernández no descansa en busca de la cabeza del ministro Martín Guzmán, al que nadie votó, al decir de los voceros de Cristina Kirchner, cuya obsesión por esmerilar al presidente por ella ungido ha cobrado en las últimas semanas un nivel de daño elevado, aunque ambos aguantan la arremetida.
No sabemos hasta cuándo se podrá sostener el titular de Hacienda o cuánto tiempo Alberto F. lo mantendrá, o si le soltará la mano. En la semana Guzmán recibió el aplauso de los sectores empresarios en un evento organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), que creó y comanda Eduardo Eurnekian. Suponemos que el mundo corporativo empresario prefiere aplaudir al calvario ya que suponen que el infierno es aún mucho peor y dañino, por lo que guardan las formas y palmean la espalda del cascoteado Guzmán. El acto contó con la presencia del inefable Daniel Scioli, siempre listo para lo que pudiera acontecer en el incierto futuro argentino.
Mientras el oficialismo continúa con su guerrita de zapa, la oposición mayoritaria, hasta el momento, parece emularlo en sus desaguisados y pequeñeces internas, dejando ver que se conforman hoy como una variopinta juntada para llegar al gobierno, como lo hicieron en 2015, más que como una alternativa de poder real. La embestida de Juntos por el Cambio (JxC) contra Javier Milei muestra a la coalición como una escudería de aprendices a más de un año de las PASO. Al marginar y denostar al diputado libertario con un comunicado de la “Junta Grande” de Cambiemos (que firmaron todos, sin excepción), sumando a ello grotescas operaciones de prensa, sólo lograron darle mayor visibilidad, envergadura y cuerpo político, algo que con astucia él lo está sabiendo capitalizar, según lo que muestran las variadas encuestas que han circulado en estos días.
En vez de demonizar a Milei, Juntos debería preguntarse el por qué del surgimiento de una oposición alternativa a ellos que no sólo suma votos allí sino también en zonas del Frente de Todos; ¿o será que una parte de la sociedad ya no les da categoría de opositores, nos preguntamos? Porque Juntos no ha levantado la voz en bloque ante la aberración jurídica cometida en el sur del país por la Cámara Federal de General Roca, que rechazó la apelación del Ejército, léase el Estado Nacional, para evitar la adjudicación de 180 hectáreas de tierra a las comunidades “mapuches” que habían usurpado en la Escuela Militar de Montaña. Tanto para el oficialismo, que tolera y apaña estas acciones ilícitas de los seudomapuches, como para la oposición de JxC, más preocupada en sus luchas intestinas, estos gravísimos hechos, que no son los primeros, hacen que la anomia, la degradación y la estulticia se agranden como una mancha de aceite día a día.
Si bien la excomunión a Milei fue rechazada de plano por figuras como Ricardo López Murphy y Luis Juez, Cambiemos levanta la bandera de la boleta única, una sana iniciativa, pero como todo lo que hace, siempre rengo ya que ni una palabra emitieron sobre la lista sábana, uno de los peores males del sistema electoral argentino, donde detrás de un buen nombre o mascarón de proa se cuelgan todo tipo de personajes desconocidos y oportunistas que al final del partido resultan impresentables. Los ejemplos sobran de históricas y reiteradas ”borocotizaciones” o “ausencias” en votaciones claves. Sin una voluntad manifiesta de cambios profundos, el “gatopardismo” seguirá con el necesario oxigeno para sostener esta decadencia estable y continua.
Como colofón vale rescatar lo expresado por Florencio Randazzo al señalar que la actual debacle nacional, infectada por la guerra de guerrillas del oficialismo, tiene como responsables y padres a Cristina Kirchner, a Alberto Fernández y a Sergio Massa, únicos coautores del esperpento gubernamental.
Los gobernadores, pragmáticos si los hay, comenzaron a desdoblar las elecciones provinciales de la presidencial poniendo sobre la mesa que la dan por perdida. La pregunta del millón es ante quién: ante un Cambiemos unido o dividido, con, hoy, cantidad de candidatos del Pro y la UCR; con un PJ separado del kirchnerismo o ante otros emergentes. Hoy ya no parece tan simple la respuesta.