La humanidad está pasando por un proceso muy denso, lleno de sufrimiento y dolor. A esto podemos agregar la incomprensión entre sus congéneres en algunas culturas, llegando al enfrentamiento, ya sea por luchas de posesión de tierras o ideológicas (políticas o religiosas). Para la humanidad, todo indica que ha llegado el momento de escoger una opción, que puede transformar a todo ser humano en el plano físico. Esta opción es la de ser más responsables en este plano: protegernos y a todo nuestro entorno. Y tal parece que hemos llegado al momento preciso, siempre y cuando nuestro estado de conciencia permita hacerlo. El proceso es duro, y es por esto que vivimos en un plano denso. Todo está sometido al cambio constante, por ciclos de años: vida y muerte. La muerte aquí la tomamos como un fin de un ciclo y el nacimiento como una nueva oportunidad. Hay muchos factores causantes del sufrimiento humano: la ambición desmedida, el fanatismo, la hipocresía, la degradación del ser humano, consumo masivo y desequilibrio: esto produce psicosis y fragilidad. Con el consumo masivo de algunas regiones del planeta, no da tiempo para regenerarse las tierras, y sobre todo la avanzada tecnología está reemplazando al ser humano, el campo de acción laboral es restringido. La ideología es más confusa, está llena de intereses: corrupción. Las religiones no tienen campo de acción y penetración como antes: el ser humano moderno cuestiona la religión, mientras más investiga, más se aleja de ella, ya no son soporte ni guía. Para esto solo nos queda una puerta: el sendero espiritual. Pero no todo es catastrófico, las fuerzas del Universo siempre tiene una salida: conócete a ti mismo. El ser humano, e incluso toda la naturaleza, vibra en varias frecuencias, somos energía, vivimos una vida interior muy rica. Vivimos en un sistema, que lo que hago afecta a mi entorno. Todo lo negativo que haga afecta mi alma, y no me permite avanzar o evolucionar porque estoy separado de mi espíritu. El ser humano vive en varios planos a la vez. Ejemplo el plano anímico, tiene memoria y registros de otras vidas: la conciencia, la llaman luz o sabiduría algunos místicos. Es la capacidad de conocernos, de trascendernos a nosotros mismos, es la capacidad de vivir en plenitud interna y externa. El espíritu humano no es lo mismo que la conciencia, nuestro espíritu es eterno e inmutable, en cambio la conciencia es cambiante en el tiempo. El espíritu de cada ser humano es la chispa divina, espíritu solar y nos hace iguales a todos, la conciencia o el alma es lo que nos hace diferentes. El alma humana es única, porque está sometida a un proceso evolutivo. Cualesquier experiencia que vivimos pasa por nuestros planos de existencia de nuestro ser. Nuestras emociones y deseos desequilibrados crean conflictos en nuestro ser, y sobre todo cuando no tenemos vías de escape, es una energía reprimida. Cuando el propósito de la luz solar creadora y la chispa divina en nosotros no llevan el mismo sendero, el libre albedrío, crea un conflicto y nuestros deseos son diferentes. El ego tiene una función muy especial y es evolutivo. El espíritu necesita del ego y del cuerpo físico para manifestarse. La personalidad es la forma externa de nuestro ser, es la plasmación de nuestra alma, es la síntesis de nuestra conciencia. Gracias a nuestro comportamiento, nuestras relaciones con los demás, nuestras creencias, temores, juicios y prejuicios, es que nuestro espíritu se engrandece, se reconoce así mismo. Es una autoafirmación. Es conocerse a sí mismo. Es un sabio mecanismo para reencontrar nuestro origen, nuestro estado primigenio. En nuestro camino por este plano, encontramos pruebas en nuestros sentimientos, emociones, cuerpo físico y es una oportunidad de evolución. Cada experiencia no deseada, un problema, es temporal, es un forzamiento para el encuentro consigo mismo, con nuestra esencia y comprender quienes somos, de dónde venimos y para dónde vamos. Cuando nos resistimos a aceptar esta experiencia, por nuestro libre albedrío, que nos coloca el universo, se repetirá hasta que tomes conciencia de la enseñanza que te ofrecen y para qué. No podemos resistirnos ante la fluidez natural de la vida para nuestra expansión espiritual. Nunca debemos ver nuestros retos y experiencias como una desgracia. Sin errores, no hay culpas. No hay equivocación, solo experiencias. Conclusión: el ego nos proporciona la oportunidad de conocernos, de vivir y de transformarnos, sin la que sería incorpórea nuestra entidad y no tendríamos la oportunidad de las experiencias para nuestra evolución. El ego no es malo, lo malo es el egoísmo.