A través de la Real Cédula de S.M. el rey Felipe III, el 8 de marzo de 1610 en la ciudad de Cartagena de Indias se constituyó el llamado «Tribunal de la Inquisición» integrado por dos inquisidores, un fiscal, los alguaciles y personal de secretaría. Esta institución funcionó hasta el año de 1821 con una pausa en 1815 cuando ocurrió el sitio de Cartagena en la segunda mitad de ese año.
Durante los 211 años de existencia de este tribunal, se procesaron por «Delitos Heréticos» 82 personas, de las cuales una sola fue ejecutada y ese universo de casos estaba compuesto de la siguiente manera:
A- 20 ingleses.
B- 34 protestantes.
C- 18 anglicanos confesos de origen inglés.
En estos datos no están incluidos los correspondientes a Venezuela. Según la investigación que realizó el historiador y profesor de la UCV Pedro Sosa Llanos en su trabajo sobre la inquisición en Venezuela, desde estas tierras se enviaron 53 casos, de los cuales 39 (73,58%) se procesaron entre los siglos XVII y XIX en las siguientes ciudades:
1-Maracaibo: 12
2-Caracas: 12
3-La Guaira: 4
4-Valencia: 4
5- Mérida: 4
6- Coro: 1
7- Margarita: 1
8- Barcelona: 1
En lo relativo a la ciudad de la Nueva Valencia del Rey, antes de que existiera el Tribunal de Inquisición de Cartagena de Indias, los casos se remitían a Santo Domingo y en los documentos encontrados hasta el momento: para el siglo XVI (año 1576) fueron enviados a Fray Andrés Carvajal, Arzobispo de Santo Domingo, los expedientes de los llamados «Pedro Portugués», «Diego Díaz» y «Beltrán del Buen Mesón«, quienes por cierto fueron exonerados.
Durante el siglo XVIII, la documentación habla del caso de «Francisco Ford«, un inglés nacido en Londres y médico de profesión, quien fue hecho preso en la Nueva Valencia y enviado a Cartagena de Indias por el Comisionado del Santo Oficio de la Inquisición de la ciudad en el año 1701. En una parte del expediente identificado como Legajo 1622, Folios 1-16 que reposa en el «Archivo Histórico de Madrid» que es mencionado en el excelente trabajo titulado:»Esos hombres impíos y detestables: La presencia del Hereje Inglés y su valoración en la Venezuela colonial» del profesor Rafael E. Cuevas Montilla (Licenciado en Historia y Magíster Scientiae en Historia de Venezuela de la Universidad de los Andes), se cita lo siguiente:
«Habiendo padecido muchos trabajos y rigurosas prisiones en diferentes pueblos de la América ocasionados de los gobernadores y justicias reales con el motivo de que siendo extranjero, no podía vivir en estos reinos, le habían sido de tanto desasosiego para su espíritu que le obligaron a peregrinar de unas tierras a otras continuamente. Y habiendo llegado a la ciudad de Caracas se casó en ella con la licencia del Señor Obispo con una mujer de su nación. Y que continuándose las molestias del Gobernador de aquella ciudad con el pretexto de remitirlo a la Casa de Contratación, pasó a la ciudad de Valencia, huyendo las persecuciones de su alma, y que no habiéndole valido estas diligencias para asegurarle y vivir con quietud en el gremio de la Iglesia, pues hasta allí habían llegado los rigurosos mandamientos del gobernador de Caracas para que lo llevasen a aquella ciudad para entregarle…»
El asunto con el Dr. Ford está en que a pesar de ser médico, era de origen inglés y como tal no era católico, lo cual era mal visto por las autoridades eclesiásticas locales y aunque dicho galeno manifestaba querer convertirse a la apostólica y romana religión; en realidad lo hacía de la boca hacia afuera, pues las autoridades mandaban a los vecinos y clérigos a que hicieran seguimiento del sospechoso para ver cómo era su comportamiento en público y en Caracas fue acusado de conducta hereje porque se negaba a reconocer la utilidad de los escapularios y rosarios llegando hasta burlarse de las damas que los llevaban.
La gota que derramó el vaso fue el evento que el Dr. Ford protagonizó con una enferma que en su lecho portaba un escapulario y éste, molesto, le manifestó lo siguiente: «Si la enferma moría dirán que el Flamenco (médico) la mató, y si sanaba que el Trapo (escapulario) la había sanado».
A este asunto se le sumaba un reporte del año 1647 en Santo Domingo, donde el Dr. Ford se había hecho pasar por católico asistiendo a misa, recibiendo los sacramentos y llegó a ser hasta padrino en el bautizo de un niño y luego, estando en La Guaira, había sido descubierto por un misionero irlandés que intentó bautizarle, pero Ford no quiso recibir el sagrado sacramento, por lo que fue denunciado ante el obispo de Caracas.
Dada la situación, el Dr. Ford se traslada a la Nueva Valencia y es en esta ciudad donde es apresado por las autoridades civiles y en ese momento hay un diálogo entre Ford y el clérigo de la ciudad que es citado en el trabajo de la Prof. Cuevas Montilla y que dice así:
«Qué remedio tendría para salir de la cárcel, le respondió el clérigo que el alcalde era más terco, y que éste le dijo que no había más remedio que hablar algunas herejías para que el comisario le reprendiese y la trajeren a esta inquisición, donde sería tratado con benignidad…»
Después del traslado a la ciudad de Cartagena de Indias, el Dr. Ford permaneció encarcelado por espacio de 4 años y su caso no fue concluido porque en dicha ciudad enfermó y murió antes de ser sentenciado.
A manera de epílogo debemos expresar que el tema de la inquisición en nuestra región derriba el mito de que hubo una gran cantidad de muertos y que coincide con lo ocurrido en Europa donde la estadística revela que entre el siglo XVI y XVIII fallecieron 60.000 personas por esta causa y de esas muertes solo 500 corresponden a Italia, España y Portugal y el resto a Francia, Alemania y Holanda. En el caso de la Nueva Valencia del Rey hasta la fecha se han encontrado 3 casos del siglo XVI y 1 caso del siglo XVIII, de los cuales 3 fueron exonerados y 1 (el de Ford) quedó inconcluso.
El otro aspecto importante es que la mayoría de los reos en Cartagena de Indias eran de origen inglés, lo cual revela la pugna religiosa entre España, Inglaterra y los protestantes que claramente se puede ver reflejada en un verso de Juan de Castellanos que dice lo siguiente:
«Llora de compasión el pecho tierno
y el ánima compuesta y alumbrada
de ver tan sin católico gobierno
esta ciega nación desventurada
guiados al profundo del infierno
por una bestia falsa desalmada
aquel gran charlatán y mostro fiero
que fue Martin Luder o mal Lutero».
Nota: Un detalle final es que ahora sabemos de dónde viene la expresión de que «Si el paciente de salva le dan gracias a Dios y si se muere la culpa es del médico».