“El vino y el ruiseñor encima de la mesa” (NICANOR PARRA)
Nos ha cambiado la manera de vivir. Un hombre o persona de la especie del orden de los primates, arraigado en la familia de los homínidos e incluido en la categoría Homo Sapiens -aun sin ser sapiente o quizás sin pretender serlo algún día- se desenvuelve de modo diferente a como solía hacerlo hace un tiempo. Nadie vive solo. Nadie prescinde del becerrito de oro, la herramienta electrónica, el smartphone. Esto es un hecho. Un artista reflejaba la realidad en una viñeta. Dos pájaros hablaban (creemos que los animales también se comunican) sobre la naturaleza de algo parecido a un ser humano que permanecía a metros de distancia de la rama desde la que ellos observaban. Uno de los pájaros afirmaba que era improbable que fuese un hombre. El otro pájaro le preguntó cómo estaba seguro de eso. La respuesta del primer pájaro es certera: “No está mirando su celular”. En fin, interesa decir que el “ser humano” del que hablaban era un espantapájaros.
Bueno, la vida gracias a Internet y los celulares no es la misma vida que vivíamos antes. Solo puede decir esto quien haya estado en este planeta desde hace más de cuarenta años. Internet nacía en el año 1983 por obra del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Dieciséis años después, en 1999, aparecieron los primeros smartphones y el resto ya lo sabemos. Los adolescentes, los adultos y los niños pasan el día conectados a la red, acceden a toda clase de contenidos, ven imágenes chabacanas e indecentes, graban conversaciones y hacen fotos de todo lo que quieren.
La verdad es que hemos ganado muchas cosas. Disponemos de información, imágenes, contactos, y nos comunicamos con una inmediatez impensable el siglo pasado. La verdad es que hemos perdido muchas otras. Somos nomofóbicos, teléfono-dependientes, vivimos deprisa, somos víctimas de engaños telemáticos. Hemos perdido la calma y la libertad de no hacer nada, pensar, disfrutar del silencio y la soledad. Hemos perdido una necesidad tan humana como la desconexión. Nos cuesta accionar el botón OFF en lugar de seguir ON.
Cuando algo nos agobia, el canalla elige el camino más fácil y busca culpables que, obviamente no le salpique. Claro que, a veces, hay gente que no lo hace bien («Ni ‘mails’ ni llamadas tardías: el derecho a la desconexión se hace ley en Bélgica», Pablo R. Suanzes.-El Mundo, 10.04.2023)*
En el país europeo han tomado medidas para evitar el malestar en los trabajadores conectados a la empresa 24/7**. Como escribe el corresponsal en Bélgica: “Las compañías de más de 20 empleados tendrán que asumir que la vida personal empieza, con todas las garantías, cuando acaba la jornada”. Y añade: “El espíritu que subyace es dar más libertad. Para las empresas, que no sólo deben acatar sino implicarse en el bienestar de tus trabajadores”.
Pues eso. El tiempo de trabajo es tiempo de trabajo, el tiempo de descanso es tiempo de descanso y hay que alternar inteligentemente períodos de ocio y negocio. Alguien tendrá que hacer ver a los pájaros de la viñeta que un hombre puede elegir entre vivir conectado o desconectado como un auténtico homo sapiens.
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*»Ni mails ni llamadas tardías», Pablo R. Suanzes
elmundo.es/Ni mails ni llamadas tardías/abril.2023
** 24/7 abreviatura que significa: 24 horas al día, 7 días a la semana