OPINIÓN

¡Nos están matando!

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez
las protesta colombia

Foto: JUAN BARRETO / AFP

El comunismo es maestro en la inversión del lenguaje, ya desde los albores de la Revolución rusa, Lenin creó la figura de los Soviets, que sería el poder detentado por las bases en asambleas comunales, que devino en la dictadura del partido, régimen totalitario perfeccionado por el más grande asesino del siglo XX, su sucesor Stalin. Las dictaduras de los países de la Europa oriental, bajo la férula de Moscú, se llamaban repúblicas democráticas. Cuba, el país promotor de la subversión en América Latina, es la sede de cuanto diálogo de paz se realiza en el continente, y ella misma es garante de los acuerdos, o sea, financia y entrena la subversión y a la vez es garante que esta cumpla su compromiso de integración a la democracia, de Ripley. Las FARC creó todo un sistema de perpetuación de su combinación de todas las formas de lucha, pero perfeccionada pues ahora esta está incorporada al hilo constitucional, cogobierna el país, tiene financiamiento del Estado, 26 curules regaladas y continúan con sus negocios ilícitos, reclutando niños, secuestrando y extorsionando y un largo etcétera de delitos con la seguridad de impunidad absoluta, pues tienen su propia justicia, todo bajo el discurso de la paz.  Los verdes y feministas reclaman plañideramente por cualquier delito ambiental o contra la mujer, siempre y cuando estos no sean cometidos por ellos mismos o sus aliados, pues allí si hay silencio absoluto y eterno.

Con el paro asesino convocado por cuatro gatos sin ninguna legitimidad, el cual tiene como único objetivo obtener del presidente Duque, colaboracionista del farcsantismo, la garantía de que se prohibirá la fumigación de la coca, para así poder seguir siendo las FARC el más grande cartel de cocaína del mundo y el único con total impunidad asegurada. Acá también se utiliza la inversión total del discurso, el glifosato se utiliza en 80% de los cultivos del país y no es dañino, los mismos cultivadores de la coca, lo utilizan para acabar con las malezas en sus cultivos, pero cuando se quiere utilizar para erradicar la coca, es cancerígeno y causa daños ambientales.

Cuando después de tres años en hibernación, Duque pareciera que por fin iba tímidamente a comenzar a fumigar la coca, pues el socialismo del siglo XXI le lanza a través de unos sociópatas líderes sindicales compañeros de camino del narcoterrorismo comunistas y unos jóvenes “líderes” estudiantiles, dirigidos por Petro, carne de cañón de los planes criminales de aquellos, un paro nacional. Siguiendo la estrategia del socialismo del siglo XXI en toda Latinoamérica, los manifestantes “pacíficos” crean “fake news” diseminadas por los medios soristas en todo el mundo, de que la policía los están matando y que Colombia es un Estado macabro, totalitario y asesino, como si fuera el del vecino Maduro, ante el cual si hay un paquidérmico silencio, porque precisamente es comunista. De inmediato todo el aparataje de las organizaciones internacionales comunistas se lanza en un grito unísono de alarma ante la “utilización desmedida de las fuerzas policiales y militares” y los dirigentes del paro asesino, repito en una típica inversión comunista del lenguaje lanzan una campaña mundial con el lema. ¡Nos están matando!

Es verdad, ¡nos están matando!:

Estamos en una anarquía total, Colombia es un Estado fallido, pues hay un vacío total de autoridad. Pero todo vacío se llena forzosamente. Lo único bueno de este paro asesino ordenado por el narcoterrorismo comunista, financiado y promocionado por Maduro y las FARC , es que el pueblo se hartó de este caos, salió la sociedad civil a protestar contra el terrorismo del paro, y del seno de esa ciudadanía hastiada del farcsantismo y sus colaboracionistas deberá salir el líder  que agrupe la abrumadora mayoría del pueblo colombiano que no quiere ser como Cuba y Venezuela, y dirija un proceso de reconstrucción nacional. En Colombia también habrá una brisita de libertad y los criminales de lesa humanidad que han dirigido este paro asesino no tendrán impunidad, ni tampoco los narcoterroristas de las FARC y el ELN. Curiosamente el paro le resultará un boomerang al socialismo del siglo XXI en Colombia. ¡Viva la democracia, el orden y la libertad!