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Nueva Constitución en Chile, ¿país unitario, federal o regional?

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Chile redactará su nueva Constitución por ciudadanos electos en las próximas elecciones de constituyentes que se llevarán a efecto el 11 de abril, junto con la de alcaldes, concejales y gobernadores regionales. El pasado 11 de enero se inscribieron las candidaturas a constituyente, con lo cual se inició una nueva etapa en el camino a contar con una nueva Constitución. Es el camino de la discusión y debate sobre los principios, valores e instituciones que los candidatos (a) aspiran a representar.

De acuerdo con datos del Observatorio de la Nueva Constitución son 1.191 candidatos y candidatas aceptadas por el Servel (Servicio Electoral), agrupados en múltiples listas, mayoritariamente conformada por independientes. Cada uno de ellos buscará respaldo ciudadano para quedarse con alguno de los 155 escaños que formarán la convención constituyente.

Dado que Chile es uno de los países más centralizados de América Latina, uno de los temas que será ampliamente discutido, debatido y demandado, especialmente por los habitantes de regiones, es la “organización territorial del poder político”. Esta hace alusión a cómo se distribuirá entre los distintos organismos subnacionales el poder político, administrativo y fiscal. En la literatura comparada y en los distintos países del mundo se pueden encontrar a lo menos 3 modelos.

El clásico modelo unitario centralizado es aquel que posee un único centro impulsor de poder político y cuenta con un único conjunto de instituciones o reglas del juego para regular la vida social, económica y política del país. Es decir, leyes e instituciones políticas similares se aplican de manera homogénea en todo el territorio. Además, posee una única organización jerárquica de los poderes e instituciones públicas. Este modelo centraliza el poder político y desconcentra o descentraliza funcionalmente la administración del Estado, el caso típico es el de Chile.

Un segundo modelo es el federal, el cual tiene múltiples variantes, pero su característica principal es que su conformación es por entidades territoriales que gozan de autonomía política, fiscal y administrativa, las cuales comparten poderes con el centro político. Es decir, existe más de un impulsor político y más de un conjunto de instituciones que rigen la vida social y económica de un país. El federalismo se sostiene en la idea de lograr la integración o unidad territorial junto con preservar la libertad política de esos territorios, combinando el gobierno compartido en ciertos temas, con la autonomía en otras. Casos de esta naturaleza son Alemania y Estados Unidos.

Un tercer modelo es el regional, el cual se ubica entre las características del unitarismo y el federalismo. Habitualmente, este se asocia con el modelo español y también se podría ubicar en esta categoría a Italia. Se trata de un modelo que se basa en un régimen unitario, pero es altamente descentralizado en los ámbitos político y fiscal, reconoce a las regiones como unidades políticas, y busca compatibilizar el carácter único e indivisible del país, con la autonomía política de las regiones y municipios. Este modelo, por ejemplo, podría otorgar el poder para que las regiones igualmente se reconozcan como entidades políticas multiculturales.

¿Cuál modelo es el más adecuado para Chile? La respuesta a esa interrogante depende de tres factores. Primero, las trayectorias institucionales a nivel territorial, es decir, cómo se ha ido construyendo históricamente el poder político y las instituciones fuera de la región metropolitana. Segundo, la presencia de sociedades regionales o élite política regional que sean capaces de administrar el poder descentralizado y hacer contrapeso a las instituciones centralistas, la cultura política territorial es esencial para sostener modelos más descentralizados. Tercero, el objetivo que se quiera resolver con esta distribución territorial del poder, Chile en este sentido tiene que enfrentar a lo menos, las crecientes desigualdades territoriales, la profundización de la democracia y la pertinencia de políticas públicas territoriales.

Lo mejor que le puede pasar a la discusión de la organización y distribución territorial del poder político en Chile es que los constituyentes de regiones, (quienes serán más de 2/3 en la constituyente, ya que de regiones habrá 108 de 155) ofrezcan una discusión profunda sobre las implicancias y condicionantes para una fecunda distribución del poder político a escala territorial. Un acuerdo amplio, informado y participativo sobre esta materia, ya sea por un Estado unitario, federal o regional, será el único camino que puede hacer sostenible en la sociedad regional un modelo territorial distinto al que actualmente tenemos.

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