«La democracia son dos lobos y una oveja, votando sobre qué se va a comer», Benjamin Franklin.
Bueno, pues parece que ya han pasado las elecciones a Castilla y León. Sin embargo, aquí seguimos. Si hemos sobrevivido a la pandemia, a las nevadas y al volcán de la Palma, un domingo electoral no iba a suponer un problema; o sí. Depende de para quien.
Es curioso, pero, en este lunes poselectoral se ha roto una norma que estaba muy asentada en nuestro sistema democrático, por llamarlo de algún modo. Habitualmente, tras una jornada electoral, todos los partidos tenían algo en común; atendiendo a la interpretación de los resultados, todos habían ganado.
Esta vez, sin embargo, no ha sido así, es más, esta vez, salvo el caso claro de Vox, que puede afirmar, sin presunción, que para ellos la jornada de ayer fue un rotundo éxito, y el caso, indudablemente extemporáneo de Soria Ya, parece, por lo que puede deducirse de sus declaraciones posteriores, que todos han perdido. Sí, todos, hasta el PP, virtual ganador de estas elecciones.
Por empezar por lo evidente, Ciudadanos ha sido el perdedor más rotundo. El caso de Ciudadanos empieza a recordar al del seleccionador del equipo olímpico de natación de aquel país africano, que, preguntado en la prensa local acerca de los resultados que esperaba en las olimpiadas, contestó, honestamente, “yo, con que no se ahogue ninguno, me doy por satisfecho“. Pues Ciudadanos igual. Con salir ilesos, ya está bien. “Tenemos salud “, podrían haber declarado ayer.
Parece mentira que hoy, día catorce de febrero, San Valentín, a Francisco Igea, entrevistado entre otros por Carlos Alsina, lo único que le preocupaba es que el PP llegue a un acuerdo con Vox, lo cual viene a ser como preocuparse por si esta noche se pondrá el sol. Es algo inevitable, tan obstinadamente evidente como lo pueden ser las matemáticas. Y es asombroso que pida responsabilidad al PP para no pactar con un partido, Vox, que tiene trece representantes, cuando ellos tenían doce y fueron clave y llave necesaria para la gobernabilidad.
Según Igea, actitud esta que se repite en todos los partidos de izquierda y de centro, pactar con lo que ellos denominan la extrema derecha no debería ser una opción. Sin embargo, actualmente, el gobierno de España, en coalición, lo ostenta la extrema izquierda, y eso no parece preocupar a nadie. Me gustaría, sinceramente, que alguien me explicara por qué la extrema izquierda es una opción democrática y lo que, insisto, ellos denominan extrema derecha no lo es.
Es cierto que el partido de Abascal puede estar, legítimamente, en contra de algunos preceptos contemplados en nuestro actual sistema, como el estado de las autonomías, pero no es menos cierto que Podemos, por poner un ejemplo, quiere acabar con la monarquía, contemplada en nuestra constitución, convirtiendo a España en una república, para promulgar aquello de “ El poder del pueblo, para el pueblo». Lástima que en su caso, sí tenemos un ejemplo en el que mirarnos, el ínclito gobierno venezolano al que ellos asesoraron cobrando, por cierto, pingües minutas y que está llevando a la miseria más absoluta al que fue el país más próspero de Sudamérica.
Pues esta actitud, la del miedo a Vox, se repite en el PSOE. Su representante en Castilla y León, Luis Tudanca, cuya más notable aparición en la prensa hasta ahora había sido por ganar el gordo de Navidad este pasado año, ha declarado que “ con esta convocatoria de elecciones tan irresponsable, Mañueco abre la puerta a Vox de par en par».
Por no ser repetitivo, en este caso, me gustaría recordarle a señor Tudanca que su partido ha abierto la puerta a los que, hace unos años, disparaban en la nuca a sus acólitos, así como a los miembros de otros partidos democráticos por el hecho de ser eso, democráticos. Un partido con ese bagaje, que ha pactado con los que tienen las manos manchadas de sangre y que ahora está pagando el precio de esos pactos, repartiendo beneficios penitenciarios entre los asesinos, debería, en el mejor de los casos, permanecer callado. Quien le da la mano a alguien que tiene su mano manchada de sangre, indudablemente se mancha de sangre también.
Ese sí es un alto precio, por conservar un gobierno. Le están reclamando al PP que no forme gobierno con Vox, que convoque nuevamente a las urnas si es necesario, cuando ellos se han apoyado es la escoria, que nunca debió mancillar nuestras instituciones, para salvar su cabeza.
Al menos este señor, Tudanca, parece que va a tomar las de Villadiego. Con sinceridad y sin acritud, Luis, si a mí me hubiese tocado el Gordo de Navidad, también pondría tierra de por medio en según que asuntos. Bastante has hecho ya, alma de dios. Como dice mi amigo David, vete a casa, duerme, reposa y no tengas miedo de ninguna cosa.
Por seguir solo con los partidos que tenían representación parlamentaria, como hace La Uno en sus debates, tengo que decir que Pablo Fernández, de Podemos, que en Castilla y León pasa a denominarse Puedo, ha estado a punto de levantarse hoy nuevamente a las cinco de la mañana para abrir su kiosco, cosa que, por otro lado, hubiera sido loable, ya que el trabajo ennoblece.
Bueno Pablo, piensa que mejor solo que mal acompañado. Recuerda a Bescansa, a Herrejón, a Monedero. Míralo del lado bueno; Solo, se discute menos.
Y finalmente, el PP. Es cierto que han ganado las elecciones, por la mínima, en el tiempo de descuento, pidiendo la hora, de penalti injusto, pero han ganado. Aún así, la cara de Fernández Mañueco ayer era la misma que pones cuando te toca ser presidente de tu comunidad de vecinos, esto es, la cara de “vaya marrón que me voy a comer“. Si, desde anoche, en sus manos reposa la patata caliente de quien no tiene otra opción que pactar con su enemigo, aquellos con los que se ha cansado de repetir, por activa y por pasiva, que no pactaría jamás.
De cualquier modo, no se preocupe, don Alfonso. Esta mañana, en todos los medios que han querido darle eco, don Teodoro García Egea ya se ha ocupado de ir dejando claro que, donde dijeron digo hoy dicen Diego, lógica y afortunadamente, y que, sin lugar a dudas, van a pactar con quien la lógica, por otro lado, dicta que es su aliado natural.
Y además, si sirve el ejemplo, nuestro actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ya se encargó de demostrar que, en política, no hay imposibles cuando hizo vicepresidente a Pablo Iglesias, después de manifestar que él no dormiría tranquilo con semejante personaje en la vicepresidencia. Orfidal, don Pedro. No limpia la conciencia, pero para dormir, la apacigua.
Por lo demás, ya solo me falta Vox. Quiero recalcar, por si alguien tiene dudas, que no soy, ni mucho menos, un incondicional de don Santiago Abascal, pero lo que sí entiendo es que, llegados a un punto en que los votantes le han demostrado, tajantemente, su confianza, este es el valor en el que se tiene que seguir basando y que no exigir contraprestaciones a su apoyo al Partido Popular, como ha hecho en otras jurisdicciones, lanzaría el mensaje de que, votando a Vox, estás votando al PP y esto, sin duda alguna, sería contraproducente.
Ante un PP que reniega de su origen y de aquel electorado que le ha sustentado y le ha llevado al poder en numerosas ocasiones, esto es, el electorado de derechas, Pablo Casado ya ha dejado claro que al votante de derechas solo le queda un referente aún cuando se ha puesto de manifiesto que el votante de centro no es el huerto en el que el PP va a recoger lo sembrado.
Esto queda claro si atendemos a que la sangría de votantes de Ciudadanos no ha recalado, ayer, en el PP, que obtuvo menos votos que en las pasadas elecciones, por lo tanto, el votante huido de Ciudadanos ha derivado, principalmente, hacia Vox.
Señor Casado, está usted en tierra de nadie, ni a babor ni a estribor, ni en la red ni en el fondo de la pista, y ahí, como sabrá si ha jugado al padel, lo único que puede pasar es que se lleve usted un buen pelotazo o que se la tiren a los pies y no pueda devolverla. En España, las elecciones se ganan con una identidad propia, no caben ambigüedades. Aquí tenemos que saber a quién partirle la cara. Y usted, ¿de qué lado está?
Vamos a dejar a un lado los complejos. Los complejos maniatan, restan libertad de acción. Uno, a la política, viene llorado de casa. Pónganse a trabajar. Gánense el sueldo. Y devuélvannos la confianza en la democracia.
Incluso a los que, como yo, nunca la tuvimos.
@julioml1970