OPINIÓN

Notas sobre el 6D relacionadas con el príncipe esclavo (Parte primera)

por Nelson Chitty La Roche Nelson Chitty La Roche

Foto AFP

En las cosas necesarias unidad, en las dudosas libertad, en todas las cosas caridad

Hubo y hay diferentes formas de esclavitud y aún en este tiempo de reivindicación del hombre y de los derechos humanos, perennemente tropezamos con experiencias que permiten reconocerlas y clasificarlas como tales y, en la sociedad globalizada sin embargo, a pesar de la instrumentación de la comunicación y de la instantaneidad se gestan y se concretan de desiguales maneras. Cada día nos sorprende con novedades del mismo género; esquemas que se traducen en relaciones de falsos príncipes que devienen verdaderos para y ante los que se asumen como esclavos.

Ensayos, informes, documentaciones, investigaciones, películas, han hecho del tema del tráfico de personas su trama y los periódicos a menudo relatan con detalle episodios que revelan que la práctica continúa, muy a pesar de la institucionalidad nacional e internacional que no solo la prohíbe y reprueba sino que la castiga. Pero lidiar con el ser humano frecuentemente inhumano sigue siendo encarar a un burel taimado y eventualmente capaz de cualquier cosa, si de ello depende el poder, el dinero, la gloria, entre otras veleidades o giros hedónicos.

Ya Hegel había sin embargo y en otra perspectiva, por supuesto, tratado el tema de la relación de príncipe y esclavo. Claro que, insistimos, desde un balcón distinto, pero su abordaje ha dado lugar a escritos e interpretaciones polémicas porque la ontología y el fenómeno se hacen presentes y de allí, la filosofía advierte, destaca, realza un elenco de elementos concomitantes y señala caminos diversos.

Apenas me he permitido leer, aunque merecen más bien estudio, a Alexander Kojève y a Gastón Fessard, quienes lo trabajaron y entre ellos también se siguieron para hacer del tema una veta de incesantes hallazgos y enriquecimientos, y en particular, en el contexto de la Europa en los años previos a la guerra y fundamentalmente, a los que siguieron a la victoria alemana y la ocupación nazi. Me refiero substancialmente a la secuencia convertida en tragedia; a Vichy, al mutante, general Pétain héroe de Verdun, a los patriotas cooperantes y  a la resistencia.

Traigo a colación el asunto porque dio cabida a una confrontación adicional a las emboscadas y a los choques contra el ocupante. ¿Cómo manejar esa presencia ofensiva y degradante para los franceses y asumir al mismo tiempo la reacción virulenta con justificación en el pensamiento y en el corazón de un cristiano? No fue tarea fácil. Más difícil todavía era coexistir con el compatriota, trastocado en colaborador y quien demandaba cual príncipe al esclavo. La autoridad y su legitimidad estaban en juego, así como también el poder y la obediencia. Nada más y nada menos.

Gastón Fessard, sacerdote y filósofo, llevó la disputa hasta la misma jerarquía. La dignidad del hombre y su condición de fin en sí mismo de cada uno y de cada cual, se constituía en un motivo para rebelarse y en una razón para resistir. Muchas dudas y no pocas problematizaciones se desnudaban en el análisis y especialmente aquellas relativas a la regla de la mayoría que decide el bien común y se erige en autoridad.

Paradójicamente y en paralelo, la pulsión liberal hacia agua en Europa tanto en Alemania como en Francia y el credo marxista se constituía en referente obligado, influyendo a Kojève, quien dictaba un seminario sobre Hegel y demandaba a Fessard una coherencia embarazosa para quien buscaba más que afirmaba, lo cual sin embargo le permitía una excavación sobre conceptos esenciales, lo cual lo postulará a un pensamiento de primer rango. Cómo y por qué y a quién obedecer eran las interrogantes ante el nazismo, el gobierno traidor y las élites que renunciaban al liderazgo que les correspondería sobre todo después de la derrota, por comodidad y cálculo.

Pero volvamos al propósito de estas cavilaciones y exploremos otro camino enfocado en la opresión que puede verse por sus características, como una suerte de esclavitud. Si la misma se acompaña de la fuerza y la humillación del oprimido en particular, si el despótico asume que tiene el título que le acredita para hacerlo, si desconoce la alteridad que es propia de la condición humana que anuncia el cristiano.

En la antigüedad era connatural a la derrota la perdida de la libertad y de la voluntad. Los roles se asumían entonces entre los vencedores y los vencidos, aunque nunca fueron definitivos porque el homo conserva aunque nazca esclavo, un sentimiento de que no es propio de su categoría la del esclavo y, más tarde o más temprano, agitará esas aguas para sobreponerse a una condición que no es la suya.

Claro que hay esclavos auténticos que parecen realmente ser eso que son, por serviles y leales. Lucharían al lado del que los sojuzga para mantener el statu quo. O peor aún, justifican la situación y la consideran apropiada.

Empero lo afirmado, infiero que lo que configura ese esquema del amo y el esclavo es la falta de relaciones políticas entre ellos y como resultado de no verse como iguales, ni acordarse respeto tampoco.

Son dos cosmovisiones en un solo mundo aunque cabe para ello releer a Robinson y sopesar su dinámica con Viernes para mejor entender. La novelística norteamericana abunda en esa consideración y denota la distancia que el concepto de esclavitud zanja entre sus factores. Viene a mi memoria ese clásico de Harriet Beecher Stowe La cabaña del tío Tom que de muchacho leí y me trajo un nudo a la garganta.

No pretendo abundar en una temática que de suyo es mucho más compleja y eso que aún no convoqué a Foucault o a Nietzsche, pero lo estimo necesario para intentar comprender o hallar verazmente, explicación a los sucesos del 6D por cuanto, me lució que revelaba un cuadro político, social, económico y tal vez institucional que lo ponía en evidencia. Paso a explicarme.

¿Será que mis compatriotas no ven como yo un país destruido, sin servicios de agua, luz eléctrica, transporte, gas, sin comida, sin medicamentos en los hospitales, sin educación o con infinidad de fallas y carencias, sin seguridad, sin respeto al ciudadano ni al ser humano? Presumo que lo ven, conocen, padecen pero, reaccionan unos ausentándose del escenario, la mayoría en números y otros, entendieron aquello “del que no vota no come” y manifestaron su aquiescencia, su sujeción, su resignación y cedieron su protagonismo ciudadano a cambio de la bolsa o caja CLAP que apenas alcanza para unos días de medio comer.

¿Por qué lo hicieron entonces unos y otros? No se puede afirmar que la abstención sobrevino, como un respaldo al poco persuasivo llamado de una oposición ineficaz que encabeza el joven Guaidó y dejo constancia que, no le suturo esa falencia a él solamente sino a todos los que aun con buenas intenciones no han sabido convertir una mayoría de la que dispusieron en otra cosa que una masa amorfa que se disgrega, divide, segrega, margina sistemáticamente.

Lo anoto y he venido repitiendo por años y últimamente cada semana, a fin de que ese rasgo de la desciudadanizacion que sigue a la antipolítica que perdura y permanece como la corriente dominante en Venezuela y ello desde hace, al menos, tres décadas sea apreciado, descubierto, advertido y especialmente, metabolizado, asimilado, ponderado y desde luego origine una respuesta.

No hacemos política y sin ella, no seremos capaces de liberarnos de esta suerte de pretendido príncipe que nos esclaviza. El poder que deviene de la ideologización se siente legítimo aunque no lo sea. Suslov y Brehznev justificaban la tesis de la soberanía limitada por la URSS y su control sobre los países de Europa del Este con esa argumentación, lo cual les permitió, invadir y aplastar a la disidencia húngara, la polaca y la checoslovaca cuando les pareció. Una suerte de esclavitud fundada en la ideología y el sometimiento.

Visto a la distancia da vergüenza aún, pero suscita admiración el héroe que se convierte en tea de la libertad, al evocar al joven Jan Palach y su sacrificio allá en enero de 1969 para denunciar el despojo del derecho a autodeterminarse de los pueblos. El socialismo erupcionó de totalitarismo y comenzó el joven idealista que por doquier lo seguía a pensar en  el relato de Andersen y, a concluir como los niños del cuento que el Rey estaba desnudo.

En efecto, el poder en Occidente intenta a través de la legitimidad y de la legalidad sostener su autoridad, vale decir, su significación como titular de un ejercicio de mando acorde con parámetros admitidos y acatados en buen talante. Ese ascendiente se percibe incluso en aquellos cuyo poder es moral, en aquello que resulta de la lógica del respeto que explica Patrick Pharo, en un texto meritorio por sencillo y profundo al mismo tiempo.

El 6D hubo desaire, rechazo e indiferencia mezclados en la abstención. Los “Ni Ni”, que amasan a los antipolíticos por convicción o por inconsistencia ciudadana, miraron de lejos la convocatoria electoral y en mayor o menor grado hacen lo mismo con la consulta popular del 7-12D y eso que, no nació la susodicha, de partido político alguno sino de la más genuina sociedad civil. Pero la antipolítica tampoco cree en la sociedad organizada porque no cree en la política, ni en la cosa pública, ni en el liderazgo sino que se exime de responsabilidad social e interés comunitario.

En ese teatro estuvimos hasta que apareció el difunto por razones mil veces explicadas y, por las mismas, sigue Maduro con su socio uniformado que, para hacer de guardia pretoriano, se despojó del chaleco pesado de defensor de la soberanía nacional.

El chavismo y Maduro, su albacea y ejecutor, se confesaron como mamelucos del castrismo cubano y se diría que rinden cuenta allá de lo que hacen acá. Con discursos deslavazados pretenden ser distintos, los revolucionarios, a todos nosotros y se afanan para someternos en provecho propio pero ajeno igualmente. Con un insoportable soniquete martillan su falaz compromiso popular y su cualidad de representantes, pero le han sacado la sangre y lo siguen haciendo a Venezuela que, vale resaltar, muere de mengua para, no obstante, mostrarse como el más noble enajenado, “reptando a paso de vencedores,” ante el colonizador ideológico

La semana próxima, Dios mediante, completaré estas meditaciones escritas que solo buscan comprender, repito, dónde estamos luego del 6D y compartir algunas percepciones y tal vez otras conclusiones necesarias sobre el año próximo.

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