OPINIÓN

Nuestro ADN democrático

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

 

No cabe duda de que la revolución bolivariana desprestigió en 25 años de ignominias el término revolución. El ecosistema criminal  en el largo proceso histórico quedará registrado a pie de página, como una indigestión desagradable.

En Venezuela tuvimos en 1945 un auténtico movimiento revolucionario que estableció para siempre nuestro ADN democrático.

La jornada del 18 de octubre de 1945 fue un hecho histórico que conocí desde niño, por boca de mi padre y el testimonio de sus actores, entre otros de Rómulo Betancourt y Luis Augusto Dubuc. La entiendo como la pretensión auténtica de instaurar el sistema democrático, no fue un típico golpe de Estado, sino un movimiento cívico-militar, con participación política de AD.

“La democracia” que para entonces existía, podía calificarse de tal en contraposición con las dictaduras de años anteriores que había sufrido Venezuela; pero no encarnaba un sistema democrático pleno, y lo más grave era que le negaba al pueblo el derecho a elegir directamente a sus gobernantes.

Venezuela había padecido, en lo que transcurría del siglo XX hasta el año 45, la dictadura de Castro hasta el año 8, después la dictadura de Gómez, hasta el año 35; López Contreras surge como presidente de la República porque era el ministro de Guerra de Gómez, y Medina emerge después, porque era el ministro de Guerra de López Contreras. Medina continúa la autoritaria práctica de designar a dedo a su sucesor.

La Venezuela de 1945 no era la de Gómez ni la de López, era un país más avanzado, dentro de un cuadro mundial en que las democracias acababan de derrotar al nazismo, afirmando las libertades y la defensa de los derechos humanos.

Existía un conflicto interno dentro de las Fuerzas Armadas, entre los nuevos y competentes oficiales egresados de las escuelas militares y los viejos militares “chopo ‘e piedra” que los dirigían; el país deseaba poder elegir al presidente y el gobierno no permitía las reformas constitucionales. Acción Democrática hizo todo lo posible por evitar el derrocamiento de Medina y buscó una salida con la candidatura presidencial oficialista del doctor Diógenes Escalante, quien asumió el compromiso de liberarse de la tutela de Medina, y una vez electo, introducir cambios y establecer el sufragio universal, directo y secreto, en vez de las amañadas elecciones, limitadas para los concejos municipales, de segundo grado las demás y en las cuales el gobierno imponía los candidatos, y después el sumiso Congreso designaba al presidente.

Escalante lamentablemente sufrió un colapso mental y fracasó su candidatura. Entonces AD planteó a Medina por escrito en que, dada la situación nacional e internacional, se hacía absurdo seguir con el sistema de gobierno imperante; era como tratar de encerrar una cantidad de líquido en un recipiente que no lo puede contener. Tenía que desbordarse, tenía que surgir un cambio en la situación política, económica y social del país. El general Medina Angarita desestimó el clamor colectivo y se impuso el cambio del 18 de octubre, que significó una nueva etapa en la política venezolana.

Es un hecho histórico que ocurrió porque tenía que ocurrir. Lo importante es explicarlo y establecer las ventajas que produjo para Venezuela. Pretender razonar hacia el pasado es un absurdo. Tratar de enjuiciar la historia diciendo qué hubiera ocurrido si tal hecho no hubiera sucedido es un disparate, porqué los hechos históricos, cuando ocurren, hay que aceptarlos como tales y hay que analizarlos, eso sí: buscarle sus causas, sus explicaciones y sus proyecciones futuras; pero nadie puede tratar de adivinar lo que hubiera ocurrido si tal suceso no se produce, porque la marcha de la historia no se detiene.

Acción Democrática intentó primeramente la salida evolutiva a una crisis negadora de los derechos humanos, que impedía al pueblo elegir directamente a sus gobernantes.

La Revolución de Octubre constituyó una verdadera revolución e inició un cambio histórico que propició los mejores 40 años de nuestra trayectoria republicana, en todas las variables.

¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas, los menores de edad presos, y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!