La humildad procede del término latino “humus”, que dice tierra, lo más bajo, lo que todos pisan al andar. “Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad” (Mahatma Gandhi- 1869-1948). Por lo tanto la Humildad y la Verdad, van por el mismo sendero. Pero antes de seguir con este hermoso tema, es importante tener en cuenta, que en este plano no adquirimos la “humildad”, en un ciclo de vida. Para los que comprendan que tenemos que venir a este plano varias veces, hasta que tomemos consciencia de la trascendencia de la “razón” y de la “dualidad”, dos puntos de suma importancia para trascender este plano de contrición. La razón es propia de este plano en cada persona, es la que nos sirve para dilucidar sobre todo lo que nuestros sentidos captan, y está muy sometida a la lógica, y es lo único sobre lo que la razón trabaja. No comprende lo que está más allá de lo físico. La “dualidad” es una ley inexorable que está sometido un ser humano en su paso por este plano, aparte de morir o pasar de plano: lo bueno y lo malo, lo feo y lo bello, la verdad y la mentira, lo sucio y lo limpio, etc. La dualidad se trasciende trabajando el equilibrio, estar en el “centro”. Si observamos una balanza, de acuerdo con el peso que tenga en cada lado, se inclina. Esto nos demuestra, observando la balanza, desde el punto de vista iniciático, en un plato está lo bueno y en el otro está lo malo, si nos colocamos en el centro, la balanza no se inclina para ningún lado, pero si colocamos un peso en el lado malo, esta se inclina hacia este lado, por lo tanto, seríamos grotescos en nuestro proceder. Si colocamos una pesa en el lado bueno, esta se inclina hacia este lado, por lo tanto seríamos muy ingenuos y tontos, nuestros congéneres se aprovecharían de nuestra bondad. Esto me trae una enseñanza: “No existe ni lo bueno ni lo malo, solo se descentra del punto central”. Tenemos que trabajar las enseñanzas de nuestros símbolos para estar en el “centro”, indiferentes al orgullo e indiferentes a la humildad. Ahora bien, nadie se hace humilde, ni aun entrando a monasterios, instituciones espirituales e iniciáticas, con esto solo lograría, continuar un proceso para llegar a ella. La humildad se adquiere trabajando en cada ciclo de vida, una vida de entrega, de servicio, de búsqueda de la verdad y sobre todo “abriendo consciencia”, y este proceso lleva muchos ciclos de vida. Cuando observas a una persona con actitudes de servicio, entrega, no apego, desprendimiento, estás observando su humildad, dirás, esa persona es muy humilde. Es el producto de su proceso en vidas anteriores. Cada vez que nosotros expresamos las palabras: ”Humildad, Amor, Bondad, Dios”, las destruimos, no son temas para razonar, son palabras que en su esencia”Son” y están totalmente unidas al “Yo Soy”, al Todo. Veamos: la Humildad se adquiere en un proceso de ciclos de vidas. El Amor, es espiritual, no se define, sale de nuestro ser; cuando dos personas se aman, jamás se desunen, el amor no se acaba, es puro, es libre, es libertad, libre de apego, libre de poder, libre de hipocresía, libre de celos. Es el querer, que pertenece a este plano, el que se acaba, pues está sometido a compromiso y apego, y si no nos llena se acaba. El querer tiene encadenado a más del ochenta por ciento de la humanidad, y el ejemplo lo tenemos en las tantas discordias que sufre la humanidad en diferentes partes, guerras, conflictos, amenazas, inseguridad, etc. La humildad es el fundamento de todas las virtudes que necesitan alcanzar para su proceso en el sendero Iniciático. El verdadero humilde es falto de soberbia, no da campo a la envidia, contribuye a la paz basada en la fraternidad humana, no es ostentosa, y trabaja en pro de todos, no de él en particular. Ama la verdad, porque el amor, es la base de la verdad. En la masonería, cuando un “profano” manifiesta ser iniciado en nuestros Augustos Misterios, pasa por un proceso, donde debe desprenderse de los metales, el cual tiene un significado: los metales, en un sendero espiritual, es energía, no negativa, solo producen interferencia, en la ceremonia que es basada en la energía, como todos sabemos, todo está compuesto de energía, y hay otras energías que producen interferencia, como en las telecomunicaciones. Los metales en la masonería simbolizan las pasiones, vicios del mundo que no deben estar en nuestra Augusta Institución y mucho menos en el corazón del masón. El “despojamiento de los metales” antes de la ceremonia, representa “la muerte del ser humano al mundo profano”, es el desprendimiento, no apego, y esto tiene que suceder para que pueda comprender las enseñanzas iniciáticas. Es como una muerte iniciática, pasando del mundo profano al mundo espiritual. Es comenzar el sendero de Luz hacia el estado primigenio. Esto quiere decir que nosotros debemos empezar el trabajo de equilibrar nuestras pasiones, todos nuestros conocimientos adquiridos en este plano, para poder acceder al sendero de la luz, de la verdad. Hay que despojarnos del fanatismo, de lo dogmático, la hipocresía y la ambición desmedida. Todo este proceso se logra estando en el “centro”, donde no nos altera ninguna corriente, todo lo escuchamos, lo estudiamos y lo meditamos. El trabajo masónico no es buscar la verdad, es “comprender” la verdad. La verdad no hay que buscarla, no está arriba, abajo o a los lados, está en nosotros mismos. La meditación es un excelente medio para conectarte con la verdad, y de allí te proviene tu sabiduría. Cuando escribimos, conversamos en grupos o en charlas sobre temas de orden iniciático, y estas conectado con la energía de la Gran Energía Universal, cuando hablas, no eres tú, habla tu ser interior, y es aquí que cuando recibimos luces de alguien, es porque nos lo transmitió su espíritu interno, no la persona. Todo nuestro proceso en vidas anteriores, hace que en cada ciclo de vida, tengamos un estado de “consciencia” más elevado y con más facilidad de comprender los mensajes que están más allá de lo físico. Todo depende de nuestro nivel de estado de consciencia. Cada ser humano tiene un nivel de estado de consciencia y una cualificación para comprender. Todo en este plano tiene dos visos: trascendente y no trascendente: los diez mandamientos, los libros sobre sabiduría, libros sagrados, “son trascendentes”. Las leyes, las constituciones, los códigos penales, normas, etc. son “No Trascendente”. Cuando nos desprendemos, practicamos el no apego, estamos naciendo de nuevo. Como lo decía el Maestro Jesús: para seguirlo a él había que nacer de nuevo, practicando el no apego y desprendimiento. Así tenemos contacto con nuestra “Luz Interior”. “Vacía el corazón de todo aquello que no sea la búsqueda del perfeccionamiento”. (Abu Hasan Ali Al-Hujwiri). Quien no puede despojarse de los bajos metales, pasiones, no se desprende de la “caparazón” profana, no comprenderá los mensajes iniciáticos. Iniciarse en los Augustos Misterios masónicos, no es una simple ceremonia donde se admite al profano, si no simplemente, saber que empezamos a trabajar para “abrir consciencia”, para comprender las verdades que están más allá de lo físico.
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