OPINIÓN

Obreros de Hiram Abiff: Teoría del Conocimiento (III)

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

 

“La filosofía es un esfuerzo del pensamiento humano por lograr una concepción del  Universo mediante la autorreflexión de sus funciones valorativas, teóricas y prácticas”. (Johan Hessen – Teoría del Conocimiento – Editores Mexicanos Unidos S.A. D.F. 1981). Continuando con nuestras reflexiones sobre grandes filósofos, que dejaron inmensa huella para el futuro del pensamiento, y que después de tantos siglos, siguen teniendo vigencia en nuestros tiempos, claro está, mi más profundo respeto por los pensadores  llamados del mundo moderno y contemporáneo. El pensamiento es como la energía, nunca es estática, siempre está en continuo movimiento y evolución. Si no fuera así, estaríamos todavía en la edad de piedra, haciendo dibujos en las paredes de las cuevas y en las rocas, aunque esto también lo podemos considerar como parte del origen del pensamiento: el arte, la poesía, la escritura, la ciencia, son formas de transmitir el pensamiento. En esta oportunidad haremos una reflexión sobre este gran filosofo griego “Sócrates”. Nació en el demo de Alopeke, en el Ática, hacia el año 470 a.C. y murió en Atenas en el 399 a.C. Hijo de Sofronisco, escultor, y de Fainerete, de oficio comadrona. Ejerció al principio el oficio de su padre en Atenas, donde vivió con suma sencillez. Se casó con Xantipe, mujer de un carácter muy fuerte, con la que tuvo tres hijos y de la cual dijo cierta vez: Si pudiera dominar a mi esposa, me adaptaría al mundo fácilmente. Sócrates era un hombre de una férrea personalidad y responsabilidad. El Oráculo de Delfos lo proclamó el hombre más sabio de su tiempo. En vez de inventar rígidas reglas y doctrinas filosóficas, se preocupó por que el ser humano pensara por sí mismo y tuviera buen comportamiento, le dio mucha importancia a las virtudes en el hombre. Para Aristóteles y Cicerón, Sócrates fundó la “ética”. Todos los valores se pueden reducir a una virtud principal: “el conocimiento”. Sobre su vasta obra filosófica no dejó escritos, pero las transmitieron sus discípulos Platón y Aristóteles. Su obra se basó en las ideas y en el conocerse asimismo. Conocer el Universo y sus leyes está muy lejos de la capacidad humana, pero su máxima, aunque no era de su autoría, era “Conócete a ti mismo”. El conocimiento es el pensamiento, este se pone de manifiesto por medio de la definición, y se generalizan mediante la inducción. Sócrates, haciendo alusión a la profesión de su señora Madre, quien era partera, decía que él era partero, no de humanos, sino de ideas, y a esto lo llamó “Mayéutica” (El término proviene del griego maieutiké y se traduce como el arte de partear ideas), que es un método de aprendizaje que consiste en saber hacer preguntas para que la persona que responde pueda obtener la verdad de su interior. También este método contiene “la definición”, que mediante una conversación se concreta sobre el tema tratado. Esta búsqueda de la verdad, es el objetivo del masón, y sus reuniones tienen estas prácticas mayéuticas, de donde se extraen conocimiento, o como decimos los masones, recibimos un buen salario. Claro está, el trabajo masónico es mayormente individual. A Sócrates se le reconoció como un gran soldado, participó en la guerra del Peloponeso, batalla de Potidea y contra los espartanos en Delio. Se rodeo siempre de personajes sobresalientes e influyentes, corruptos de Atenas, y esto le acarreo muchos problemas, hasta llegar de acusarlo de corromper la juventud y de ateísmo, por lo que fue sentenciado a muerte bebiendo el veneno de la “cicuta” por el tribunal del los Quinientos, 399 a. de C. Sócrates se defendió extraordinariamente (su defensa está contenida en la apología de Platón), como buen pensador que era, aun así el jurado votó 281 a favor – 220 en contra de su pena de muerte. Él pudo haber huido de Atenas, pero no lo hizo, un hombre de carácter, dijo: matarán mi cuerpo, pero no mi mente, mi conciencia, por lo tanto seguiré vivo. No le tenía miedo a la muerte y se alegraba de encontrarse con sus amigos que habían pasado de plano. Según el Faedo estas fueron sus últimas palabras: “Le debo un gallo a Aclepius (dios del saneamiento), no olviden pagárselo”. Murió en medio de sus discípulos. Fue incinerado y sus cenizas fueron esparcidas por varias ciudades. Sócrates, como un crítico que fue de todas las cosas, también criticó la democracia naciente en Atenas, y su objetivo era de instruir la futura clase política para que gobernaran sabia y justamente. Preparaba a los jóvenes para la vida pública por medio de la oratoria, retórica, el derecho, la historia. Un buen retórico sabe cuándo hablar y callar, usar la prudencia. Sócrates humaniza la filosofía, utiliza lo hermoso del lenguaje para llegar a la verdad, objetivizando la moral y la ley. El hombre es un sujeto personal y social a través del conocimiento. La filosofía es la búsqueda del saber, de lo que sé  que no sé. Solo sé que nada sé. Su filosofía se encamina al hombre y no al Universo, y hallar en su interioridad las ideas y conceptos. Kant decía que la razón sin experiencias es vacía, la realidad existe en la vida de cada ser humano y abre espacio para el conocimiento humano. Aristóteles afirma, que dos cosas deben atribuirse a Sócrates: los razonamientos inductivos, las definiciones y las ideas. Lo inductivo es en partir de lo particular y concretar (aparentes) hasta llegar a un concepto general e inmutable, “El Logos”, lo que determina a  algo para ser lo que es. Y la definición consiste en responder a las preguntas, ¿Qué es?, sabiendo qué es, podemos conocerlo y construir una ciencia (episteme, conocimiento o comprensión). El método socrático para conocer la verdad se puede ver en tres pasos: “Ironía”, conociendo nuestra propia ignorancia y limitaciones. “La Mayéutica”, el arte de dar a luz a las ideas, a través de ciertas preguntas. “Conócete a ti mismo” (frase escrita en la entrada del Templo de Delfos), dialéctica, a través del diálogo o confrontación. Y el mundo de las ideas. Sócrates es la cúspide del pensamiento antiguo. Para concluir esta reflexión sobre Sócrates, me permito transcribir una comparación entre los maestros Jesús y Sócrates: Jesús decía ser y conocer la verdad. Sócrates decía ser ignorante. Jesús pedía actuar según la fe. Sócrates pedía actuar según la razón. Jesús: pedía obediencia. Sócrates: cuestionar sobre todo, la autoridad. Jesús: tenía respuestas. Sócrates: tenia preguntas. Jesús: se sacrifico por el pecado. Sócrates: se sacrifico por una democracia justa y por el saber. Jesús: “Yo soy la verdad, el camino y la vida”. Sócrates: “Conócete a ti mismo”, “Solo sé que nada sé”.