Los Globos de Oro 2024 consiguieron ganar oxígeno y volverse a inflar, luego de sufrir un pinchazo por una serie de polémicas, debido a la configuración de su tropa de élite de otrora.
El Hollywood de la cancelación y el progresismo le pasó factura y el nuevo código moral de la industria hizo el resto, para ampliar su base de selección y buscar mayor diversidad tanto en sus resultados como en sus balances anuales.
Después de un año de suspensión, la fórmula no cuajó en 2023, producto del fiasco de un mal presentador, cuyo show lo desapareció del mapa y generó preocupación por el futuro del galardón.
Por tanto, la escogencia de Nikki Glaser parecía ir por una ficha segura, aunque riesgosa por igual, dada su condición de una B Lister de la meca, con aspiraciones de convertirse en una superestrella de la comedia.
Todavía no lo es, porque viene en ascenso, dándose a conocer en los “Roast” de los famosos y en sus stand ups de nicho.
Por suerte, el debut de Nikki Glaser en los Globos, ha sido un éxito de consenso, según la opinión de propios y extraños, al validar su momentum para hacer chistes breves y efectivos, sobre los invitados VIP presentes en la gala, sin sentirse desenfocada, improvisada o irrespetuosa, como su predecesor olvidable.
Por consiguiente, ella supone el primer punto a favor de la gala, en su intención de recuperarse ante las grandes audiencias.
En el mismo sentido, la dirección evidenció el esfuerzo por modernizar su rígida puesta en escena, mediante técnicas como el montaje, la concisión de las entregas y la distinción visual de los nominados, en lugar de aburrirnos con largos clips de las películas, como avances innecesarios e interruptores de la acción.
A propósito, Seth Rogen se burló del tiro de cámara, empleado en la tarima, al considerarlo algo incómodo e invasivo.
Sin embargo, el director supo captar la proximidad que demandan los espectadores de hoy, al instante de consumir sus contenidos y montarlos en redes.
Por ende, el dispositivo de transmisión lograba una comunicación eficiente con las aspiraciones de los usuarios y contenedores, como Instagram y TikTok.
Entre los puntos bajos o discutibles, los expertos destacan el premio al blockbuster de 2024, que recayó en Wicked más por una concesión a la corrección política, que a Intensamente 2 que no solo concitó la aprobación global sino conquistó el podio del box office.
El criterio aquí no se entendió, estimulando la sospecha y la duda razonable que sigue despertando el forzado reconocimiento al éxito popular.
Hace que la gente piense que ni ahí hay una verdadera justicia del público y los datos, sino una concesión con las agendas inclusivistas que determinan el mercadeo de Hollywood, para lavar su imagen y montarse en el Uber de los activismos que se instrumentan por explotar el dólar de la responsabilidad social.
Así que los Globos expresan el dilema que continúa marcando a la temporada de premios en los últimos años, entre el premio al mérito y el imperativo de congraciarse con todas las minorías, en una forma de reparto que intenta trabajar la culpa y la mala conciencia.
Así las cosas, las quinielas fueron rompiéndose de manera grata para los que, año tras año, nos decepcionamos por el ritmo predecible de la ceremonia.
Inesperados fueron los triunfos de Flow, de la música de Challengers a cargo del binomio de oro de Trent Reznor y Atticus Ross, de la rotunda Zoe Zaldana por encima del hype de Ariana Grande, de Adrien Brody en un batacazo que recuerda El Pianista y de una Demi Moore que nos alegró la noche, poniendo en pausa la marcha de la victoria que había protagonizado Sofía Gascón desde el estreno de Emilia Pérez en Cannes.
La española no pudo ocultar su malestar, de modo que tendrá que manejar mejor la derrota para la próxima, pues el premio de mejor actriz será muy disputado hasta el Oscar, en función de la luna de miel que la meca tiene con Moore, a quien se lo deben por años de ausencia.
Aquí el criterio es la celebración de una gran actriz en el pico de su rendimiento, después de décadas de olvido. Por tanto, es su instante de regresar por la puerta grande, lo cual riñe con los planes reivindicativos de Emilia Pérez.
Otro mensaje fue aprobar los crecimientos de actores jóvenes como Sebastian Stam y Kieran Kulkin, por muy blancos y heteros que sean, saliendo del esquema planteado por los premios de hoy en día.
Por ahí se abrió la compuerta para sentenciar el triunfo de El Brutalista en drama, extendiendo la estela de un cine autoral que se premió el año pasado, amén de la victoria de Oppenheimer.
El realizador recibió el Globo por su trabajo, hablando de la importancia de respetar a los miembros de su gremio, en tiempos donde se amenaza su existencia por la inteligencia artificial y la brevedad que imponen los algoritmos.
Por último, leímos un guiño, una indirecta entre líneas, en el hecho de premiar a Emilia Pérez en cinta internacional, para desilusión del lobby mexicano que la saboteó y se la tomó personal, como un asunto demagógico de Estado.
Una derrota para Eugenio Derbez, un espaldarazo para los soñadores que hicieron posible el desenfadado musical de Jaques Audiard.
Al respecto, Venezuela estuvo muy bien representada en las figuras de Edgar Ramírez y Marcel Rasquin, quienes con su presencia enviaron un bonito mensaje al país que quiere reconstruirse sanamente desde la diáspora, en el contexto de unos días cruciales para el devenir de la nación.
Ambos confirmaron que Venezuela atraviesa una etapa de transición que concita la solidaridad global, así como los dos ratificaron que el cine nacional tiene presente y futuro en el concierto internacional.
Finalmente, Emilia Pérez subió al podio a recoger los frutos en la categoría de musical y comedia, señalando el desarrollo que asumirá la temporada de premios, por los días que siguen.
Por ahora, la batalla será entre El Brutalista y Emilia Pérez, con dos visiones muy diferentes acerca del cine y de la cultura.
Al margen de sus obvias diferencias, se nota que los Globos quieren estar en sintonía con un país y un mundo que reclaman calidad con temas complejos que hagan conversación.
Aparte, las películas exponen el compromiso con las movilidades y migraciones que persigue el cine en la contemporaneidad.
En conclusión, unos Globos de Oro que cumplieron con creces, a pesar de naturales deslices y situaciones que no se corrigen de la noche a la mañana.
Una evolución, un paso adelante, que ya es bastante, en comparación con el retroceso de 2023.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional