Perdimos el norte. El mal está ganándole la partida al bien. Fruto de la debilidad, maldad y confusión extraviamos el camino: la libertad y la verdad.
Sabemos que eludir las dificultades que implica seguirlo conduce a la degradación y desolación. Afrontarlas con coraje nos mantiene, con firmeza, en la senda, cuando no desfallecemos y somos constantes, nos transforman y fortalecen interiormente.
Así vamos avanzando, a pesar de los ineludibles obstáculos, sin quitarle la vista al faro, de las libertades y garantías fundamentales, que nos guía y alienta, en medio de tinieblas, hacia la implantación de la justicia y el Estado de Derecho.
Perseverando en nuestros principios y valores, encontraremos aliento y nos iremos deslastrando de los ídolos impuestos por la dominación, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Renovándonos continuamente, en medio de las dificultades de la vida, y evitando la seducción e imposición de la mentira y el mal, saldremos victoriosos de la peor derrota.
La corporación criminal convirtió a Venezuela en una “noche larguísima”.
La fidelidad a la verdad nos limpia y purifica del extravío de la mentira y comunica nuevos horizontes, mientras atravesamos los sinsabores del sufrimiento con fortaleza espiritual. Los seres del mal carecen de trascendencia porque son almas rotas.
El sufrimiento tiene propósito, no somos pura biología. La vida no es solo respirar. Acusan de “conspiranoicos” a aquellos que se oponen a la premisa de que todo vale para un “libre mercado malicioso”, así sea la prostitución infantil o la trata de blancas. Serán buenos si lo favorece. Un orden que promueve seres-masa, sin propósitos determinados en la vida, individuos banales y vacíos.
Estamos en medio del fuego cruzado de una guerra no convencional, cambiaron los antiguos conflictos por un entramado de comunicaciones, con bombardeos incesantes, que condiciona seres acríticos para que actúen enceguecidos por la ideología del hombre masa y del hombre corcho que flota en cualquier pantano, en contra de su propia dignidad. Le rompen la psique y lo educan, si puede llamarse eso educación, para obedecer perrunamente. Un orden que viene destruyendo los referentes, los anclajes morales, que saca a Dios del mundo, de la sociedad y de la familia; le quita valor a la vida sin importarle incluso atentar contra ella promoviendo millones de abortos.
El individuo no es solo un ser biológico que respira, eso es insuficiente, tiene espíritu y por tanto sentido de trascendencia.
Contra esos males proponemos fomentar la reflexión y la comprensión, el dudar de las cosas, saber distinguir si hay coherencia o incoherencia en los líderes. Darle un parón a vivir indignamente, esclavizados por un régimen que nos hace depender de las dádivas del poder y nos degrada día tras día. Confiar en Dios.
Hay que liberar las fuerzas del país. Los espíritus inquietos son los verdaderos motores del cambio social, de la solidaridad que hace progresar a los pueblos en humanidad y trascendencia. De ninguna manera lo harán los instalados que, van desgastando y consumiendo sus vidas, acoplados a un orden injusto.
Los recursos deben aplicarse a fines virtuosos y jamás para dominar al semejante. La libertad es consustancial a la condición humana. Luchamos permanentemente por ella. El bien siempre se impondrá al mal. Esta es la esperanza a la que estamos llamados. La vida renacerá del fondo de la muerte, espanto y angustia. Comprendamos nuestra misión.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!