Comenzaré este articulo con una introducción iniciática del Evangelio de San Juan: en el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. San Juan comprendió el mensaje del Maestro Jesús y así lo transmitió. La palabra ordena y el verbo es la acción, es la creación. La palabra es propia de nuestros cinco sentidos físicos, pero el verbo es espíritu, está más allá de nuestros sentidos, más allá de lo físico.
Cuando la palabra no es perceptible a nuestros sentidos está obrando el verbo, solo los seres espirituales lo perciben: los seres cualificados, con estados de conciencia elevados. Cuando la palabra es sacralizada, obra el verbo. Cuando en nuestras reuniones se pide silencio, la palabra es sacralizada, a partir de estos momentos se expresa el verbo.
Es importante considerar lo que es trascendente y lo no trascendente: La palabra no trascendente es el medio que utiliza el género humano para su comunicación, es la expresión de sus pensamientos. Lo trascendente es el verbo. Las reuniones masónicas son trascendentes, el Maestro Jesús lo manifestó en su enseñanza: Mateo 18:20 “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Esta es la palabra trascendente e invita a sacralizar la reunión para que esté presente el verbo.
Hay palabras que el budismo llama mantras, sonidos sacralizados, que nos invitan al silencio, a un estado de plenitud. Mantras tan conocidos como: OM MANI PADME HUM, es el mantra del Buda de la compasión, amor, alegría, para liberar la mente y alcanzar la paz interior. Pues la compasión está ya en nuestra naturaleza, solo que bloqueada por el egocentrismo. Cada sílaba sacraliza la mente y el habla.
Propiedades de este gran mantra: limpia el ego, envidia, lujuria, prejuicios, egoísmo y odio. Nos conecta con el amor universal y se puede alcanzar el estado de plenitud practicando: generosidad, ética, paciencia, tolerancia, perseverancia, concentración y sabiduría. Esto es sacralizar la palabra para que obre el verbo y se manifieste el no manifestado en nosotros. Cada sílaba tiene una fuerza y energía espiritual profunda: OM, meditación. MA, paciencia. NI, disciplina. PAD, sabiduría. ME, generosidad y HUM, diligencia.
En el mundo profano dicen que los masones tenemos un gran secreto o una palabra perdida, pero le comunico al mundo profano que no tenemos ningún secreto, ni palabra perdida: nuestro secreto está en vibrar a los niveles de las vibraciones superiores. El que lo logra, recibe la sabiduría y ese secreto es propio de los que lo logran, es intransmisible, lo único que puede transmitir son pautas para que nosotros investiguemos y meditemos. Cuando nos reunimos los masones, después del silencio, la palabra sacralizada se convierte en palabra o sonido del no manifestado.
La palabra “Ordo Ab Chao”, del caos viene el orden, de la palabra sacralizada viene el verbo o la luz. La palabra sacralizada es una vibración que al entrar en contacto con otros cuerpos inicia la vida, la creación, se manifiesta el no manifestado, el verbo. Algo muy importante: cuando la palabra se aleja de su origen, por una molestia o palabras disonantes, se aleja de su originalidad, del uno, dando paso a la multiplicidad del plano físico. Esto nos recuerda que el universo no está terminado, y es por eso que se multiplica y se expande.
La palabra no es la verdad, no es el mensaje: es el mensajero. El verbo es una palabra, que significa la acción creadora. En la Biblia, el verbo es el Hijo de Dios, es la acción de Dios entre nosotros. E.G.A.D.U. es nuestra palabra sagrada manifestada en el Maestro Jesús, el verbo en acción.
La palabra es vibración y es la que mueve la materia y la obliga a adoptar formas, que llenan el universo. Cada vibración crea su propia forma y de esta forma el espíritu penetra en la materia dándole vida. La vibración es el sonido, es la palabra, es el verbo creador. Hay que saber qué palabra o verbo hay que expresar, en qué vibración, que afecte a la materia. Vida y materia: como es arriba es abajo. La influencia de la vida, convertida en vibración, sobre la materia, con el fin de que la materia se fuese adaptando a ella y dando lugar a la forma deseada por el espíritu. Nosotros somos creadores, solo que estamos velados, solo hay que abrir conciencia, y conocernos a nosotros mismos para conocer el universo y sus leyes.