Si quisiéramos hacer una lista de las injurias que han recibido los venezolanos en su condición de ciudadanos, tenemos que incluir privilegiadamente el robo de la señal de Deutsche Welle de las pantallas de nuestras computadoras y televisoras. Un asalto ocurrido dentro de nuestras casas, en nuestras habitaciones, en el íntimo espacio doméstico supuestamente inviolable. Frente a esta perturbadora noticia nos invade un oscuro sentimiento, como si alguien hubiese penetrado en el espacio más íntimo a robar y se haya llevado una de las joyas más preciosas, una pieza única porque representaba la libertad. El derecho humano de oír, conocer el pensamiento de otros, de aquellos que viven en territorios donde nadie se atrevería a asaltarte de tan burda manera. No les importó a los que impartieron esta nefasta orden dejar todas las huellas, no les preocupó ocultar el delito, una forma autoritaria de decirnos “no vales nada”, no les importa lo que pensamos o creemos. Podrían haberse excusado tras el anuncio de una falla técnica provocada adrede ”como las que ocurren en todos los ámbitos de nuestra cotidianidad (sin luz, sin agua, sin medicinas, escuelas sin maestros) hechos que se generan cada día y nos impiden resolver nuestras necesidades perentorias, pareciera que no había que esforzarse, no había nada que ocultar porque simplemente nos desconocen, nos han borrado de la realidad y simplemente estamos allí para obedecer.
No bastaba haber esquilmado el canal de televisión del Estado, nombrado “Venezolana de Televisión” un medio de propaganda política gubernamental sin controles, capaz de injuriar e inculpar falsamente a los enemigos, donde semanalmente se transmite un programa que amenaza a los ciudadanos con apalearlos con el “MAZO” si se atreven manifestar su reprobación de los actos invasivos, represivos cometidos desde la más alta jerarquía del régimen. (Al menos 408 medios de comunicación han cerrado en Venezuela desde el año 2003, de acuerdo con datos registrados por la ONG Espacio Público).
Quizás pensaban que después de la destrucción de los medios de comunicación nacionales nada era importante. Después de haber clausurado El Nacional, un periódico con una trayectoria de 75 años de circulación, cerrado y expropiada su sede, “la presidenta de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, se solidarizó con Miguel Henrique Otero, presidente editor de El Nacional. Afirmó que en Venezuela se destruyen “los derechos de sus ciudadanos, el país y la democracia». El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP, de Venezuela culpó al jefe del Estado, Nicolás Maduro, por la salida de circulación luego de 75 años del diario El Nacional, crítico con el gobierno chavista. |
“La Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, denunció este viernes el cese de la edición impresa del diario venezolano El Nacional a causa de la monopolización del papel por parte del régimen de Venezuela, implantada con la creación de la estatal Corporación Maneiro en el año 2013.
La presidenta de la SIP, María Elvira Domínguez, se solidarizó en un comunicado con el director de El Nacional, Miguel Henrique Otero, y su plantilla y calificó de ‘nuevo y grave atentado’ esta forma de censura gubernamental para castigar a los medios críticos con el régimen. El cese de la versión impresa del citado diario debido a la falta de papel supone una ‘regresión más de la libertad de prensa’ en Venezuela, consecuencia de un régimen que ‘sigue destruyendo los derechos de sus ciudadanos, el país y la democracia’, afirmó Domínguez en el comunicado”.
Nos quitan esa magnífica ventana al mundo que representaba Deutsche Welle que nos hacía sentir que aun en medio de nuestra terribles circunstancias, enfrentando la peor situación, estábamos conectados con el universo actual o más aún, teóricamente todavía formábamos parte de ese mundo cambiante que nos transmitía Deutsche Welle. Un universo que transpira por cada poro, donde se escenificaban encuentros ideológicos- filosóficos sobre la conducta humana y que nosotros desde nuestros parajes tropicales podíamos disfrutar, compartir y anhelar que algún día pudiésemos tener la libertad de producir en nuestro patio episodios históricos y políticos con la objetividad y respeto que lo hacía Deutsche Welle.
Nuestra lista de injurias ciudadanas crece día a día, están descubiertas ante el mundo, la aprobación de la continuación del juicio contra el gobierno venezolano por la Corte Penal internacional de forma unánime ocurre casi el mismo día que nos robaron DW, dos actos contrapuestos que ocurren muy cercanos en el tiempo. Simplemente le arrebatan a los ciudadanos el poderoso hilo invisible que nos conectaba con el mundo -DKW- y al mismo tiempo el juicio condenatorio al régimen continúa. Desde Alemania lanzan un mensaje: “Hacemos un llamado vehemente al gobierno venezolano para que restablezca a la mayor brevedad la distribución del canal de DW TV en español. La cancelación de la distribución de DW es un ataque severo a la libertad de las personas en Venezuela para informarse de manera independiente».
El comentario desde el mundo libre es irrefutable: “La forzada cancelación del canal en español de DW por parte de las autoridades venezolanas siguió a un video del nuevo formato de DW Cómo te afecta, en el que se aborda la corrupción en distintos países de América Latina -entre ellos, Venezuela-, así como los nexos entre políticos y el crimen organizado. La emisión tiene a Transparencia Internacional e Insight Crime como sus fuentes principales”.
En una manera muy sutil tratan de establecer una puerta de excusa a los autores de la medida de cierre: “En un texto de redes sociales sobre un segmento del video, se establece claramente que no se conoce hasta qué punto está informado o involucrado el propio Maduro”. Es importante reconocer que en autocracias cerradas como la de Venezuela nada es ajeno al control central del poder.
Otro gran acontecimiento, como hemos citado antes, es el juicio por violación de los derechos Humanos ante la Corte Penal Internacional que está enfrentando el régimen venezolano.
“Tras haber recibido información por diversos medios sobre la presunta comisión de crímenes competencia de la Corte en Venezuela, en febrero de 2018 la entonces fiscal de la CPI Fatou Bensouda, anunció que su oficina abriría un examen preliminar sobre Venezuela, que es una etapa previa a la apertura de una investigación. Analizaría hechos cometidos desde abril de 2017, que incluían uso excesivo de la fuerza en el contexto de manifestaciones, detenciones arbitrarias y tortura por parte de miembros del Estado venezolano. El 27 de septiembre de 2018, la fiscal de la CPI recibió una remisión de seis Estados parte del Estatuto de Roma: Argentina, Canadá, Colombia, Chile, Paraguay y Perú, para iniciar una investigación sobre crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos en Venezuela desde el 12 de febrero de 2014. En diciembre de 2020, la Fiscalía manifestó que la información disponible brinda bases razonables para creer que se han cometido crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Estos incluyen crímenes como persecución política, encarcelamiento u otra privación severa de la libertad física, tortura, violación y otras formas de violencia sexual por parte de las autoridades civiles, miembros de las fuerzas armadas y partidarios del gobierno.
El gobierno venezolano había solicitado la suspensión del juicio, sin embargo, la respuesta de la CPI fue la siguiente: “El Gobierno de Venezuela enfrenta un nuevo revés en la Corte Penal Internacional. Los jueces de La Haya han decidido de forma unánime desestimar la impugnación introducida el año pasado con la intención de detener el proceso de investigación iniciado sobre la supuesta comisión de crímenes de lesa humanidad en la última década bajo la administración de Nicolás Maduro, que incluyen detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas: más de 8.000 víctimas han declarado en este juicio, “hay actos de tortura y violaciones en centros de detención; amenazas y opositores políticos detenidos ilegalmente; abusos a las víctimas y a sus familias”. Las víctimas, ha concluido, “buscan justicia y esperan que se confirme la reanudación de las investigaciones de la Fiscalía”. “Solo un enfoque global permitirá averiguar la verdad”.
Es una realidad contradictoria que enfrentamos los amantes de la libertad en Venezuela, un país donde el gobierno establece autoritariamente qué podemos oír, qué noticias y análisis pueden comunicarse y en cuáles podemos participar. A la vez que enfrenta una denuncia ante tribunales mundiales por violación de derechos humanos.
Es imprescindible reconocer que estos actos no son casuales, ni azarosos, son un reflejo de una realidad que comienza a ser reconocida hasta por los compañeros ideológicos del régimen en el poder. Recientemente, el expresidente de Uruguay y referente de la izquierda latinoamericana José Mujica afirmó que en Venezuela “hay un gobierno autoritario” que maltrata a la gente, al tiempo que criticó a la vicepresidenta del país por sus comentarios esta semana contra el mandatario de Uruguay, Luis Lacalle Pou”.
Estamos en un momento histórico donde no es posible ocultar nada, situación que se torna terrible cuando nos sentimos impotentes, pero esperanzados, para cambiar las cosas, donde enfrentamos poderes dueños de los medios armados para sojuzgar una población, El cierre de Deustche Welle es un episodio de comunicación mundial, no transcurrió en nuestro traspatio, en el mundito latinoamericano, es un evento que sacude al mundo tanto como nos afecta a nosotros. Los medios informan: “El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, calificó este lunes de ‘nazi’ al canal de noticias alemán Deutsche Welle (DW), tras un informe periodístico sobre corrupción en el país caribeño”.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) denunció en los medios que la señal del canal “ha salido del aire” en dos de las principales cableoperadoras locales. Maduro acusó a la DW de participar en “una campaña” mediática contra Venezuela, acusación habitual del mandatario contra la prensa internacional.
El director de Deutsche Welle, Peter Limbourg, declaró por su parte: “Millones de personas han huido de Venezuela durante el régimen de Maduro. Prácticamente no existe la libertad de prensa. Que reaccione con absurdas comparaciones a una crítica sustentada en hechos, es algo que va con este perfil. DW publicó un reportaje sobre corrupción que acusa a ‘políticos de alto rango’ en Venezuela de estar involucrados en narcotráfico, minería ilegal y extorsión”.
Los venezolanos pareciera que caminamos en una cuerda floja, sobre un abismo casi infinito, nos cierran los medios de comunicación, niegan la participación en las próximas elecciones de la candidata elegida y reconocida masivamente por los venezolanos, intentan construir una ficción de apoyo popular del régimen con imágenes completamente manipuladas, aplican políticas de exterminio físico contra la oposición, mantienen encerrada a Rocío San Miguel, una insigne luchadora por la democracia. Un fallido intento de cambiar la realidad por un régimen rechazado por los venezolanos.
La única opción que nos queda es no darnos por vencidos, seguir manteniendo viva la esperanza democrática y hacer todo lo posible porque medios como Deutsche Welle regresen a informar y crear conciencia en este pueblo que permanece en pie, pujando por la vuelta a la democracia y a la libertad.
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