En este fin del ciclo del año de 2019, estamos haciendo un análisis sobre lo que es el amor, en sus diferentes facetas, consideraciones, opiniones y definiciones, teniendo en cuenta nuestro estado de conciencia en este plano para comprenderlo. Pero dejaremos para el año 2020 la conclusión sobre este tema, de por sí muy hermoso, pues estamos tratando de definir la base de la plenitud del ser humano: su Nirvana interior.

El tema de hoy, no es ajeno al tema del amor, comprendiéndolo en su profundidad: «Azufre, mercurio y sal». En primer lugar, veamos definiciones de cada término alquímico. Cuerpo, alma y espíritu, los alquimistas consideran que nos conduce a la Tría Principia, en latín, lo cual traduce: «Los tres principios».

El azufre. Su símbolo es un triángulo y en su base inferior, por fuera, lleva una cruz. Representa el fuego sagrado, nuestro espíritu y esencia divina. Principio activo masculino. Es un principio de actividad interior y se irradia a partir del centro mismo del ser. Se identifica con el poder de la voluntad, no visto desde el punto de vista psicológico, que me atrevo a definir como trascendente. La voluntad psicológica es periférica y la voluntad trascendente es central. El azufre, como es interno, central, tiene influencias celestiales, el ser humano verdadero. El azufre sigue siendo el principio interno. La palabra griega Theion, que es la designación del azufre, significa al mismo tiempo «divino». En el lenguaje del hermetismo islámico, el ser humano trascendente, el que ha realizado en sí mismo al ser humano universal o «el hombre verdadero», es designado como el «Azufre Rojo», que también es representado simbólicamente como el «Fénix».

El mercurio, cuyo símbolo es un círculo, en la parte superior, exterior, lleva una media luna, y en la inferior, exterior, una cruz. Este símbolo alquímico nos representa el alma, la mente y las emociones. Principio pasivo femenino es un principio húmedo, agua ígnea o fuego líquido y reacciona desde el exterior, contrario al azufre, que es interno. El mercurio es de influencias terrenales. No se sitúa en la esfera corporal, está en la esfera sutil o anímica, puede representar el ambiente sutil, por su exterioridad. Los Hermetizas denominan el mercurio «animado» o doble, para distinguirlo del mercurio ordinario

La sal, su símbolo es un círculo con una línea interna, que lo divide. Es todo lo visible, lo externo, lo físico, es energía materializada, es neutra. Lo que corresponde a la sal es la individualidad. La individualidad está envuelta en el cuerpo físico, en lo manifestado. Es su estado sutil. Rene Guano nos dice: “El azufre es comparable con el rayo luminoso, el mercurio con su plano de reflexión y la sal es el producto de encuentro del primero con el segundo. Pero esto implica  toda la cuestión  de las relaciones del ser con el medio en que se manifiesta».

De la acción interior del azufre y la reacción exterior del mercurio resulta una especie de «cristalización» que determina un límite entre lo interior y lo exterior, o una zona neutra donde se encuentran y estabilizan. El producto de esta cristalización es la sal, es representada por el cubo, símbolo de la estabilidad. «Recordemos que la transformación de la ‘Piedra bruta’ en la ‘Piedra cubica’ representa la elaboración que debe sufrir la «individualidad» ordinaria para poder ser apta para servir a la realización iniciática». (Cap. XII, La Grande Triada – R. Guenon). «La naturaleza, que se rige por las leyes del G.A.D.U., fijó que los cuatro elementos debían actuar continuamente entre sí, y en cumplimiento de tal orden: el fuego empezó a actuar sobre el aire y produjo azufre; el aire actuó sobre el agua y produjo mercurio; el agua, mediante su actuación sobre la tierra, produjo sal. Solamente la tierra, que no tiene nada más sobre lo que actuar, no produjo nada, pero se convirtió en la nodriza o en la matriz de estos tres principios» (Sendivogius). Por eso Hermes dice: «La tierra es la madre de los elementos; de ella proceden y a ella vuelven».

 


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