OPINIÓN

Obreros de Hiram Abiff: Los landmarks

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

«La civilización occidental moderna aparece en la historia como una verdadera anomalía: entre todas las que conocemos de un modo más o menos completo, esta civilización es la única que se desarrolló en un sentido puramente material…»(Rene Guenon – Oriente y Occidente). Los masones somos libres pensadores por naturaleza y no estamos sujetos a dogmas, proclamados por hombres que se autodefinen representantes de Dios en este plano. Utilizamos la razón, la duda sistemática y la investigación. Llegamos a la verdad por medio del discernimiento, el conocimiento y la meditación. Sus principios son los siguientes: la moral universal y la ley natural dictada por la razón y definidas por la ciencia. Reconoce a un Ser Superior, no admite más diferencia entre los humanos que el mérito o el desmérito: somos seres humanos libres. Con la definición anterior de lo que es un masón, vamos a exponer un tema álgido dentro de la Augusta Institución: los landmarks, que han dividido la institución entre los “ortodoxos” y los verdaderos libres pensadores, por lo que reza alguno de sus 25 puntos. Podemos dividir la masonería, pero nuestros fines e ideales seguirán siendo masónicos, no importando que cuerpo masónico o Logia sea, cosa que no aceptan los prejuiciosos ortodoxos. Nicolás Hoyer nos dice que: “la palabra “Landmark” se origina por primera vez en la masonería en el año 1720 en Inglaterra (publicada en 723) en los reglamentos compilados  por Goerge Payne, que en su articulo 39 dice…cada Gran Logia tiene autoridad de modificar sus reglamentos, siempre que se mantenga invariable los antiguos Landmarks”. Hay otro concepto que dice: El término “landmarks” tiene su origen en los masones ingleses y se considera que fue tomada del libro de la Biblia: Job (24:2 Unos traspasaron los “lindes”; robaron ganados y los llevaron a apacentar”…). Estos son linderos físicos que no se deben violar. La Masonería, para su instrucción, tomó como base la tradición judaica. La ley judaica dice: *Tú no debes cambiar las señales de tu prójimo, las que el tiempo le ha dado por patrimonio*. En masonería, los “landmarks” tienen un significado más amplio, pero menos claro. Hay varias definiciones que tocan conceptos, tales como que son muy antiguos, universales, son inalterables, son costumbres, leyes escritas, secretos, que son indefinibles; otros manifiestan que no deben existir, aunque parezca difícil de creerlo, los “lindar” tienen un poco de todo esto. Pero en opinión general de los masones, están de acuerdo con que no deben cambiarlos, más basados en su prejuicio que en lo Iniciático. Ahora bien, Mickey, de quien se tomó los linderos que él elaboró, los define así: “Aquellas antiguas y universales costumbres de la orden, que gradualmente se fueron aceptando o fueron impuestas de una vez por una autoridad competente, y esto fue en un tiempo tan remoto que no queda ni registro de cuándo fue. Por ello, los landmarks tienen la mayor autoridad que la memoria o que la historia puedan ofrecer, por lo que son universales, inalterables e irrepetibles”. Es una definición aceptable, pero pintada del color del dogma. Inalterable. El masón iniciado, libre, no tiene límites. Esto con el tiempo el concepto ha evolucionado, sobre todo cuando las leyes también han evolucionado. Lo único inmutable es el G.A.D.U. en el sendero iniciático. En la masonería, los “landmarks” son los límites que ninguna Gran Logia puede obviar, ni derogar, ni modificar; por tanto, inviolables. Históricamente no se tiene conocimiento de la existencia de los landmarks antes de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra. Si los landmarks fueran una verdad revelada, la masonería tendría un cuerpo doctrinal como la religión porque reconoce y venera al G.A.D.U., tiene rituales y ritos, pero no es una religión. Nos cuesta pertenecer a algo sagrado sin dogmas, pero la masonería no es una religión, es lamentable que haya masones que creen que la masonería es como una religión, y se someten a esa idea, de ahí su ortodoxia. Según Albert Mackey, los fundamentos de la Ley Masónica, deben buscarse en los antiguos límites o linderos, en la ley no escrita, en las antiguas constituciones o ley escrita. La controversia más fuerte está en el landmarck número XVIII, que reza así: “Las mujeres… no pueden ser iniciadas”. La mujer ha participado en la masonería desde siglos atrás, e iniciáticamente, en otras instituciones que se pierde en la noche de los tiempos. Este punto denigra de la mujer colocándola en un papel excluyente dentro de una orden que se hace llamar Igualitaria, a la vez que fraternal. Otra “La Regularidad y La Regularidad”, “Las logias mixtas y femeninas”. El landmark donde excluye a la mujer debe ser cambiado con los enunciados que los acompañan para poder considerarse una institución que tiene como base la igualdad y la fraternidad. La enseñanza iniciática no se presta a ninguna limitación. La masonería no puede estar en contradicción con los derechos humanos, porque dejaría de ser masonería y no valdría la pena de ser masón, por lo tanto nuestra augusta institución concibe una sociedad ideal y justa sin discriminación en la sociedad. Para que haya una reconciliación entre los factores que dividen la masonería, debe ser basada en la renovación de los landmarks inspirado en los mismos derechos humanos.“No basta denunciar errores y hacerlos aparecer tales cuales son realmente en sí mismos; por útil que eso pueda ser, es todavía más interesante y más instructivo explicarlos, es decir, buscar cómo y por qué se han producido, ya que todo lo que existe de cualquier manera que sea, incluso el error, tiene necesariamente su razón de ser, y el desorden mismo debe finalmente encontrar su lugar entre los elementos del orden universal”. (Rene Guenon – El reino de la cantidad y los signos de los tiempos). Ósculo de paz.