Hasta que no sea superada la hegemonía despótica y depredadora que destruye al país, no acepto rendición posible.
Aunque sea solo polvo y ceniza, seguiré luchando desde mi rincón para que Venezuela cambie para bien. Un átomo, sin duda, pero uno comprometido a no rendirse.
No me importan las burlas de algunas personas que me consideran radical. Y es que radical tiene que ser el cambio político, económico y social.
El sufrimiento de los venezolanos, en todos los órdenes de la vida nacional, no puede encararse con ambigüedades. La plutocracia de la hegemonía y sus satélites tiene que ser superada para que Venezuela tenga un futuro humano.
La convivencia con el poder establecido, es un ataque criminal a los activos del historial de la democracia venezolana. Y no me refiero al pueblo pobre que tiene que sobrevivir como sea. Me refiero a las élites corruptas que, por acción directa o complacencia, tienen secuestrado al país.
El «esto es lo que hay…» es una canallada y una expresión de cobardía. Precisamente porque «esto es lo que hay…» hay que luchar de frente, cada uno es su cada cual.
No sé si llegaré al fin de esta tragedia, si llegaré a esa nueva etapa de democracia, libertad y justicia, que Venezuela se merece. Eso no tiene importancia, lo que si la tiene es continuar luchando por amor a la patria, y por estar convencido de sus grandes posibilidades. Nunca me rendirán. Nunca.