“La Masonería es una augusta institución dedicada al estudio de las ciencias y la práctica de la virtud”. Esta es la definición más elemental que podemos leer en todos sus escritos. El masón, a quien se le define como un miembro de la Masonería, también se le define como un ser “libre y de buenas costumbres”. Reflexionemos estas dos definiciones: para el profano, el masón solamente es un estudioso y por qué no decirlo, es un intelectual con amplios conocimientos. Y en verdad debe ser así, aunque el masón no necesariamente es un escritor o científico, sí debe ser un ser que le anime a escudriñar los misterios. ¿Por qué debe ser así?, porque el masón es un “inquisidor o buscador de la verdad”. Todo profano que toca las puertas del “Templo de la Sabiduría” es porque dentro de su ser hay una inquietud, una interrogante, y comprende que aparte de su cuerpo físico hay algo más allá. La institución tiene como objeto: “Abrir conciencia”, construir el “templo interior” y ser “libre” de fanatismo y dogmas. Grandes escritores iniciáticos, como Rene Guenon y Fermín Vale Amesti, lo dicen muy bien: la masonería no es moralista y el que ve en sus símbolos solo enseñanza moral, no recibió la “transmisión espiritual” el día de su iniciación. “El espíritu del masón” es ser: fraterno, tolerante, no fanático y no dogmático. “El espíritu de la masonería” es: abrir conciencia y comprender los mensajes de los Símbolos, por lo tanto debe leer detrás de la letra, comprender lo que hay más allá de la forma de los Símbolos. Un iniciado siempre vera más allá del plano de la ilusión. Nuestro cuerpo físico solo es un vehículo e instrumento para que nuestro espíritu se manifieste y pueda elevar su estado de conciencia. Es muy diferente: entender, conocer y comprender. Cada expresión está marcada por el tiempo y el espacio. El inteligente, entiende. El intelectual, conoce. El sabio, comprende. El Espíritu de la Masonería está circunscrito en la palabra “comprender”. Los grados en la Institución Masónica, se llaman “Grados de Comprensión». El que no comprende los grados que posee, considera que le dan estatus y respeto, muy lejos de la realidad. La Masonería no es para especular y razonar, es para estudiar, meditación profunda y comprender. Cada escrito que haga un integrante de la Masonería debe estar basado en la comprensión de lo que escribe. Por este motivo, la Masonería no tiene libros, y los masones que escriben libros y artículos, es su comprensión, no la verdad. La verdad está dentro de cada uno. Este tema es apasionante y extenso.
Les voy a recomendar un libro muy interesante que titula: El Espíritu de la Masonería, de Foster Bailey, y voy a trascribir el primer escrito del libro titulado «Prólogo de orden ceremonial», con el objeto que lo lean bien, lo mediten y comprendan el mensaje espiritual que contiene: «Que el Templo del Señor sea construido’, el séptimo gran ángel gritó. Entonces, hacia Sus lugares en el Norte, el Sud, el Oeste y el Este, se dirigieron con paso mesurado siete grandes Hijos de Dios y tomaron sus asientos. El trabajo de construcción había comenzado. El Templo creció en belleza, sus líneas, paredes, decoraciones, anchura, profundidad y altura, lentamente emergieron a la luz del día. Desde el Este, una palabra surgió: ‘Abran la puerta a todos los hijos de los hombres que vienen de los oscuros valles de la tierra y permítanles buscar el Templo del Señor. Denles la luz. Develen el templo interior y, a través del trabajo de todos los Obreros de Dios, amplíen el Templo del Señor, y así irradien a los mundos. Suene la Palabra creadora, y eleven los muertos a la Vida’. Así, que el Templo de la Luz sea traído del cielo a la tierra. Que sus paredes se levanten sobre las planicies de la tierra. Que la luz revele y alimente todos los sueños de los hombres. Entonces, que el Maestro en el Este despierte a aquellos que están dormidos. Luego, que el Guardián del Oeste pruebe y traiga a todos los verdaderos buscadores de la luz. Que el Guardián del Sud instruya y ayude a los ciegos. Que el portal del Norte permanezca abierto, pues allí está el Maestro invisible con gesto de bienvenida y corazón comprensivo para conducir al candidato al Este, donde brilla la verdadera luz. ‘Pero, por qué esta apertura de las puertas del Templo?’ preguntaron de los Siete mayores, los Tres sentados. ‘Porque el tiempo está maduro; los Obreros están preparados. Dios ha creado en la luz. Sus Hijos ahora pueden crear. No hay nada más que hacer’. ‘Así sea’, fue la respuesta de los Tres sentados entre los Siete mayores. ‘Que el trabajo prosiga ahora. Que todos los hijos de la tierra continúen la labor».
No podemos predecir como será la masonería del futuro, si no comprendemos la riqueza de la erudición masónica basada en la tradición de la enseñanza de su simbología.