El quinto gran principio de las leyes herméticas del kibalión es el «principio del ritmo», el cual reza así: «Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la izquierda; el ritmo es la compensación».
Qué es un ritmo: «Es un movimiento controlado o calculado que se produce por la ordenación de elementos diferentes». El movimiento natural de las cosas se basa en un ritmo natural. Lo podemos comprobar observando el universo y las estrellas. El corazón tiene su ritmo para bombear la sangre. Son procesos que se realizan con orden y tiempo fijo.
Un ejemplo de un ritmo lo podemos observar en un reloj de péndulo. La música se basa en el ritmo de sonido y silencio. El ritmo es un movimiento controlado o medido, sonoro o visual. Los ritmos «circadianos» es la conducta repetida todos los días, por ejemplo: el reloj biológico del cuerpo humano, alimento, sueño, que si no se cumple, trae trastornos en el individuo. Este reloj biológico situado en el cerebro se le llama «núcleo supraquiasmatico». En el caso del ritmo cardíaco, si se sale de su ritmo se le denomina «bradicardia», está fuera del ritmo.
Una aproximación al ritmo, son los principios de polaridad y vibración. Es la ley del movimiento del universo, nada es estático, si llegara a serlo se destruye el universo. Este gran principio es de suma importancia, la evolución del universo depende de este gran principio: todo es cíclico, y cuando no lo es sucede el caos.
Nuestra gran institución masónica se basa en este principio: orden al caos. Colocando el péndulo como ejemplo: oscila de derecha a izquierda y viceversa, el regreso al otro polo se le denomina «compensación». Ejemplo: tristeza-alegría, va hacia al lado opuesto, que es la alegría. El movimiento de ida y vuelta, un flujo y reflujo, sube y baja, acción y reacción, un avance y un retroceso, una elevación y una caída, creación y destrucción, siempre el ritmo entre los dos polos.
Este gran principio también se manifiesta en los estados mentales del ser humano. En el campo espiritual: el todo, hay una emanación y absorción. No hay reposo absoluto o cesación de movimiento, y todo movimiento participa del ritmo, el péndulo universal esta siempre en movimiento.
El hermetismo nos enseña, que para que el péndulo de la vida no nos afecte, utilizamos la «transmutación», situándonos en la conciencia superior. La oscilación del péndulo se produce en el plano inconsciente, así no se afecta la conciencia, es la ley de «neutralización.
El maestro logra que no lo esclavicen sus emociones y pasiones. Es el dominio de sí mismo, no se deja afectar por lo negativo. Si se comprende este principio, obtendrá la clave para dominar las «oscilaciones» evitando ser arrastrados. La ley de la compensación está mejor aplicada en la «reencarnación», en la cadena de vidas, que son puertas de una sola vida. No tendría sentido la vida si la reencarnación no existiera, las mismas leyes herméticas me afirman esta ley.
El gran principio de polaridad, que todo tiene dos polos, se manifiesta con el gran principio de vibración y nos da como resultado el gran principio del ritmo. La ley de la reencarnación está basada en el principio del ritmo, y ese devenir de un polo a otro es ley de «compensación», porque está continuamente en la sucesión del tiempo, aunque la oscilación del ritmo tarde vidas enteras.
Después de la tempestad viene la calma, reza un refrán profano, la compensación es la calma, y siempre está equilibrando y obrando. El maestro buda nos enseña que con la compasión y el amor, la oscilación no nos afecta en nuestra conciencia, pues está más elevada, es como pasar por un puente y lo que nos afecte pasa por debajo. Todos los que tienen conocimiento de sí mismos ejecutan esto conscientemente, y por el dominio de su voluntad adquiere estabilidad y firmeza. Alquimia mental hermética.
Todo en este plano tiene un movimiento pendular. Mientras más nos elevamos a los planos superiores, va desapareciendo la oscilación pendular. Uno de los instrumentos más eficaces para acceder al plano del espíritu es la práctica de la “meditación”. Cuando se entra en meditación, se permanece en un estado sin tiempo, libre de la oscilación.