El maestro Jesús viajó, para aquella época, a Egipto, la India, Arabia, Grecia, monasterios que están en la subida al Himalaya. Buscó conocimiento y comprensión para la misión que debía cumplir en este plano. El término «parábola» proviene del griego “parábola”, que significa comparación, semejanza, el nombre dado por los traductores griegos a toda ilustración ficticia en la forma de una breve narración. Como traducción de la palabra hebrea “mashal”, la palabra «parábola» también puede referirse a un acertijo. Más adelante pasó a conocerse como narrativa ficticia, aludiendo generalmente a algo que puede ocurrir de forma natural, y por el cual se precisan asuntos morales y espirituales. La enseñanza que recibió de los Esenios la amplió más en sus viajes. Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen «endurecidos sus corazones» y han «cerrado sus ojos» no puedan entender. Por lo tanto, comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él. La parábola es un relato corto que es fácil de comprender y brinda verdad espiritual. Las parábolas son quizás el elemento más característico de la doctrina de Jesucristo. Las parábolas del maestro Jesús, son aquellas breves narraciones que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles. Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios, libros considerados apócrifos. La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano. Su impacto sobre la imaginación hizo que se fijaran en la memoria y les procuró un lugar seguro en la tradición. Para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, es necesario tener fe en Él para entenderlas. La «parábola» tiene un fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de ella en los evangelios cristianos, donde Jesús narra muchas parábolas como enseñanzas al pueblo. Marcos 4:10-12 – El porqué de las parábolas: Después, cuando Jesús se quedó solo, los que estaban cerca de él junto con los doce discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Les contestó: “A ustedes, Dios les da a conocer el secreto de su reino; pero a los que están afuera se les dice todo por medio de parábolas, para que por más que miren, no vean, y por más que oigan, no entiendan, para que no se vuelvan a Dios, y él no los perdone”. El uso de parábolas por parte de Jesús fue, por tanto un método de enseñanza natural que encajaba en la tradición de su tiempo. Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje solo aquel que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen «endurecidos sus corazones» y han «cerrado sus ojos» no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo. El uso de parábolas por parte de Jesús fue, por tanto, un método de enseñanza natural que encajaba en la tradición de su tiempo. Las parábolas son historias ficticias cortas, y se diferencian de las afirmaciones metafóricas como «Vosotros sois la sal de la tierra». Una verdadera parábola puede considerarse como un símil extendido. Las parábolas son figuras de comparación extendidas que a menudo utilizan historias cortas para enseñar una verdad o responder a una pregunta. Como forma de literatura oral, la parábola explota situaciones realistas pero hace un uso eficaz de la imaginación. Algunas de las parábolas del maestro Jesús fueron diseñadas para revelar misterios a los de adentro y para ocultar la verdad a los de afuera que no querían escuchar. El Apócrifo de Santiago, no canónico, también contiene tres parábolas únicas atribuidas a Jesús. Se conocen como «La parábola de la espiga», «La parábola del grano de trigo» y «La parábola del brote de palmera datilera». Jesús construyó sus parábolas basándose en su conocimiento divino de cómo se puede enseñar al hombre. En el siglo XIX, Lisco y Fairbairn afirmaron “que en las parábolas de Jesús, la imagen tomada del mundo visible va acompañada de una verdad del mundo invisible (espiritual) y que sus parábolas no son meras similitudes que sirven para ilustrar, sino que son analogías internas donde la naturaleza se convierte en testigo del mundo espiritual. Parábola de la oveja perdida – Lucas 15:1-7: ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5 y cuando la encuentra, gozoso la pone sobre sus hombros, 6 y al llegar a su casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!” 7 Les digo que así también será en el cielo: habrá más gozo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse”. Mateo 7:29 dice, “porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los Escribas”. En cierto modo, nosotros, nuestro ser interior, está velado, por un vestido de carne, por eso no entendemos el mensaje de una Parábola, y la Masonería, con su método de enseñanza por medio de los símbolos, nos conduce al estado de abrir conciencia, nos hace libres, nos cualifica para recibir la Luz. Mateo 7:6. “No hay que echar perlas a los cerdos”. Si no estamos cualificados para recibir sabiduría, no comprendemos el mensaje.
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