El principio de causa y efecto es el sexto Gran Principio Hermético contenido en el Kibalion, atribuido al maestro Hermes Trismegistro, el cual reza así: «Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley. Casualidad no es sino un nombre para la ley no reconocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley».
En primer lugar, cuando tocamos las puertas de una institución iniciática, nuestro principal objetivo es «abrir conciencia», para trascender el principio de causa y efecto. Lo que ocurre es que el ser humano es esclavo y es atraído por las influencias externas de las emociones, los deseos, el egoísmo, el fanatismo, la ambición desmedida y el «efecto» es la “infelicidad”, como lo plantea el maestro Buda en sus cuatro enunciados, en los que nos certifica el poder tan profundo de esta ley, sobre todo cuando somos manejados por voluntades fuertes externas a nosotros.
Claro está, se necesita la maestría, estar formado en conocimiento y sabiduría, lo cual nos facilita elevarnos por encima del plano material, donde estamos conectados con los poderes superiores que dominan la naturaleza y es el origen de la ley, que es el todo, de donde emana «todo».
Lo superior siempre prevalece sobre lo inferior y el iniciado busca refugio en la ley, por eso el iniciado en los Augustos Misterios, al llegar a la maestría, sabe cómo elevarse sobre el plano de causa y efecto. En el ajedrez, nosotros somos los peones, movidos por la voluntad del jugador, solo como maestros nos convertimos en dominio de nuestra voluntad, tomamos el poder de nosotros mismos y seremos quienes nos movemos a nuestra voluntad y no por voluntad de otros.
Los maestros están en la línea de la causación, que a la vez influyen en su entorno, como lo expresan nuestros rituales: en bien de la humanidad. Si deseamos cambiar nuestro entorno, debemos estar en la línea de la causalidad, comenzando con ese gran principio: domínate a ti mismo (causa) y transforma tu entorno (efecto). Para que esto suceda, también debe en nosotros prevalecer el “desprendimiento”, esto quiere decir, no poder, no dominio sobre los demás, respetar sus voluntades, los cuales se transforman con tu ejemplo. En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: «el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra».
El principio de causa y efecto está detrás de cada pensamiento científico y esta enunciado desde la antigüedad por los maestros hermetistas, y también es aceptado por las grandes pensadores, que no conciben al universo sometido a una “casualidad” ausente de leyes, porque si esto fuera así, el universo estaría destruido por el caos, y el todo no existe, porque no hay origen de leyes: no existen.
No podemos imaginar nada que esté fuera del todo, porque él es la ley en sí mismo, no hay nada externo a la ley, no hay causa sin efecto, ni efecto que no tenga una causa, este principio actúa sobre todos los planos de energía: materia, mente y espíritu. Aquí podemos aplicar el gran principio de correspondencia: “como es arriba, es abajo”. El profano en general, solo conoce los efectos, y los iniciados en los Augustos Misterios busca conocer las causas y unirse a ellas.
Para los que creemos en la “reencarnación” (Samsara, en el budismo), comprendemos que nuestro comportamiento en vidas pasadas es una causa de los efectos en el presente, y desde luego, nuestro comportamiento en el presente también es causa para cada efecto en nuestra vida e incluso para vidas futuras.
En la filosofía budista se le denomina: “Karma y Darna”, causa y efecto, que sería tema para otra reflexión. El budismo nos enseña que “cada mañana es un nuevo nacimiento, y lo que importa es lo que hacemos ahora”, este principio tiene una buena explicación: “hay dos días en la vida que no existen: el ayer y el mañana, solo existe el día de hoy, y hay que aprovecharlo completamente”.
La comprensión de este gran principio de causa y efecto nos ayuda a encontrar muchas soluciones a los inconvenientes que nos suceden en este plano. Debemos generar causas favorables para tener efectos favorables.