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Obreros de Hiram Abiff: El color azul

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Consultando la historia del ser humano, en las diferentes culturas y civilizaciones, nos podemos dar cuenta que han utilizado “colores” para distinguir y diferenciar algunos aspectos de sus vidas. El color rojo les simboliza la fuerza y la sangre derramada en sus conquistas. Los senadores en Roma usaban una túnica blanca, símbolo de pureza. El color verde es símbolo de la naturaleza y usado también como color del uniforme militar, también podemos observar como el color azul es utilizado en las policías y bancos. También el azul en la naturaleza lo podemos observar en la bóveda celeste. Los que han tenido la oportunidad de salir fuera de nuestro planeta Tierra, han observado su color, y por lo tanto se le llama “el planeta azul”. Y así sucesivamente algunas regiones del mundo se caracterizan por sus colores y es importante destacar, que los colores para identificar un país esta simbolizado en el color de su bandera, unos tienen varios y otras son unicolor. En esta oportunidad vamos hacer una reflexión sobre el color azul y su influencia en el sendero espiritual. La prehistoria, la historia antigua, la química y la física confluyen en el trabajo de investigación que se ha realizado en busca del origen del color azul, que tal parece que fue uno de los primeros colores “estables” para el arte.

Según los investigadores de los antiguos egipcios, el color azul proviene de una piedra semipreciosa llamada “lapislázuli” (aluminosilicatos de calcio y sodio, sodalita, calcita y pirita) de la cual se extraía un pigmento de la tonalidad azul, de textura y duradera. Prácticamente todo el lapislázuli utilizado en la antigüedad en Eurasia (es un término que define una zona geográfica o continente que comprende Europa y Asia unidas) se obtenía de canteras situadas en las montañas de Afganistán y todavía en la actualidad se sigue explotando. El polvo del mineral, la azurita o lazurita, proporcionaba un pigmento azul, muy reputado entre los grandes pintores del Renacimiento por su durabilidad. Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Fra Angélico se referían al polvo de lapislázuli (fórmula CaCuSi4O10) como «oro azul», igualaba al precio del oro. Y su reputación sigue algo similar en la actualidad en las joyerías. Los egipcios y otras culturas, utilizaban el color azul para máscaras funerarias, pues para ellos, simbolizaba la pureza, nobleza y como amuleto. El color se debe a la presencia de complejos CuO46 y como pigmento, aparece en Egipto 3600 años a. C. y le siguen los griegos y los romanos. En la corona del busto de la reina Nefertiti, contiene este color azul. (Trabajo publicado en Inorg.Chem 54, 192-2015), y en la investigación también incluye a la China durante la dinastía Han.

El color “azul” en el ser humano le transmite confianza, honestidad, lealtad y seguridad. Con los sentimientos como el amor, transmite simpatía, armonía y confianza. En general, a los seres humanos les transmite calma, serenidad y reposos. El sexto Chacra que está situado entre cejas (en la frente), su color azul, es conocido como el “Tercer Ojo”, que está relacionado con “Abrir Conciencia”, sabiduría y controla las emociones y sentimientos. El color “azul”, en definitiva nos trae: paz, serenidad, armonía, sinceridad, esperanza, verdad, piedad, justicia y pulcritud. El “azul” tranquiliza la mente y relaja el sistema nervioso y es inspirador. Nos conecta con nuestro ser interior. En la naturaleza hay tres colores primarios: amarillo, el azul y rojo, estos colores proviene de la propia tierra y no son producto de combinación de otros colores. El azul siempre se ha asociado como el color del espíritu, la devoción, inspira a la reflexión e ideales elevados, la oración y la contemplación. La sabiduría del azul claro proviene de una forma superior de inteligencia, que está alineada con una perspectiva espiritual. Históricamente, el color azul, forma parte de las más diversas culturas, desde el siglo XIII, el manto de coronación de los reyes franceses era azul luminoso, hoy conocido como azul-real. Según algunos historiadores, la incorporación del color azul en la masonería obedece a alusiones bíblicas, alquimia, cábala, cultura egipcia. Para ingleses, Escocia e Irlanda, los colores para los oficiales de la Logia son tomados de las órdenes mobiliarias y de caballería tradicional, y muchos masones eran miembros de estos estamentos. Como no hay nada claro en los distintos orígenes de algunos aspectos de la masonería, no faltan comentarios que vinculan los colores primarios a nuestra Augusta Institución a los distintos procesos revolucionarios y de independencia en el siglo XVIII: El color “blanco”, expresa la búsqueda de la justicia. El “azul”, expresa el altruismo y búsqueda de los ideales y el “rojo”, expresa, la sangre derramada por la libertad e ideales republicanos, que encontraron su proyección en las nuevas “Banderas” nacionales surgidas de esos procesos. El “azul” es un color fundamental para Nuestra Orden Masónica, los tres primeros Grados, dentro del sistema del Simbolismo, se reúnen bajo el nombre de “masonería azul”, que se refieren a los tres Grados Simbólicos de San Juan, color ligado al sendero espiritual que debe recorrer el Iniciado por la escalera de caracol, desarrollando las virtudes de la tolerancia, lealtad y honestidad. Según Goethe, en su “Doctrina de Cores”, el Azul de los Templos Masónicos, es como perseguir algo que huye de nosotros. Esa búsqueda constante nos conduce a la evolución del espíritu y de la mente. El color de la Bandera Masónica es “azul”.

 

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