El ser humano es sociable por naturaleza, y por lo tanto sus grupos se sostienen por el “egregor”que se desprende de su núcleo social. Ahora bien, quien conoce esta fuerza,¡ la utiliza para el bien o para el mal. También esto influye en las empresas, partidos políticos y en los hogares.
En la masonería el egregor depende de la calidad de vibración de sus miembros: si hay cualificación el egregor es de paz y armonía para que el rito se realice con su profundidad espiritual. Pero, ¿qué es el egregor?
Egregor, del griego egregoroi, significa velar. Hay un término que se deriva de la palabra egregor y es la palabra egregora, la cual nos indica que es la sumatoria de las energías de varias personas reunidas con los mismos fines e ideales. Eliphas Levi, al egregor los denomina «príncipes de las almas», por la importancia que tienen.
Rizardo da Camino, en su Diccionario Masónico, dice que es un “cuerpo místico que se forma con sus propias peculiaridades, después de la apertura del Libro Sagrado, cuando todos se unen con las mentes para el acto de crear”. Aquí actúan los estados de conciencia de los seres. Cuando varias personas se reúnen, el egregor es como un cordón umbilical que los une espiritualmente, y es el que actúa con una energía muy potente, porque es la suma de las energías de todos centradas en un objetivo: el rito o la mesa de dispensación (una mesa redonda con una vela en el centro). Esotéricamente, es como un ente formado por una agrupación de seres en un todo donde interviene también la mente o el psíquico colectivo.
En el plano racional a los egregores se les entiende como formas psíquicas que tienen que ver con estados de conciencia humanos. El egregor creado con nuestros pensamientos y emociones, y de acuerdo con ellos, reaccionará sobre nosotros, esto ocurre en las iglesias, donde se labora, colegios, universidades y en las logias masónicas. Al iniciado en la masonería, después de realizarla, se le permite poco a poco ir recibiendo una energía especial, que los masones llamamos: egregor.
Las vibraciones del egregor obedecen también a uno de los siete principios herméticos, que dice: “Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra”, y es por este motivo que de acuerdo con las vibraciones en grupo positivas o negativas influyen en el todo. Una perfecta comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, si es cualificado. Se cambia cualesquier situación, cambiando las vibraciones del egregor.
El egregor formado por el poder de los ritos abre conciencias, que es como el despertar espiritual. Un grupo de seres cualificados forma un egregor con sus pensamientos elevados, capaz de mover montañas. Sería deseable por parte de todos los hermanos que sus trabajos estén regidos por los pensamientos más elevados y con las palabras más respetuosas y afectuosas. Aquí el verbo y la actitud son de suma importancia. El egregor designa lo que se puede llamar propiamente una «entidad colectiva», o una fuerza de orden sutil. El vinculamiento iniciático no debe concebirse como el vinculamiento a un egregor, considerado mental, aunque espiritualmente estén ligados. Lo iniciático es la transmisión ininterrumpida de la influencia espiritual a través de los incoados.
El egregor se caracteriza por el espíritu de congregación, por eso es utilizado en la práctica masónica. En la masonería el egregor tiene una connotación diferente que en otras instituciones: los masones lo creamos conscientemente, lucida e intencionalmente y acompañadas de métodos secretos que resultan ser muy precisos. Los demás son personas dormidas psicológicamente. Mientras que en las logias trabajamos por un ideal de sociedad perfecta, haciendo rituales donde convivimos fraternalmente, lo que crea un «egregor» que luego es proyectado a la humanidad.
Para entender el egregor tenemos que primero conocer la fuerza personal de cada individuo que participa en ello, por qué es un fenómeno de fuerza espiritual. El maestro Jesús, en su mensaje, nos habló del egregor: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, alli estaré yo en medio de ellos. (Mateo 18:20).