OPINIÓN

Nuestra agenda es Venezuela

por Castor González Castor González

Es mucho más que razonable entender el por qué muchos venezolanos se han enfrascado en seguir de forma tan apasionada los comicios electorales que tuvieron lugar en los Estados Unidos el pasado 3 de noviembre, pues después de todo, fue inmensa la expectativa y gran esperanza que se ocuparon de sembrar en que la solución de todos nuestros males pasaban por la decisión y voluntad de Mr. Trump. Por ello es que también vale comprender, que la sola posibilidad de que las elecciones en dicho país hayan sido ganadas por Biden, se traduzca en un cataclismo trágico en el imaginario de muchos por acá en estas latitudes, al punto de que señalan con gran convicción y asombrosa erudición, la existencia de fraude y conspiraciones para instaurar el llamado “Estado Profundo”.

Pero cualquiera que sea el resultado definitivo en cuanto a los destinos de la presidencia del gigante del norte, el mundo no se acaba para Venezuela, y si bien quienes luchan y defienden los valores democráticos deben reconocer el empeño que se ha puesto para restaurar la democracia venezolana durante estos cuatro años de la administración de Trump, también es muy pertinente recordar que fue precisamente bajo la  administración del gobierno demócrata de Barack Obama, que se impuso la primera batería de sanciones en contra de funcionarios del de gobierno venezolano por violación de derechos humanos y corrupción, las cuales recayeron sobre los generales Benavides Torres, Noguera Pietri, Pérez Urdaneta, Bernal Martínez, Vivas Landino, y sobre Katherine Haringhton, sobre quien pesaba el señalamiento de haberse prestado para armar y orquestar desde la Fiscalía, patrañas jurídicas en contra de notables dirigentes opositores, por lo que anticipar un abandono de nuestra causa en un posible gobierno demócrata en Estados Unidos, es algo lejano a la realidad.

Lo que ocurra allá en el norte, no cabe duda que tendrá un impacto en los destinos de Venezuela, tanto en lo transaccional o aparentemente minúsculo, dado el inmenso número de venezolanos que hoy hacen parte de la diáspora y residen en dicho país, como por lo que más importa a los que habitamos acá, que es la posición de la administración estadounidense frente al autoritarismo, los desmanes y atropellos del desgobierno hacia sus ciudadanos, lo cual ni aún con Trump al frente, está garantizado que siga el mismo curso que ha llevado hasta ahora. No hay duda, por supuesto, que en un gobierno Demócrata habría un cambio de estilo y actitud para enfrentar la situación venezolana, pero ello no supondría bajo ninguna circunstancia, que un país reconocido justamente por ser paladín de la democracia universal, renuncie a defender su posición en Venezuela. Imaginar lo contrario es ingenuo y totalmente fuera de todo contacto con la realidad, además de estar en contravía de la historia de ese gran país. Después de todo, el tema Venezuela ha sido en Estados Unidos un tema y una causa bipartidista, lo cual significa que no solo es interés de Trump resolver lo que ocurre en la Región, sino que lo es también de los Demócratas que creen y luchan por la democracia en el mundo.

Meridianamente claros como debemos estar en el hecho cierto de que los venezolanos somos protagonistas de la solución de nuestros problemas, toca entonces concentrarnos en nuestra agenda que no es otra que Venezuela, donde en apenas pocas semanas estaremos confrontando la farsa electoral que ha tejido el desgobierno y una falsa oposición que se ha prestado a ello para el 6D, con un evento como lo es la Consulta Popular aprobada por la Asamblea Nacional y propuesta por la Sociedad Civil, amparada en lo previsto en el artículo 70 de nuestra Constitución Nacional, que la prevé como un medio de participación del pueblo en el ejercicio de su soberanía.

La consulta popular prevista para el próximo mes de diciembre es inédita por varias razones. En primer lugar, porque se desarrollará durante ocho días, desde el cinco hasta el seis de diciembre, entre otras razones, porque en un país tan precario como el nuestro en materia de servicios públicos, donde el transporte, el servicio eléctrico o la Internet no están garantizados, sumado al hecho de un desgobierno saboteador de toda iniciativa opositora y aunado a la grave circunstancia de la pandemia, no resulta posible garantizar el desarrollo de unos comicios de amplísima participación como lo que se espera, en un solo día o siquiera en dos. Luego, encontramos lo que hoy constituye una diáspora de venezolanos desperdigados por el mundo entero y que hoy se estiman en más de cinco millones de almas, que tendrán la oportunidad de expresarse por diversos medios.

Más allá de lo inédito de la consulta, su éxito es vital para los venezolanos que estamos acá, quienes sufrimos y padecemos en nuestro día a día lo que es un país que marcha en contravía a la modernidad y al progreso, quienes tendremos la oportunidad de expresar nuestro rechazo categórico al desgobierno, habilitando y legitimando a partir de entonces con nuestra manifestación de voluntad, todo cuanto se tenga que hacer para restaurar la vigencia de nuestra ultrajada Carta Magna. Por ello, aún y cuando importe entender y conocer lo que ocurra en nuestro entorno, no hay agenda más importante que Venezuela.

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