Bajo la poderosa égida del sello editorial Seix Barral del global consorcio de Editorial Planeta los lectores de habla hispana podemos acceder a la lectura de la más reciente novela del mundialmente famoso escritor Antonio Muñoz Molina. Esta primera edición que tengo en mis manos es la correspondiente al mes de septiembre de 2023. Barcelona, España. (163 páginas)
Info sinóptica
Una extraña pareja protagoniza una apasionada historia de amor durante la dictadura de Francisco Franco; él, Gabriel Aristu y ella, Adriana Zuber, se ven compelidos por obra de contingenciales y sobrevenidos eventos personales a interrumpir su relación amorosa.
Medio siglo sin verse y un continente de por medio garantizan que ambos, cada uno por su lado, se construyan una vida a su medida olvidándose uno del otro durante cincuenta años. Gabriel viaja de Madrid a Nueva York y se hace de una prolija vida de ejecutivo exitoso en grandes corporaciones multinacionales que lo llevan a viajar hasta insólitos destinos del mundo y conocer culturas y costumbres extraordinarias.
En el ocaso de sus vidas, pasadas las siete décadas, Gabriel realiza un viaje al Madrid de sus mozos y juveniles años con la expresa finalidad de reencontrarse con el amor de su vida, Adriana Zuber, cosa que efectivamente sucede y que da paso a una irremediable constatación vital. La nostalgia de aquel primer amor primaveral da pie al desarrollo de una delirante trama novelesca en la cual el narrador despliega toda su portentosa capacidad como el magistral novelista que ha demostrado ser a lo largo de los últimos decenios. Muñoz Molina hace gala de un singular poder de evocación literaria en el cual predomina la fuerza de la memoria y del olvido como una suerte de dios Jano.
Con el obvio aval de saberse dueño y señor de una prosa tersa y cadenciosamente jovial el narrador nos lleva de su magisterial mano de novelista por senderos de honduras y fascinaciones estéticas donde los ejes temáticos que rielan la novela moderna no dejan de brillar de modo rutilante en las páginas de esta novela, a saber: la lealtad, la perfidia, los inevitables estragos del tiempo que todo lo corroe y demuele, la obstinación del amor y sus concomitantes ilusiones y fata morgana que todo lo trueca en su contrario.
El paratexto que sirve de título a la novela proviene de un verso de la poeta, ensayista y crítica literaria uruguaya perteneciente al grupo de escritores denominados generación del 45, Idea Vilariño.
No volveré a tocarte
No te veré morir.
(Idea Vilariño)
La última vez que se vieron Gabriel Aristu y Adriana Zuber fue en mayo de 1967. Ahora, cinco décadas después, en la misma habitación bajo la misma luz pálida que se dejaba filtrar por la ventana del patio de manzanas de un barrio de Salamanca, los bellos ojos risueños entre grises y azules de Adriana Zuber ahora lo miraban a él con la misma dulzura de aquel lejano mayo de 1967.
Es tal el complejo nivel de maestría en el arte de narrar puesto de manifiesto en estas memorables páginas que Muñoz Molina zarandea al lector que se deja subsumir por sus vibrantes fragmentos y siente como si su prosa acompasada y musical le condujera por caminos de sinestésicas expresividades narrativas.
Por las páginas de esta novela el lector logra avenirse con una verosimilitud tan poderosa y disuasiva como la de la vida diurna aunque con mucha más intensidad y belleza.
En No te veré morir, parafraseando al propio narrador, la proximidad del sueño y la de ver en los sueños a las personas que más le importan y con las que sólo podía encontrarse cuando estaba dormido, bien porque hubieran muerto o porque estuvieran en el antiguo país, the old country, pensaba el sujeto actancial protagónico de la aventura novelesca. La doble condición de extranjería de Gabriel Aristu, su estatus de permanente viajante por los países de la vieja Europa y constante vuelta a casa en su apartamento de Manhattan o en su casa de fin de semanas a orillas del río Hudson, en su planificada casa de campo donde siempre se imaginó pasar los últimos años de su vida luego de su jubilación como alto ejecutivo de prestigiosas empresas norteamericanas. La doble experiencia del exilio, sentirse extranjero cuando se está en el país de origen y, paradójicamente e igual sentir el aguijón de la extranjía cada vez que regresas a casa. Ni siquiera el familiar Welcome back home, que sir Gabriel Aristu solía escuchar en arribo de cada vuelo cuando llegaba a su país adoptivo jamás le logró amainar esa lancinante sensación de extranjería en que vivió el último medio siglo de vida en el país del Tío Sam. Nuestro personaje principal, Gabriel Aristu, estudió Derecho en Oxford y Economía, aprendió la lengua de Shakespeare en el British Council y francés en la Alliance Francaise. Por las páginas de esta novela circulan los personajes de Manuel de Falla y el poeta Federico García Lorca, que no es poca cosa decir.
Cuando el padre de Gabriel salió en libertad aquel marzo de 1939 quedó estupefacto al mirarse en la luna de espejo de un escaparate roto y nunca pudo darle crédito a la figura indescriptible que vieron sus ojos: un desconocido flaco alto, muy quebradizo, de rasgos huesudos con una barba mal afeitada, como una mancha de suciedad en el mentón, y lo más extraño de todo, el pelo blanco. Cuatro años de cárcel en las mazmorras de la dictadura produjeron en su psique un desajuste mental y emocional del cual nunca se pudo recuperar. Un hombre demolido por dentro, al decir del propio Muñoz Molina.
Puesto a elegir, si tal elección me fuera dada, entre Volver a donde (su anterior novela) y No te veré morir, es obvio de toda obviedad que me quedaría con esta última. Por muchas razones de variadas índoles esta reciente novela de Muñoz Molina llena y satisface más mis expectativas de lector de novelas que quienes me conocen que esa es una de mis más caras aspiraciones como lector; por supuesto, después de los libros de poesía.