Esta semana me ha ocurrido algo curioso. Tres personas de áreas profesionales distintas se han puesto muy alegres al enseñarme su trabajo. Han sido trabajos sencillos, manuales los tres, pero importantes, como todo trabajo. Esto me hizo pensar en el valor del trabajo en la vida de una persona.

En los tiempos que vivimos, el trabajo que hacemos se asocia con el dinero que ganamos, pues como es lógico, necesitamos un pago digno con qué alimentar a nuestra familia y cumplir con tantos compromisos. Sucede, sin embargo, que trabajar solo por dinero nos puede poner tristes y desilusionados, y esto, porque todo ser humano necesita desarrollar sus talentos haciendo lo que le gusta y apasiona. Tenemos habilidades que nos impulsan y que están asociadas a la vocación: ese llamado a desarrollarnos en lo que nos ilusiona, porque para eso estamos hechos.

Toda persona, además, necesita un estímulo que le lleve a hacer mejor lo que hace. Necesitamos reconocimientos, aunque sean de palabras y espaldarazos, pues toda persona responde bien a una sonrisa y a palabras de aliento. Todo esto, sin embargo, debe estar respaldado por un sueldo digno y bonificaciones pues, como he dicho, el dinero hace falta para vivir, además de ser un estímulo grande para seguir adelante.

El trabajo es una obra bien hecha cuando la finalizamos con amor. Y cuando se está alegre y se “encaja” en la dinámica de la sociedad con ese oficio que se lleva a cabo, la alegría que se transmite a quienes nos tratan es también digna de acoger e imitar.

Vivimos en una sociedad herida, cuyo tejido social ha sido fuertemente golpeado. Por eso urge que hagamos un esfuerzo por limpiar los ambientes de trabajo, así como los familiares y los de los amigos, de esta mugre de la desesperanza y de la tristeza. Necesitamos una Venezuela con normas claras en las empresas, con bonificaciones regulares para sus empleados y con trabajo digno para todos. Para eso estamos abocados a llevar a cabo estas futuras elecciones de julio, pues necesitamos un cambio que la gran mayoría desea. Todo este esfuerzo es un camino que nos conduce a la esperanza. Por eso, cuidemos nuestros votos; cuidemos ese día tan esperado.


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