El Kibalion dice: «El universo es una creación mental sostenida en la mente del todo». Si el todo es una realidad substancial y su naturaleza intima es incognoscible, pues nadie, excepto el todo mismo puede comprender su propia naturaleza y el que especula sobre el todo se pierde en el laberinto de la razón, por lo tanto, para su mejor comprensión, el todo es espíritu y está en cada partícula del universo, como una mente viviente, y el espíritu, está más allá de nuestra comprensión.
Solo los espíritus muy elevados, con conciencia abierta, pueden comprender al todo dentro de sí. La creación proviene del todo. Pero hay investigadores que sostienen la tesis de que el universo no es el todo, porque el universo es cambiante y expansivo y que el todo no puede estar en una partícula o átomo, porque no se puede colocar al todo en un punto de la creación inferior. Considero que el universo, en su creación, no tiene nada inferior, es solo nuestro estado de conciencia que lo mira así. No hay nada inferior en el universo, porque el todo lo impregna, y nada existe sin el todo.
Cuando partimos de la teoría de que la materia no existe, solo existen partículas que se atraen y forman la materia, la cual nosotros observamos, como parte de ese universo. Como es arriba, es abajo. Como es el universo, así somos nosotros también: microcosmos y macrocosmos. Todos somos, en lo material, la unión de partículas y átomos, en los cuatro reinos de la naturaleza: mineral-vegetal-animal y humano. Pero todos, en sí, somos la unión de todo en el uno, en el todo.
Nosotros no somos parte del G.A.D.U., Él está en nosotros. Si nosotros fuéramos una parte de Él, sería divisible, y Él es indivisible, no puede ser aumentado, ni disminuido, ni dividido, por lo tanto «Él está en nosotros», somos uno con Él. Ahora bien, por qué preocuparnos de dónde viene el todo, jamás nuestro estado de conciencia, que está velada, lo conocerá; pero si te permites abrir conciencia, lo puedes comprender. A. G.A.D.U. no se le conoce, se le comprende. Y no crea que se le conoce observando el universo, solo observa la manifestación del creador.
Es por este motivo que la masonería, su base primordial es conocerse a sí mismo, y si lo logras, conocerás al universo, sus leyes y al todo. Para no divagar que si Él es parte de nosotros o nosotros parte de Él, Hermes Trimegistro nos presenta el Universo como una creación mental, por lo tanto, no emplea materiales, ni se reproduce a sí mismo y sin embargo su espíritu. Compenetra la creación mental.
El todo crea el Universo mentalmente, así como el ser humano crea sus imágenes mentales. Así lo comprendieron los grandes sabios de la antigüedad, así lo dejaron en sus escritos, enseñanzas y tales cosas enseñó Hermes Trimegistro. El todo está más allá del tiempo, del espacio, del género y de toda ley, porque Él es la misma ley. No hay una dualidad real en Él, el todo es uno.
Ahora bien, en este plano donde nos manifestamos, y de acuerdo con nuestro estado de conciencia: Al creador lo calificamos de Dios Padre (masculino), y a la naturaleza la calificamos de Dios Madre. El principio masculino manifestado por el todo permanece aparte de la creación mental del universo. Proyecta su voluntad sobre el principio femenino, que es la «naturaleza», donde comienza la obra evolutiva del universo de acuerdo con las bien establecidas leyes de la misma, de cuya matriz todas las cosas nacen.
Esta reflexión es una recreación poética de nuestros estados de conciencia, pero en definitiva, el todo es uno, y de su mente infinita es donde se genera y crea el universo. Según la ley de correspondencia, podemos hacer la siguiente reflexión: «Esa parte de nosotros que llamamos ‘yo’, es aparte de la creación y de mis imágenes mentales en el intelecto. La parte llamada el «mi», en donde se genera las imágenes mentales, y se examina los pensamientos, ideas e imágenes, es aparte del «yo».
En la mente del todo está la infinidad de Universos, hay regiones y planos de vida superiores al nuestro. Hay seres con atributos y poderes superiores al nuestro, y algún día seremos como ellos y más superiores, este es el destino del ser humano según los grandes maestros. La muerte no es real, solo es un cambio de nacer y ascender, y cada vez más elevados. Estamos en la mente del todo, y al final de los tiempos, cuando nos reabsorba el todo, comprenderemos la verdad toda de ser uno con el todo.