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Obreros de Hiram Abiff: Imaginación

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Todo ser humano, en su uso de la razón, utiliza la “imaginación” para comprender muchas cosas, que están veladas para él, ya sea por edad o por la búsqueda del conocimiento. Me atrevo a afirmar que la imaginación es el primer soporte que tiene el niño para comprender su entorno. Es la herramienta más poderosa del ser humano. Se afirma que nada es nuevo, que todo lo imaginado, aunque la razón no lo acepta, llegará el momento en que será develado. La evolución de la historia del ser humano tuvo su base en la imaginación. En todos los campos la imaginación tiene su acción: en lo artístico, en lo intelectual, en la misma ciencia, y un campo de acción muy importante para el desarrollo del ser humano: lo religioso. El soporte más importante para la religión es la imaginación, claro está, aquí se llama “fe”, apoyado por los dogmas, y es muy válido y merecen todo nuestro respeto. Cuando creemos y comprendemos algo que está más allá de lo físico, es la imaginación la que nos lleva a la comprensión de lo No Manifestado. El ser humano, dotado de razón e imaginación, es el único que tiene conciencia de su estado, y se hace las tres preguntas fundamentales: de dónde vengo, qué hago aquí  y para dónde voy. Y estas preguntas inspiran al ser humano a buscar en cualesquier institución de índole espiritual la respuesta y el camino para regresar al Estado Primigenio, de donde proviene. La imaginación, para mi comprensión supera la razón, pues esta por lo regular no encuentra explicación para lo que la imaginación percibe. No hay que confundir la imaginación con la fantasía. ¿Qué es la fantasía? Freud, psicoanalista, define la fantasía como una frustración de la privación de algo. En Academia de Psicoanálisis.com encontré una definición muy exacta: “Es Huir de un fragmento de la realidad”, porque es un deseo emergido de la frustración de la realidad material. La fantasía es el sostén del deseo. En síntesis: para la psicología, “la fantasía es una actividad del pensamiento, que reproduce en forma continua y a manera de cuento imágenes e ideas ingeniosas sin la presencia de estímulos sensoriales directos, solo a partir del recuerdo”. Pero puede ser patología mental: el delirio, la paranoia, pues se desconecta de la realidad objetiva. “A diferencia de la imaginación, que es la capacidad cognoscitiva que nos permite comenzar a crear” (Ana Crespo, Dra. en Artes). “Lo que hay es evidente, una vez fue imaginado” (William Blake). Ana Crespo nos muestra un análisis de la imaginación en los campos siguientes: los materialistas la confunden con la fantasía; en lo intelectual: es como un órgano para transmitir lo que se revela en su imaginación; en lo político: es el arte de hacer posible lo imposible. “Es el arte de hacer lo innecesario en necesario”. (Alberto Bucle); lo artístico: donde se imprime la imaginación manifestada, por ejemplo Salvador Dalí, Picasso, Goya, Botero, etc. Y lo militar: cualesquier guerra se libra primero en la imaginación, analizando limitaciones y ventajas. Las instituciones iniciáticas, basan su conocimiento en la información que nos expresan los símbolos (conocimiento trascendente), un conocimiento que está más allá de lo físico, el cual contiene la comprensión sobre los misterios trascendentes. Un proceso iniciático sin la imaginación no tiene sentido. El iniciado en los Augustos Misterios retorna a su Estado Primigenio por medio de la imaginación creadora, conoce y comprende A.G.A.D.U., lo instala en su corazón, no cree en Él, lo comprende. Toda la pureza del corazón se recrea en la comprensión, no en la creencia. Pitágoras decía que la “imaginación” es el recuerdo de precedentes Estados Espirituales, como también físicos y mentales, en cambio que la “fantasía”, es un desordenado automatismo del cerebro físico. Es imposible en el sendero iniciático, comenzar el proceso del conocimiento por medio de la simbología, sin trabajar la imaginación. La imaginación e iniciación están unidas tácitamente. En la iniciación, al privarnos de nuestros sentidos, solo queda la imaginación obrando. El escultor, ignorando lo que contiene el bloque de piedra, plasma su imaginación con el cincel y el martillo la realidad de la obra, igual ocurre con el aprendiz masón, que con su imaginación desbasta la piedra en bruto para convertirla en una pulida piedra cúbica, la cual es él mismo con la conciencia expandida: esa es la obra. La voluntad e imaginación humana es el mayor potencial del ser para cumplir su misión en este plano. En el sendero iniciático, la comprensión es la trascendencia de la imaginación.

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