La iniciación es la acción de expansión de la conciencia en una institución tradicional, nos conduce a un nuevo estado espiritual, comienza un “sendero”, diferente al “camino”. El “sendero” es hacia la luz, el “camino” te conduce al crecimiento intelectual, por lo tanto, la iniciación es un sendero para encontrar la luz.
Es muy importante hacer énfasis en lo siguiente: la luz no se busca, se encuentra, lo único que se busca es el conocimiento intelectual, porque el conocimiento iniciático lo encuentras muy bien protegido en los “símbolos”, donde nuestros maestros de luz lo dejaron para que los seres cualificados lo encuentren y lo develen. Lo único que se “busca” es el conocimiento basado en la razón.
En el sendero iniciático se encuentra la luz, porque ella llega a nosotros cuando estás preparado para recibirla; si no lo estamos, solo recibimos información intelectual. Cuando encontramos la luz, la sacralizamos, la interiorizamos, y así ver el sendero a seguir, esto ocurre porque emitimos una frecuencia, que alguien en el mundo invisible la sintoniza y atraemos vibraciones de muy alta frecuencia.
Si no estamos cualificados, no no emitimos esta frecuencia. Si quieres comprobar lo que es la cualificación, solo conversa con una persona o grupo sobre este tema, y percibirás la incomodidad y molestia de los que no lo comprenden.
Cuando deseamos emprender el sendero iniciático, es muy importante la guía de un maestro, que nos instruya, para poder manejar las frecuencias de los planos superiores que nos llegan. No es la ceremonia la que nos da el poder, ni el rito en sí, es nuestra conciencia abierta la que nos predispone a tomar el poder de nosotros mismos.
El resultado de la iniciación es la “expansión” de la “conciencia”. Aquí hay un dominio de los conceptos que codifican y transforman el alma humana por medio del conocimiento captado en los “símbolos”, donde se trabaja para trascender las limitaciones. Aquí todos los conceptos son coherentes entre sí. Cuando se comienza a transitar en este sendero, todo lo mundano o profano se hace a un lado y fluye lo espiritual en perfecta armonía. Cuando los masones se reúnen en logias, se respetan las diferencias de conceptos emitidos sobre un tema, defendemos el derecho que se tiene para emitirlos, son las verdades de cada uno de nuestros hermanos, son sus criterios, y esto hace que fluya la armonía entre los mismos: no criticamos, no juzgamos y así le damos campo para que el “agregar” fluya entre todos en plena armonía, espiritual. Esto es lo mágico que existe en muchas reuniones o logias masónicas.
Ahora bien, deseo tocar muy someramente el concepto de religión o el concepto de iniciático. La religión está cargada de mucho conocimiento iniciático, solo que no se le expresan a la feligresía, solo una explicación muy somera de su contenido, por las razones de sus dogmas, y por lo tanto sus enseñanzas son exotéricas, esto quiere decir que no hay preparación para recibir enseñanzas, todos por igual.
En el sendero iniciático recibe las enseñanzas un selecto grupo de seres humanos, de no menos de 21 años, y para recibir el conocimiento iniciático debe pasar primero por una iniciación y luego de recibir las herramientas de estudio, los símbolos, empieza a encontrar el sendero iniciático hacia la luz, siempre y cuando sea cualificado. Esto no ocurre en las religiones.
La religión te ofrece la salvación para entrar en un cielo después de la muerte. En cambio, el sendero iniciático te ofrece la liberación para trascender este plano físico, trascender la razón, ir más allá de lo físico. Donde el cielo es la plenitud de la trascendencia de la dualidad, el desprendimiento y el amor a la humanidad, basados en la creencia de un ser superior que crea y sostiene las leyes del universo al cual estamos sometidos. La iniciación es la trascendencia de las leyes. Todo esto puede ocurrir, dependiendo de nuestro estado de conciencia. En conclusión: el sendero iniciático nos libera en este plano para estar en armonía con los planos superiores.