Este mes de octubre 2023 ha sido seleccionado por Xi Jinping para llamar la atención sobre los proyectos de cooperación internacional que su país ha puesto en marcha y medir el nivel de aceptación y de apego que han podido recabar de sus beneficiarios: son más de 150 países en el planeta y 30 organizaciones internacionales los recipiendarios de cerca de 1 trillón de dólares en inversiones centradas en propósitos bilaterales o comunes.
Ponerle el termómetro a la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda a través de un tercer foro de análisis –el anterior fue antes de la pandemia- pudiera ayudar a relanzarla, a darle una nueva orientación, a captar más asociados, o simplemente a levantar la atención mundial sobre lo alcanzado por este magno proyecto en su década de existencia y subrayar la gravitación planetaria de la milenaria civilización china.
La recreación de la antigua Ruta de la Seda, cuando esta se formuló, aspiraba a realizar inversiones en infraestructura para servir mejor al comercio de China con Asia, Medio Oriente, Europa y África. Pareciera, sin embargo, que los propósitos chinos han ido evolucionando de manera diversa a lo que inicialmente inspiró esta causa.
En esta ocasión hay tres temas que van a adquirir una relevancia particular. Uno es que la agenda del foro contempla el fortalecimiento de seis áreas de influencia específicas que son los denominados “corredores económicos”: el nuevo corredor para el Puente del Continente Euroasiático que incluye la red de trenes de alta velocidad entre China y Europa; el corredor China-Pakistán que ha entrado ya en su segunda fase de implementación; el corredor económico entre China, Mongolia y Rusia; el corredor económico de la Península Indochina; el corredor económico entre China, Asia Central y Asia Occidental y el corredor entra Bangladesh, China, India y Myanmar.
El segundo tema tiene que ver con la inclusión del objetivo de “industrialización” en aquellos países menos desarrollados que han estado beneficiando de un mayor comercio con China. Particularmente los países de África y así lo han puesto sobre la mesa. Una mayor apertura comercial carece de asidero si el país asociado no consigue ascender en la escala de lo industrial.
El tercer gran tema no pasa inadvertido. Se trata del estrechamiento de vínculos comerciales, económicos y políticos entre China y Rusia. A pesar de que este último tópico no se singulariza en la agenda del Foro, el mismo tendrá una importancia superlativa dados los acontecimientos políticos que separan a Moscú del resto del planeta como consecuencia de su agresión a Ucrania. Ya por el lado ruso se anuncia con fanfarria el viaje de Vladimir Putin para negociar temas de mucho relieve con Xi Jinping con ocasión del Foro.
Es asi como nos encontramos frente a una redefinición de prioridades en la política externa china, de acuerdo con la cual Pekín ha decidido otorgar atención creciente a su área de influencia geográfica más inmediata, lo que sí incluye a Europa. Con la inclusión del objetivo de la industrialización de los países receptores, parece que la iniciativa va adquiriendo un bies mucho más político.
Lo anterior parece dar razón al académico John Rapley de la Universidad de Cambridge, cuando insiste en que La Nueva Ruta de la Seda se sigue alzando como el símbolo por excelencia de las ambiciones cósmicas del gigante de Asia.