El papa Juan Pablo II sobre la caridad en octubre de 1999: “La caridad es el alma de todos los mandamientos, cuya observancia es ulteriormente reafirmada, más aún, se convierte en la demostración evidente del amor a Dios”. En el flujo eterno de la existencia, la masonería y la caridad se cruzan como dos ríos que, en apariencia distantes, descubren su convergencia al adentrarnos en las profundidades de la filosofía y los principios que guían la masonería. La masonería, cual tejido invisible que une a los buscadores de la verdad, ha desempeñado un papel significativo a lo largo del tiempo, tejiendo los hilos de la caridad y la benevolencia en el tapiz de la historia. En esta meditación, exploramos la relación entre la masonería y la caridad, desentrañando cómo la práctica de la caridad se entrelaza con los valores fundamentales de la masonería. Como el viento suave que acaricia los campos, la masonería abraza la caridad como un principio esencial. En la entrega desinteresada, el no apego, el desprendimiento y la compasión, hallamos la esencia misma de la filosofía masónica. En el silencio de la reflexión, discernimos que la caridad, como un loto que florece en la ciénaga de la existencia, encuentra su nutriente en los principios fundamentales de la masonería. Así, la masonería se revela como un camino iluminado que conduce a la comprensión de que en la unidad fraternal y la práctica constante de la caridad, se halla la llave que desbloquea las puertas hacia un mundo más armonioso y compasivo. ¿No es acaso en la caridad donde encontramos la esencia misma de la virtud?. Tradicionalmente, se considera que las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad. Funcionan, en conjunto con las llamadas virtudes cardinales: prudencia, templanza, fortaleza y justicia, como coordenadas morales para guiar las acciones de los cristianos. La caridad es un honor para el masón, alimenta y fomenta su ser interior. Feliz es el masón que ha sembrado en su corazón las semillas de la bondad. Hay una estrecha relación entre caridad y la bondad, es el no apego y desprendimiento, valores intrínsecos del hombre como ser individual y colectivo, es un deber que asume todo aquel que integra la orden masónica. Hay que tener en cuenta que no debe confundirse la caridad con la filantropía, la segunda consiste en compartir el conocimiento entre sus hermanos. El verdadero espíritu de solidaridad fraternal, es el amor masónico, según el propio dictado de la conciencia, y una oportunidad para todo iniciado. Por lo tanto, se entiende que la caridad es un proceso educativo que convierte al pordiosero en un ciudadano proactivo que pueda aportar lo mejor de sí a la sociedad en donde cohabita. La caridad es la virtud que desvela y descubre el verdadero corazón de un masón, y muestra su nivel de estado de conciencia. Hay que tener presente que la caridad ha de ser practicada de forma anónima, tanto para el que la da como para el que la recibe. La mano izquierda no debe saber lo que realiza la derecha. No solo la caridad es un presente material, muchas veces lo que realmente se necesita son palabras de aliento, un hermano que te escuche, te puede ofrecer consejos para superar su desamparo físico o espiritual. La masonería y la caridad son dos conceptos que, a primera vista, pueden parecer dispares, pero al analizar más profundamente la filosofía y los principios de la masonería, se revela una conexión intrínseca entre ambas. La masonería, como institución fraternal y filosófica, ha desempeñado un papel significativo en la promoción de la caridad y la beneficencia a lo largo de la historia. En esta reflexión, exploraremos la relación entre la masonería y la caridad, examinando cómo la práctica de la caridad se entrelaza con los valores fundamentales de la masonería. La masonería, con sus raíces históricas que se remontan a épocas antiguas, ha evolucionado a lo largo de los siglos manteniendo un enfoque central en la fraternidad, la moral y el perfeccionamiento personal. Desde sus inicios, los masones han abrazado la idea de la hermandad universal y la promoción de valores éticos en la vida cotidiana. Uno de los principios fundamentales de la masonería es la búsqueda constante de la verdad y la mejora continua del individuo. En este contexto, la caridad se convierte en una extensión natural de estos principios, ya que implica un compromiso activo con el bienestar de los demás. La caridad, según los principios masónicos, va más allá de la simple donación de recursos materiales. Se trata de un acto altruista que busca aliviar el sufrimiento, fomentar la justicia social y promover la igualdad. Los masones, al practicar la caridad, se esfuerzan por construir comunidades más fuertes y cohesionadas, contribuyendo así a la construcción de un mundo mejor. La caridad masónica no se limita a acciones esporádicas, sino que se integra como parte esencial del estilo de vida masónico, manifestándose en la tolerancia, la comprensión y la compasión hacia los demás. Además de su enfoque en la caridad individual, la masonería también ha establecido numerosas instituciones y organizaciones benéficas a lo largo de los años: el Rotary Club, el Club de Leones y otros más. Estas entidades buscan abordar problemas sociales, promover la educación y apoyar a aquellos que enfrentan dificultades económicas. A través de estas obras caritativas, la masonería busca materializar sus valores y contribuir activamente al bienestar de la sociedad en su conjunto. La relación entre la masonería y la caridad también se refleja en los rituales y símbolos masónicos. La idea de construir algo duradero y significativo, presente en la arquitectura simbólica de la masonería, se extiende a la construcción de una sociedad justa y compasiva. Los rituales masónicos, ricos en simbolismo, transmiten enseñanzas que subrayan la importancia de la virtud, la benevolencia y la responsabilidad hacia los demás. En conclusión, la masonería y la caridad están intrínsecamente ligadas a través de sus valores fundamentales y sus prácticas. La masonería, como institución que promueve la fraternidad y la mejora personal, encuentra en la caridad una expresión concreta de sus ideales. La caridad masónica se convierte en un compromiso constante con la construcción de un mundo más justo y compasivo. En última instancia, la masonería y la caridad se entrelazan en la búsqueda compartida de la verdad, la benevolencia y la construcción de una sociedad basada en principios éticos y humanitarios.
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