La Fiscalía acusa y, al mismo tiempo, filtra datos del novio de la presidenta de Madrid. Es que éste no es cualquier ciudadano. Al ser el nuevo novio de Ayuso, lo ponen en el cadalso a él y a ella. Para cualquier vecino una investigación de Hacienda, por fraude o débito, es secreta. A éste le tiran a matar por tener la relación sentimental que tiene. El caso tiene una proyección política implacable. Si no fuera novio de quien es nadie se habría enterado de esto. Si él tiene una deuda con Hacienda, seguro que terminará pagándola.
El Gobierno y sus socios arremeten no contra el supuesto deudor, sino contra la novia. “Que dimita Ayuso” es el mantra sacado de Alicia en el país de las maravillas… «Qué le corten la cabeza», decía aquella reina mala. Pues lo mismo.
Esta Ayuso, princesa del PP, que saca mayoría absoluta dentro de la jaula vociferante de las fieras, esta chica de la periferia madrileña; desprovista del marquesado, que adornan a otras damas peperas, irrita mucho a la izquierda divina.
El novio, que cuando fraguó su relación punitiva o no –la juez dirá– no era aún pareja de Ayuso, se ha convertido en carne de titulares. Hacerse novios tiene esos peligros. La Casa de las tributaciones acecha a los enamorados.
Este novio salpica a su novia. Un latiguillo es la respuesta a cualquier acusación del PP contra Sánchez. Si Begoña: “Que dimita Ayuso”. Que Koldo o su ministro Ábalos: “Que dimita Ayuso”. Si la amnistía es inconstitucional: “Que dimita Ayuso”. Si el jefe de Gabinete de Ayuso es enemigo de la prensa: “Que dimita Ayuso”. Una sucesión en la prensa amiga de Sánchez y en las Cámaras, donde han llegado a niveles de verduleras de corral de comedias.
Solo falta que los sabuesos de Hacienda rebusquen en las declaraciones de Ayuso y encuentren que debe unos céntimos a la bolsa pública. Que la joven presidenta le rece a El Cautivo de Málaga, que procesiona hoy lunes. Suele hacer milagros.
Artículo publicado en el diario La Razón de España.
Carlos Pérez-Ariza es doctor en Periodismo por la Universidad de Málaga.